—Muy bien —dijo Mary—. Es una cita.
Bandra y Mary se llevaban «de puta madre», una expresión que a Bandra le encantaba utilizar. A las dos les gustaba pasarse las noches tranquilamente en casa, y aunque tenían una interminable cantidad de temas científicos que discutir, también tocaban asuntos más personales.
A Mary le recordaba los primeros días con Ponter, cuando estaban en cuarentena en la casa de Reuben Montego. Compartir ideas y opiniones con Bandra era intelectual y emocionalmente estimulante, y la hembra neanderthal se comportaba de un modo maravillosamente cálido con ella, era amable y simpática.
A pesar de todo, durante las veladas en el salón de casa de Bandra, a veces la conversación era, si no acalorada, al menos bastante apasionada.
—¿Sabes? —dijo Bandra, sentada en la otra punta del sofá—, este excesivo deseo de intimidad se debe seguramente a vuestras religiones. Al principio creía que, simplemente, como ciertos comportamientos agradables están prohibidos, por eso la gente buscaba intimidad, para poder tenerlos. Y, sin duda, así es, en parte. Pero, ahora que me has hablado de vuestro múltiple sistema de creencias, parece que incluso el simple hecho de querer practicar una creencia minoritaria requiere intimidad. Los primeros seguidores de tu sistema, el cristianismo, ocultaban sus encuentros a los demás, ¿no?
—Así es —respondió Mary—. De hecho, nuestra fiesta sagrada más importante es la Navidad, que conmemora el nacimiento de Jesús. La celebramos el 25 de diciembre, en invierno, aunque Jesús nació en primavera. Lo sabemos porque la Biblia dice que fue cuando los pastores cuidaban sus rebaños de noche, cosa que sólo sucede en primavera, cuando nacen los corderos. —Mary sonrió—. Eh, vosotros sois iguaclass="underline" os gusta dar a luz en primavera también.
—Probablemente por el mismo motivo: para dar a los retoños más oportunidades de crecer antes de enfrentarse al invierno.
Pero la sonrisa se había fijado en la mente de Mary y aventuró con cautela:
—Los barasts también sois como ovejas en otros sentidos. Sois muy pacíficos.
—¿Eso parece?
—No tenéis guerras. Y por lo que he visto, no tenéis mucha violencia social. Aunque … —Se detuvo, antes de mencionar la rotura de la mandíbula de Ponter, un desafortunado incidente de hacía años.
—Supongo. Seguimos cazando nuestra comida … no siempre, por supuesto, a menos que ésa sea la contribución particular de alguien. Pero a menudo la caza nos sirve de vía de escape para los impulsos violentos. ¿Como lo decís vosotros? Los eliminamos de nuestro sistema.
—Catarsis —dijo Mary—. Una purga de sentimientos acumulados.
—¡Catarsis! ¡Oooh, otra palabra magnífica! Sí, desde luego: aplastas unos cuantos cráneos animales, o arrancas la carne del hueso, y después te sientes maravillosamente en paz.
Mary se detuvo a pensar si alguna vez había matado a algún animal, para comérselo o por algún otro motivo. A excepción de algún mosquito fastidioso, la respuesta era no.
—Nosotros no hacemos eso.
—Lo sé —dijo Bandra—. No lo consideráis civilizado. Pero nosotros creemos que es parte de lo que hace posible la civilización.
—A pesar de todo, vuestra falta de intimidad … ¿no da pie a abusos? ¿No podría alguien clandestinamente, secretamente, observar lo que uno hace burlando la seguridad de los archivos de coartadas?
—¿Por qué querría alguien hacer eso?
—Bueno, digamos que para impedir que derrocaran al Gobierno, por ejemplo.
—¿Por qué iba a querer nadie derrocar al Gobierno? ¿Porqué no votar para acabar con su mandato?
—Bueno, ahora sí, pero no habréis tenido democracia desde el alba de los tiempos.
—¿Qué otra cosa podríamos haber tenido?
—¿Jefes tribales? ¿Señores de la guerra? ¿Dioses-emperadores?
