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—Ah, pero yo al menos pedí voluntarios.

—Sí, ese chiste ya me lo sé. «Quiero tres voluntarios. Tú, tú y tú.» Solías mangonearme a mí y a la hija de tu guardaespaldas de esa forma incluso antes de entrar en el ejército, cuando éramos críos. Lo recuerdo.

—Nacido para mandar —sonrió Miles brevemente.

Mark arrugó el entrecejo, mientras trataba aparentemente de imaginar a Miles como un matón de recreo para el grande y saludable Ivan.

—Es un truco mental —le informó Miles.

Estudió a Mark. Estaba agachado incómodamente con la cabeza entre los hombros, como una tortuga protegiéndose de su mirada. ¿Era malvado? Estaba confundido, sin duda. Distorsión de espíritu además de corporal… aunque Galen no podía haber sido mucho más horrible como mentor infantil que el propio abuelo de Miles. Pero para ser un sociópata adecuado hay que estar centrado en uno mismo hasta un grado extremo, cosa que no parecía describir a Mark; apenas le habían permitido tener un yo. Tal vez no estaba lo suficientemente centrado en sí mismo.

—¿Eres malvado? —le preguntó alegremente.

—Soy un asesino, ¿no? —replicó Mark—. ¿Qué más quieres?

—¿Eso ha sido asesinato? Me ha parecido detectar una cierta confusión.

—Él agarró el disruptor neural. Yo no quise soltarlo. Se disparó —el rostro de Mark estaba pálido, blanco y ensombrecido por la brusca iluminación lateral producida por la linterna de Miles al reflejarse en la pared—. En serio.

Ivan alzó las cejas, pero Miles no se entretuvo en darle detalles.

—No premeditado, tal vez —sugirió.

Mark se encogió de hombros.

—Si fueras libre… —empezó a decir Miles lentamente.

Mark arrugó los labios.

—¿Libre? ¿Yo? ¿Qué posibilidad tengo? La policía habrá encontrado ya el cadáver.

—No. La marea rebasó la barandilla. El mar se lo ha llevado. Pasarán tres, cuatro días antes de que vuelva a salir a la superficie. Si sale alguna vez.

Y entonces sería un objeto repelente. ¿Desearía reclamarlo el capitán Galeni, para enterrarlo adecuadamente? ¿Dónde estaba Galeni?

—Supongamos que fueras libre. Libre de Barrayar y Komarr, libre también de mí. Libre de Galen y la policía. Libre de la obsesión. ¿Qué elegirías? ¿Quién eres? ¿O sólo eres reacción, nunca acción?

Mark se retorció visiblemente.

—Vete a la mierda.

Miles torció la boca. Frotó el suelo con la bota y se detuvo antes de empezar a marcar dibujitos con el pie.

—Supongo que nunca lo sabrás mientras yo me imponga sobre ti.

Mark escupió las heces de su odio.

—¡Tú eres libre!

—¿Yo? —Miles casi se sorprendió de verdad—. Nunca seré tan libre como lo eres tú ahora mismo. Estabas atado a Galen por el miedo. Su control sólo era igual a su alcance, y ambas cosas se rompieron juntas. Yo estoy atado… a otras cosas. Dormido o despierto, cerca o lejos, no hay ninguna diferencia. Sin embargo… Barrayar puede ser un lugar interesante, visto a través de otros ojos que no sean los de Galen. Su propio hijo vio las posibilidades.

Mark sonrió con acritud contemplando la pared.

—¿Tienes otra utilidad para mi cuerpo?

—¿Para qué? No se puede decir que tengas la altura que mis… nuestros genes pretendían ni nada de eso. Y mis huesos van camino de convertirse en plástico de todas formas. No hay ninguna ventaja en eso.

—Estaré en la reserva, entonces. Un repuesto para caso de accidente.

Miles alzó las manos.

—Ya ni siquiera crees eso. Pero mi oferta original sigue en pie. Vuelve conmigo, con los dendarii, y te esconderé. Te llevaré a casa. Allí podrás tomarte tu tiempo y decidir cómo ser el auténtico Mark y no una imitación de nadie.

—No quiero conocer a esa gente —declaró Mark llanamente.

