Se habían llenado los árboles de alrededor de la casa del rancho con luces de colores y había una pista de baile provisional cerca del granero, junto a una plataforma que hacía de escenario para la entrega de premios. Otra vez, los ojos de Bobby Tom regresaron a la mesa que habían situado junto a la pista de baile donde Gracie alienaba los boletos de la rifa de la colcha patchwork que habían hecho a mano los residentes de Arbor Hills. Observarla le produjo una sensación dolorosa que rápidamente rechazó.
– Oye, B.T., me pareció que tuviste un ligero problema después del hoyo nueve. -Bubby apareció con Terry Jo a su lado, los dos con vaqueros y camisas de western y vasos de cerveza en las manos.
– Y antes también -dijo Terry Jo dirigiendo una mirada malévola a los trofeos sexuales para luego mirar a Bobby Tom-. ¿Puedes entretener a las niñitas de B.T. un minutito, Buddy? Necesito decirle a este Pez Gordo unas palabras.
Lo último que Bobby Tom quería en ese momento era mantener una conversación privada con Terry Jo, pero no le dejó mucha elección cuando lo agarró del brazo y lo empujó contra la cerca.
– ¿Qué demonios te pasa? -le espetó en el momento que estuvieron fuera del alcance de oídos curiosos-. Sabes lo que le estás haciendo a Gracie, al romper el compromiso de esta manera, ¿no?
La miró con indignación.
– ¿Te ha dicho ella que yo rompí nuestro compromiso?
– No me ha dicho casi nada cuando hablé con ella esta mañana, sólo que los dos habíais tomado la decisión mutua de terminar la relación.
– Y tú asumiste que quería decir que yo la había terminado.
– ¿No lo hiciste?
– Caramba, no.
– ¿Quieres decir que Gracie te dejó?
Vio demasiado tarde la trampa en la que se había metido él solito.
– Por supuesto que no. Nadie me deja.
– ¿Lo hizo? ¡Te dejó! ¡Dios santo! Por fin una mujer le devuelve a Bobby Tom Denton un poquito de su propia medicina. -Sonriendo ampliamente, levantó el rostro al cielo-. ¡Gracias, Dios mío!
– ¡Déjalo ya! No me dejó. ¡Es imposible que sigas creyendo a estas alturas que estábamos realmente comprometidos! Fue simplemente una táctica para mantener alejado a todo el mundo mientras estaba en el pueblo. -El que Terry Jo se lo tomara a broma le hacía más daño del que quería reconocer.
– Por supuesto que estabais comprometidos. Hasta un ciego puede ver lo mucho que os amais.
– ¡No lo hacemos! Bueno, puede que ella me ame, pero…, yo sólo le tengo cariño. ¿Quién no puede hacerlo? Es una mujer excepcional. Pero ¿amor? No es mi tipo, Terry Jo.
Terry Jo le dirigió una mirada larga y firme.
– Es asombroso. No sabes más ahora sobre mujeres que cuando me dejaste por Sherri Hopper en secundaria. -Lo miró con tristeza-. ¿Cuándo vas a crecer, Bobby Tom?
Sin otra palabra, se alejó de él. Él clavó los ojos en su espalda con una mezcla de resentimiento y sufrimiento. ¿Por qué actuaba como si fuese culpa suya? ¿Y cuándo se había puesto su vida tan patas arriba? Hasta hacía poco él había pensado que el peor día de su vida había sido cuando se lesionó la rodilla, pero ahora se preguntaba si su mayor desgracia no habría ocurrido la noche en que Gracie se presentó en su casa con su striptease.
Natalie se acercó hasta él con Anton, que llevaba a Elvis en brazos. Al saludarlos, pensó en lo bella que era. Y también agradable. La había visto retorcerse desnuda mientras la besaba durante horas. Se había pegado a su cuerpo, había forzajeado con él, le había disparado y el mismo el día anterior habían tenido que saltar juntos al río. Natalie y él habían pasado muchas cosas juntos, pero no sentía por ella ni la más mínima parte de lo que sentía cuando estaba con Gracie.