No, olvida eso último. Pero, bueno …
Mary frunció el ceño. ¿Bueno, qué? Sin agricultura, no había territorios defendibles a pequeña escala. Los granjeros primitivos podrían haber defendido unos cuantos centenares de acres, pero .~ desde luego los cientos de kilómetros cuadrados de un bosque de caza estaban más allá de las capacidades de defensa de los grupos pequeños.
Y, en efecto, ¿por qué molestarse en defenderlos? Una incursión en las tierras de cultivo producía resultados inmediatos: comida robada en el campo o de los graneros. Pero, como Ponter había recalcado una y otra vez, la caza y la recolección se basaban en el conocimiento del territorio: nadie podía entrar sin más en uno nuevo y explotarlo. No sabría adónde acudían los animales a beber, dónde ponían sus huevos los pájaros, dónde crecían los árboles frutales más abundantes. No, ese estilo de vida engendraría un comercio pacífico, ya que resultaba menos trabajoso para un viajero llevar algo de valor para intercambiarlo por una presa recién capturada que intentar cazarla él mismo.
Sin embargo, había que tenerlo todo en cuenta, la mayoría de los neanderthales eran lo bastante robustos para proveerse por sí mismos … como al parecer estaba haciendo Vissan. Además, con el tamaño de la población controlado (y los neanderthales llevaban haciendo eso cientos de años) había territorio sin utilizar de sobra para quien quisiera establecerse por su cuenta.
—De todas formas —dijo Mary—, tiene que haber habido momentos en que a la gente no le gustaran sus representantes electos, y quisiera deshacerse de ellos.
—Oh, sí, desde luego. Desde luego.
—¿Qué pasó entonces?
—¿En los viejos tiempos? ¿Antes de la purga de nuestro poso genético? Asesinatos.
—¡Ahí lo tienes! —dijo Mary—. Ése es un motivo para violar la intimidad de otro: impedir los intentos de asesinato. Si alguien planeara asesinarte, querrías echarle un ojo, impedir que se saliera con la suya.
—Un asesinato no requiere ningún plan —dijo Bandra, alzando la ceja—. Sólo te acercas a la persona que quieres eliminar y le aplastas el cráneo. Créeme, eso constituye un maravilloso incentivo para que los representantes mantengan felices a su electorado.
Mary se rió a su pesar.
—De todas maneras, aunque la mayoría sea feliz, siempre habrá individuos descontentos.
Bandra asintió.
—Y por eso vimos hace mucho tiempo la necesidad de purgar el poso genético de aquellos que pudieran actuar de manera antisocial.
—Pero esa purga genética … —Mary intentó que no se notaran sus prejuicios, pero el tono la traicionaba—. He intentado hablar con Ponter al respecto, pero es difíciclass="underline" está ciegamente a favor … Sin embargo, aún más que vuestra falta de privacidad, eso es lo que pone la carne de gallina a mi gente.
—«¡Carne de gallina. Oooh, esa expresión es un clásico!
—¡Hablo en serio, Bandra. Nosotros lo intentamos en el pasado y … nunca salió bien. No creemos que una cosa así pueda hacerse sin corrupción. Ha habido gente que ha intentado eliminar a grupos étnicos específicos.
Un pitido.
—Grupos que tienen características distintivas, basadas en su origen geográfico.
—Pero la diversidad tiene un gran valor gen ético —dijo Bandra—. Sin duda tú, como química de la vida, lo sabes.
—Sí, pero … bueno, quiero decir, hemos intentado … mi gente, quiero decir … bueno, no mi gente, sino mala gente, malos miembros de mi especie, han intentado llevar a cabo … lo llamamos «genocidio», eliminar a razas enteras, y …
Mary se maldijo. ¿Por qué no podía charlar con un neanderthal del tiempo nada más, en vez de meterse en aquellos berenjenales? ¿Cuándo aprendería a mantener la boca cerrada?
—Genocidio —repitió Bandra, pero sin su deleite habitual. No tuvo que decir que su propia especie, el Homo neanderthalensis, había sido la primera víctima del genocida Homo sapiens.