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—Y nosotros estamos enamorados —dijo Ponter, tomando la manita de Mary entre sus dos enormes manazas—. Pero, de todas formas hay gente en tu mundo y en el mío que se opondrá a que tengamos un hijo.

Mary asintió con tristeza.

—Lo sé, sí. —Dejó que el aire escapara de sus pulmones con un largo y triste suspiro—. Sabes que Reuben es negro.

—Más bien marrón, diría yo —repuso Ponter, sonriendo—. Un tono de piel bastante bonito.

Pero Mary no estaba de humor para chistes.

—Y Louise Benoit es blanca. Todavía hay gente en mi mundo que se opone a que un negro y una blanca tengan relaciones. Pero están equivocados, equivocados, equivocados. Igual que los que podrían oponerse a que nosotros estemos juntos, o a que tengamos un hijo juntos, están equivocados, equivocados, equivocados.

—Estoy de acuerdo, por supuesto, pero …

—¿Pero qué? Nada podría ser mejor símbolo de la sinergia entre nuestros mundos, y de nuestro amor mutuo, que el hecho de tener un bebé.

Ponter miró a Mary a los ojos, sus orbes dorados bailando de nerviosismo.

—Tienes razón, mi amor. Tienes toda la razón.

13

Fue ese espíritu de búsqueda el que hizo que valientes como Yuri Gagarin y Valentina Tereshkova y John Glenn cabalgaran sobre columnas de fuego hasta la órbita de la Tierra…

Cada semana, Jock Krieger revisaba los recortes de prensa sobre los neanderthales, tanto en las ciento cuarenta revistas a las que el Grupo Sinergía estaba suscrito como en todo lo recopilado y enviado por diversos medios impresos, la radio y los servicios de vídeo. La hornada de material que tenía delante incluía un avance de una entrevista con Lonwis Trob que aparecería en Popular Mechanichs; una serie de cinco artículos del San francisco Chronicle sobre lo que estaba haciendo la tecnología neanderthal al futuro de las empresas de Silicon Valley; una aparición del corredor. Jalsk Lalplun en Mundo Deportivo de la ABC; un editorial del Minneapolis Star Tribune diciendo que Tukana Prat debería ganar el premio Nobel de la paz por hallar un modo de mantener abierto el contacto entre los dos mundos; un especial de la CNN donde Craig Ventner entrevistaba a Borl Kadas, quien dirigía la versión neanderthal del proyecto Genoma Humano; un documental de la NHK sobre los neanderthales en la realidad y la ficción; el lanzamiento en DVD de En busca del fuego con comentarios de un paleoantropólogo neanderthal; un nuevo estudio del Departamento de Defensa sobre temas de seguridad relacionados con los portales interdimensionales, y así sucesivamente.

Louise Benoit había bajado al salón de la antigua mansión que albergaba al Grupo Sinergia para echarle también un vistazo al material. Estaba leyendo un artículo en New Scientist que planteaba la pregunta de por qué los neanderthales habían domesticado perros, si su sentido del olfato era como mínimo tan bueno como el de los caninos, lo que implicaba que los perros habían aportado poca cosa a su habilidad cazadora. Pero dejó de leer cuando Jock resopló ruidosamente.

—¿Qué ocurre? —preguntó, mirándolo por encima de la revista.

—Estoy harto de esto —dijo Jock, indicando el montón de revistas, recortes de periódicos, cintas de audio y de vídeo—. Estoy hasta las narices. «Los neanderthales son más pacíficos que nosotros.» «Los neanderthales son más conscientes del medio ambiente que nosotros.» «Los neanderthales son más listos que nosotros.» ¿Por qué demonios tiene que ser así?

—¿De verdad quieres saberlo? —preguntó Louise, sonriendo.

Rebuscó en el montón de revistas, y luego sacó el ejemplar de Maclean's del mes—. ¿Has leído el editorial?

—Todavía no.

—Dice que los neanderthales son como los canadienses y los gliksins como los estadounidenses.

—¿Y eso qué demonios se supone que significa?

—Bueno, el articulista dice que los neanderthales creen en todo lo que defiende Canadá: socialismo, pacifismo, ecologismo, humanismo.

—Santo cielo.

—Oh, venga ya —dijo Louise burlona—. Te oí hablar con Kevin: estuviste de acuerdo con Pat Ruchanan cuando dijo que mi país debería llamarse Canuquistán Soviético.

—Los canadienses son también gliksins, doctora Benoit.

—No todos —dijo Louise, todavía bromeando—. Después de todo, Ponter es ciudadano canadiense.

—Sigo sin creer que ése sea el motivo por el que salen tan bien parados en la prensa. Es esa maldita tendencia izquierdista de los periódicos.

—No, no lo creo —respondió Louise, soltando su revista—. El verdadero motivo por el que los neanderthales siguen saliendo mejor parados que nosotros es porque tienen el cerebro más grande. La capacidad craneana neanderthal es un diez por ciento superior a la nuestra. Nosotros apenas tenemos suficiente cerebro para pensar más allá de la primera fase de las ideas: si construimos una lanza mejor, podemos matar más animales. Pero, a menos que hagamos un auténtico esfuerzo, no vemos la segunda fase: si matamos demasiados animales, no quedará ninguno y pasaremos hambre. Parece que los neanderthales se hicieron una idea del panorama desde el primer día.

—Entonces, ¿por qué los derrotamos aquí, en el pasado de esta Tierra?

—Porque nosotros teníamos conciencia, verdadera autoconciencia, y ellos no. Recuerda mi teoría: el universo se dividió en dos cuando la conciencia emergió por primera vez. En una rama, nosotros, y sólo nosotros, la tuvimos. En la otra, ellos, y sólo ellos, la tuvieron. ¿Es extraño que, a pesar del tamaño cerebral o la robustez física, fueran los seres verdaderamente conscientes los que prevalecieron en sus respectivas líneas temporales? Pero ahora estamos comparando a seres conscientes con un cerebro de 1.400 centímetros cúbicos con otros con uno de 1.500. —Sonrió—. Hemos estado esperando a que aparecieran los alienígenas de cabeza grande, y aquí los tenemos. Pero no vienen de Alfa Centauri: vienen de aquí al lado.

Jock frunció el ceño.

—Un cerebro grande no implica necesariamente más inteligencia.

—No, necesariamente, no. Pero el Homo sapiens medio tiene un CI de 100, por definición. Y la inteligencia se distribuye siguiendo una curva de campana: para cada uno de nosotros con un CI de 130, hay otro con un el de 70. Pero supongamos que ellos tuvieran un el de 110 de media en vez de 100 … incluso antes de depurar su poso genético. Ésa podría ser toda la diferencia.

—Has mencionado la curva de campana. Leí ese libro, y…

—Y estaba lleno de chorradas. El CI no varía simplemente entre grupos raciales excepto cuando la malnutrición es un factor que hay que tener en cuenta. Has conocido a mi novio, Reuben Montego. Bueno, es médico, y es negro. Si La curva de campana tuviera razón, Reuben sería una rareza increíble, pero naturalmente no lo es. Las disparidades previas se debían a barreras económicas y sociales que impedían la educación superior de los negros, y no a una inferioridad inherente.

—¿Estás diciendo que nosotros somos inherentemente inferiores a los neanderthales?

Louise se encogió de hombros.

—No hay duda de que somos físicamente inferiores. ¿Por qué iba a costar aceptar que también lo somos mentalmente?

Jock hizo un gesto de disgusto.