Thatcher soltó un alarido cuando los gusanos le perforaron los párpados al tiempo que hacían lo propio con uno de los costados de la Zodiac.
Thatcher se retorció de dolor, enredado en las cuerdas y el equipo de submarinismo, chillando mientras la Zodiac, ya parcialmente deshinchada, se plegaba a su alrededor y lo arrastraba pesadamente debajo de los poderosos motores fueraborda. Atrapado debajo del agua, el pánico se convirtió lentamente en horrorizada incredulidad. Thatcher vio un estallido de luz cuando los gusanos se abrieron paso a través de sus nervios ópticos y luego todo quedó a oscuras. Un momento más tarde ya no había nada.
08.12 horas
Durante todo el vuelo desde la base Whiteman de la fuerza aérea norteamericana, en Misuri, el bombardero B-2 negro mate se desplazó a una velocidad Mach 2, a cuatro mil metros sobre el Pacífico Sur.
– ¡Zack, mira eso! La isla ya ha comenzado a desmoronarse -dijo el copiloto.
Mientras se acercaban a la isla Henders, podían ver cómo sus altas paredes de piedra caían a las aguas del mar.
– ¡Joder! Muy bien, dejemos caer el huevo -dijo el piloto.
Antes de que el enorme avión superara los acantilados de la isla Henders, las puertas del compartimento de las bombas se abrieron y una bomba de gravedad B83 cayó al vacío. Un momento después se desplegó un paracaídas y, como si de un dardo de mil kilos se tratara, la ojiva nuclear cayó desde mil quinientos metros de altura.
Al tiempo que el avión ascendía, la dura nariz de la bomba penetró casi quince metros en las rocosas entrañas de la isla. El ruido seco producido por el impacto del misil contra el núcleo de piedra de Henders congregó a ratas, spigers y enjambres de bichos alrededor del limpio agujero abierto en el ojo de buey de la isla. Un temporizador de espera de ciento veinte segundos se activó en el interior de la bomba para que los pilotos pudieran alcanzar una distancia de seguridad antes de que detonara su ojiva nuclear de un megatón.
– Éste será el bote de Raid más caro de la historia -dijo el piloto mientras se alejaban de la isla a treinta kilómetros por minuto, cubriendo quince kilómetros en aproximadamente treinta segundos. El B-2 en forma de bumerán se inclinó describiendo un enorme círculo a medida que el aparato ganaba altura.
– Compruébalo, Zack -dijo el copiloto.
Los dos hombres miraron por encima del ala compuesta de carbono y grafito mientras una luz brillante se encendía como si fuera un flash en la caldera de la isla.
Un cráter de ochenta metros de profundidad y trescientos de ancho quedó inmediatamente excavado en el centro de la isla como consecuencia de la explosión inicial.
Antes de cuatro segundos, todo bicho viviente en la superficie de la isla Henders quedó volatilizado, y las cenizas se elevaron por encima del borde formando un cono de humo. La arena se convirtió en cristal y la roca fluía líquida e incandescente mientras el infierno llenaba la cavidad de la isla.
Los pilotos del bombardero observaron la erupción de luz en la isla, parecida a una rosa amarilla.
– No lo mires durante demasiado tiempo -advirtió el piloto-. Te quema la retina.
– Hemos superado el límite de los quince kilómetros -dijo el copiloto-. ¡Dios santo, incluso desde aquí se puede sentir el calor de esa cosa!
El intenso resplandor de luz se fue apagando mientras una gigantesca chimenea de cinco kilómetros de humo se elevaba desde la isla hacia el cielo.
– Será mejor que nos mantengamos por delante de la onda expansiva -dijo el piloto, y aceleró hasta casi alcanzar la velocidad del sonido.
– Base, objetivo destruido. ¿Recibido?
– Recibido. Misión cumplida. Regresen a casa, muchachos.
18 DE SEPTIEMBRE
06.34 horas
Nell y Geoffrey contemplaban el amanecer carmesí desde la proa del Trident.
Geoffrey ladeó la cabeza y la miró con expresión burlona por un momento.
– Quería preguntarte una cosa: ¿qué es más sexy que un hombre que sabe decir la palabra justa?
– Un hombre que sabe cuándo no debe decir nada.
Geoffrey le alzó la barbilla con los dedos y juntó sus labios con los de ella.
06.35 horas
Oculto en la boca de una escotilla, Zero los grababa mientras se besaban, al tiempo que Cynthea susurraba en su oreja: -¿Estás filmando esa escena? Zero abrió su ojo izquierdo hacia ella. El ojo dijo «sí».
06.36 horas
La sonrisa y los ojos de Hender surgieron primero cuando pareció materializarse junto a los dos jóvenes científicos en la proa.
Ambos rieron al verlo.
06.36 horas
– ¡Vaya! -susurró Cynthea-. ¡Graba eso, graba eso, graba eso, cariño!
06.37 horas
Hender se colocó entre ellos, los abrazó con sus cuatro manos y, juntos, contemplaron la llegada del incierto amanecer.
AGRADECIMIENTOS
Quisiera dar las gracias al doctor Donald Lovett, una de las principales autoridades en la osmorregulación en los crustáceos, por sus ideas entusiastas y su paciente prudencia, no importaba cuan peligrosa fuera la travesía.
A Jennifer Limber, Mike Fahy, Daren Bader, Phil Steele, Kate Jones y muchos más, quienes fueron los autótrofos del ecosistema de la isla Henders. Especialmente a Michel Limber.
Gracias también al doctor Michael E. Dawson, del laboratorio Associates of Cape Cod, por permitirme realizar la misma visita guiada que hizo Geoffrey. Y al doctor Mark McMenamin, hace ya muchos años, por enseñarme que el fósil que encontré en Marble Mountain, California, era sólo una pelota de algas y una pata de trilobites que habían llegado a una antigua playa de la costa. Eso fue suficiente para mí… ¡Caray!
Gracias a mis preciosas editoras Kate Miciak y Sarah Hodgson, por emocionarse; a Loren Noveck y Glen Edelstein, por ayudarme a hacer realidad este sueño; a Peter McGuigan, Stephanie Abou, Hannah Gordon y al resto de Foundry os deseo lo mejor.
Gracias a Verne, Wells, Conan Doyle, Boulle y a Crichton. Y feliz 200 cumpleaños, Charles Darwin.
Warren Fahy
[1]Galeón inglés capitaneado por sir Francis Drake, con el que circunnavegó el globo terráqueo entre 1577 y 1580. (N. del t.)
[2] Juego de palabras intraducible entre handy, que significa «cercano», «próximo», «fácil de manejar», y Andy, nombre del personaje. (N. del t.)
[3] Célebre paleontólogo y divulgador científico norteamericano. (N. del T.)
[4] Nombre de una localidad y un famoso yacimiento de fósiles ubicados en el Parque Nacional Yoho de la Columbia Británica, en Canadá. El esquisto de Burgess es conocido por su riqueza en vestigios de animales invertebrados del período cámbrico medio (cerca de 540 millones de años de antigüedad). (N.del T..)