Con eso se refería a sus padres. Miles lo entendió con dificultad, aunque Ivan había perdido claramente el hilo.

—No creo que vayan a reaccionar mal. Después de todo, ya están en ti, a nivel fundamental. Tú, ah, no puedes huir de ti mismo. —Hizo una pausa, lo intentó de nuevo—. Si tuvieras la oportunidad de hacer algo, ¿qué sería?

Mark frunció profundamente el ceño.

—Cargarme el negocio de clones de Jackson's Whole.

—Mm —consideró Miles—. Está bastante protegido. De todas formas, ¿qué esperabas de los descendientes de una colonia que empezó siendo una base de secuestradores? Naturalmente, se convirtieron en una aristocracia. Tendré que contarte un par de historias sobre tus antepasados que no aparecen en las crónicas oficiales…

Así que Mark había adquirido una cosa buena de su asociación con Galen: una sed de justicia que iba más allá de su propia piel aunque la incluyera.

—Tal como es la vida, te mantendría ciertamente ocupado. ¿Cómo lo harías?

—No lo sé —Mark pareció sorprendido por este súbito cambio—. Volaría los laboratorios. Rescataría a los niños.

—Buena táctica, mala estrategia. Simplemente, reconstruirían. Necesitas más de un nivel de ataque. Si imaginaras alguna forma de hacer que el negocio no diera beneficios, se moriría solo.

—¿Cómo?

—Déjame ver… Están los clientes. Gente rica y sin ética. Supongo que difícilmente se los podría persuadir para que elijan la muerte sobre la vida. Un logro médico que ofreciera alguna otra forma de extensión personal de vida quizá los dividiera.

—Matarlos los dividiría también —gruñó Mark.

—Cierto, pero sería poco práctico a la larga. La gente de esa clase suele tener guardaespaldas. Tarde o temprano uno te pillaría y todo se acabaría. Mira, debe de haber cuarenta puntos de ataque. No te atasques con el primero que te venga a la cabeza. Por ejemplo, supongamos que regresas conmigo a Barrayar. Como lord Mark Vorkosigan, podrías esperar amasar con el tiempo una base de poder financiero y personal. Completar tu educación… adecuarte para atacar el problema estratégicamente, no sólo, ah, abalanzarte contra la primera pared con la que te encuentres y, zas.

—Nunca iré a Barrayar —dijo Mark entre dientes.

«Sí, y parece que todas las mujeres con un coeficiente superior de la galaxia están en completo acuerdo contigo… puede que seas más listo de lo que crees.» Miles suspiró entre dientes. «Quinn, Quinn, Quinn, ¿dónde estás?» En el pasillo, la policía cargaba a los últimos asesinos inconscientes en una plataforma flotante. La posibilidad de salir de allí se presentaría pronto, o nunca.

Miles se dio cuenta de que Ivan lo estaba mirando.

—Estás completamente chiflado —dijo, con total convicción.

—¿Qué, no piensas que ya es hora de que alguien se las haga pagar a esos bastardos de Jackson's Whole?

—Claro, pero…

—Yo no puedo estar en todas partes. Pero sí apoyar el proyecto —Miles miró a Mark—, si has acabado de intentar ser yo, claro está.

Mark vio cómo se llevaban a los últimos asesinos.

—Puedes quedártelo. Me extraña que no seas tú quien intenta cambiar de identidad conmigo —miró a Miles con la cabeza ladeada, lleno de renovado recelo.

Miles se echó a reír, dolorosamente. Qué tentación. Tirar su uniforme, meterse en un tubo y desaparecer con una nota de crédito por valor de medio millón de marcos en el bolsillo. Ser un hombre libre… Posó la mirada sobre el sucio uniforme verde imperial de Ivan, símbolo de su servicio. «Eres lo que decides ser… elige otra vez.» No. El hijo más feo de Barrayar elegiría seguir siendo su campeón. No se arrastraría a un agujero para no ser nadie.

Hablando de agujeros, era hora de salir de aquél. Los últimos miembros del comando policial desaparecieron tras la curva del pasillo, tras la plataforma flotante. Los técnicos llegarían de un momento a otro. Sería mejor actuar rápido.