Los tres charlaron durante un par de minutos y lo siguiente que supo era que estaba con Elvis en brazos para que sus padres pudieran bailar. El bebé agarró el ala del stetson y como no lo pudo coger, decidió chupar el extremo de la bufanda de seda negra que Bobby Tom llevaba al cuello. Aunque siempre había sido muy puntilloso con su ropa no tenía suficientes ganas para rescatarla. Tenía el olor limpio de los bebés y sintió un dolor extraño y profundo en el pecho.
Los trofeos sexuales venían hacia él, pero fingió que no las veía y se agachó rápidamente tras uno de los mostradores para poder estar unos minutos solo. Elvis comenzó a chupar el cuello de su camisa. Cuando se acercó a una de las mesas con comida, vio a su madre a unos diez metros. Vestía de maestra, con una falda oscura y una blusa blanca con el camafeo de su abuela prendido en el cuello alto. Se tensó al observar como Way la abordaba. A la vez notó que Way llevaba vaqueros decolorados, un stetson gastado, botas viejas y camisa de franela.
Su madre pareció a punto de saltar cuando vio acercarse a Sawyer. Él puso la mano sobre su hombro y Bobby Tom se tensó, listo para ir en su rescate cuando vio que ella apoyaba su cuerpo en él.
Por un momento, tuvo la desagradable sensación de que ella se iba a recostar contra Sawyer, pero entonces ella enderezó la espalda y se dio la vuelta.
Way se quedó allí parado. Cuando finalmente se giró, Bobby Tom vio tal desesperación en su cara que supo que no lo podría olvidar nunca. Apretó al bebé entre sus brazos y sintió como comenzaba a sudar. ¿Qué le pasaba? ¿Por qué repentinamente se sentía como si Way Sawyer y él fueran hermanos?
– Estás rompiendo el corazón de Bobby Tom -remarcó Terry Jo. Había sacado a Gracie de la mesa donde vendía los boletos para mantener la conversación que había comenzado hacía unos minutos-. ¿Cómo pudiste dejarlo de esa manera?
Aunque Gracie rara vez era sarcástica, las tres rubias se colgaban otra vez del brazo de Bobby Tom rompiendo las defensas que había erigido.
– Ciertamente se lo ve apesadumbrado.
– No le importan nada estas rubias tontas y tú lo sabes. Eres tú quien le importa.
– Importar está a mucha distancia de amar. -Observó cómo una de las bellas rubias llevaba una cerveza a sus labios. No sabía que había sido más doloroso: verlo antes con Elvis en brazos o verlo ahora con esas increíbles mujeres-. Me duele demasiado estar con él.
Terry Jo no mostró simpatía.
– Nada que valga la pena se obtiene sin luchar. Pensaba que tenías más agallas, pero me olvidé de que eras yanqui.
– No entiendo por qué estás tan enfadada. Todo el mundo piensa que no soy su tipo.
– Cierto. Pero como Bobby tom ha dicho siempre: “¿Quién entiende los misterios del corazón?”
– ¡Mentía cuando dijo eso! Seguramente sabes que la mayor parte de lo que sale por su boca son trolas.
Terry Jo se mostró enfadada.
– No es cierto. Bobby Tom Denton es una de las personas más sinceras que conozco.
– ¡Ja!
– Para estar tan enamorada de él, te aseguro que lo disimulas bien.
– Que lo ame no significa que sea ciega. -Se alejó-. Tengo que regresar a la mesa.
– No, no tienes que volver. El club de bridge de Susy se hará cargo el resto de la noche. Sal por ahí y pásalo bien. Muéstrale que no puede manipularte como lo está haciendo porque eso es lo que hace y todo el mundo lo sabe.