—¿Cómo dices?
—Que no deberías estar sola. Si vas a formar parte de este mundo, no deberías estar sola en ningún momento del mes.
—Bien —dijo Mary—. En mi mundo, la mayoría de la gente se siente atraída solamente por individuos del sexo opuesto.
Bandra alzó levemente la cabeza y luego bajó de nuevo los ojos.
—¿No hay relaciones entre mujeres?
—Bueno, claro, a veces. Pero normalmente las mujeres implicadas en esas relaciones no tienen compañeros masculinos.
—Aquí no es así.
—Lo sé.
—Yo,., nosotros, tú y yo, nos llevamos bien.
Mary noto que se envaraba.
—Sí que es cierto.
—Aquí, dos mujeres que viven juntas y que se aprecian y no están genéticamente relacionadas serían —de repente la manaza de Bandra se posó en la rodilla de Mary—, serían íntimas.
Mary miró la mano. A lo largo de los años había apartado alguna que otra mano de su rodilla, pero …
Pero no quería ofender a nadie. Después de todo, aquella mujer había sido lo bastante amable para acogerla.
—Bandra, yo … no me atraen las mujeres.
—Tal vez … tal vez sea sólo —buscó la frase— por condicionamiento cultural.
Mary frunció el ceño, reflexionando. Tal vez fuera así… pero eso no suponía ninguna diferencia. Oh, Mary había besado a chicas cuando tenía trece o catorce años, pero sólo practicaba para cuando pudiera besar a los chicos, puesto que a ella ya sus amigas les aterraba no saber hacerlo.
Al menos, eso era lo que se habían dicho unas a otras, pero…
Pero había sido divertido, a su modo.
Sin embargo …
—Lo siento, Bandra. No quiero ser descortés. Pero en realidad no me interesa.
—¿Sabes? —dijo Bandra, mirando a Mary a los ojos y luego apartando la mirada—, nadie sabe cómo complacer mejor a una mujer que otra mujer.
Mary sintió que el corazón le daba un vuelco.
—Yo … estoy segura de que así es, pero … —Extendió lentamente la mano y apartó la mano de Bandra—. Pero no es para mí.
Bandra asintió varias veces.
—Si cambias de opinión … —dijo, dejando que el pensamiento flotara en el aire. Al cabo de un momento añadió—: Una puede sentirse horriblemente sola hasta que Dos se convierten en Uno.
«Eso sí que es cierto», pensó Mary; pero no dijo nada.
—Bueno —dijo Bandra por fin—. Me voy a la cama. Um … «dulces sueños» decís vosotros, ¿no?
Mary consiguió sonreír.
—Así es. Buenas noches, Bandra.
La mujer neanderthal se dirigió a su dormitorio; Mary tenía su propia habitación, la que antes pertenecía a la hija menor de Bandra, Dranna. Pensó en acostarse también, pero decidió leer un poco más, con la esperanza de sacarse de la cabeza lo que acababa de suceder.
Abrió El propietario por la página marcada. Galsworthy empleaba un tono irónico y burlón: no eran sólo los neanderthales los que encontraban defectos a los gliksins, después de todo. Siguió leyendo, disfrutando de su espléndida descripción de la clase alta de la Inglaterra victoriana. Desde luego, tenía un don con las palabras y …
«Oh, Dios mío … »
Mary cerró el libro de golpe, el corazón desbocado.
«Dios mío.»
Inspiró profundamente, resopló, inhaló de nuevo, exhaló. So ames había …
El corazón de Mary latía con fuerza.
Tal vez lo había interpretado mal. Después de todo, el lenguaje no era explícito. Sin duda su propio estado mental…
Abrió el libro, torpemente, Con cuidado, como lo habría hecho Colm y encontró de nuevo por dónde iba, dejando que sus ojos corrieran por las apretadas letras y…
No, no había ninguna duda. Soames Forsyte, el propietario, acababa de demostrar que consideraba que su esposa Irene no era más que eso. A pesar de su falta de interés en él, la había violado.
Mary había disfrutado del libro hasta ese momento, sobre todo del romance furtivo entre Irene y el arquitecto Bosinney, porque le recordaba su extraña y prohibida relación con Ponter. Pero …
Una violación.
Una maldita violación.
Y sin embargo no podía echarle la culpa a Galsworthy. Era exactamente lo que Soames hubiese hecho.
Precisamente lo que un hombre hubiese hecho.
Mary dejó el libro junto al cuenco de café, ahora frío. Contempló la puerta cerrada de la habitación de Bandra, interminablemente. Después de sólo Dios sabía cuánto tiempo, Mary finalmente se levantó del sofá y se dirigió a su propia habitación, hacia la soledad, hacia la oscuridad.
18
Aquí en Norteamérica, en la India y Japón y Europa y Rusia y portado este ancho y maravilloso mundo nuestro, las cosas están mejor que nunca … y siguen mejorando día a día…
¡Finalmente llegó el momento! Dos se habían convertido en Uno una vez más. Mary y docenas de otras hembras esperaban al aire libre a que aparecieran los hombres. Lurt estaba allí, con el joven Dab, el hijo que tenía con Adikor. Jasmel, la hija mayor de Ponter, estaba también, pero en realidad esperaba, Mary lo sabía, a su propio hombre-compañero, Tryon. Mega, la hija menor de Ponter, también estaba allí, y Mary, de su mano, esperaba con ella. Se alegró de que no hubiera ni rastro de Daklar Bolbay, la tutora de la joven Mega; esa mujer ya había creado suficientes problemas a Mary, Ponter y Adikor.
Por fin llegó el hoverbús. Ponter y Adikor salieron, y Mary corrió hacia su hombre. Se abrazaron y se lamieron las caras. Ponter abrazó a sus dos hijas y se colocó a Mega sobre los hombros. Adikor, mientras tanto, ya había desaparecido con su mujer-compañera y su hijo.
Ponter había traído el maletín trapezoidal que normalmente llevaba en sus viajes a la otra Tierra. Mary se encargó de transportarlo mientras él llevaba a Mega.
Habían acordado en otra charla a través de los Acompañantes ir a buscar a Vissan el tercero de los cuatro días que duraba el Dos que se convierten en Uno, ya que la previsión meteorológica era de lluvia para Saldak pero cielos despejados en Kraldak.
Mary, Ponter y Mega pasaron un rato maravilloso juntos esa mañana. Aunque empezaba a hacer frío y todos los árboles habían cambiado de color, el aire era aún nítido y estaba despejado. Después de almorzar, Mega se fue a jugar con sus amigos, y Mary y Ponter se marcharon a la casa que ella compartía con Bandra. Los neanderthales tenían una actitud abierta hacia el sexo, pero Mary seguía sin sentirse cómoda haciendo el amor sabiendo que había alguien más en casa. Por fortuna, Bandra había dicho que estaría fuera hasta la noche con su propio hombre-compañero, Harb. Y por eso Ponter y Mary eran dueños del lugar.
El sexo, como siempre, fue fabuloso, y Mary alcanzó el clímax varias veces. Cuando terminaron, se bañaron juntos, y cada uno de ellos limpió amorosamente al otro. Luego se tendieron en los almohadones, sólo para charlar y abrazarse. Mary no estaba acostumbrada a que Ponter hablara utilizando las contracciones del inglés, pero ahora lo hacía, pues era Christine, un implante más avanzado, quien traducía en lugar de Hak.
Mary y Ponter se pasaron casi toda la tarde acurrucados y acariciándose y hablando y caminando, sólo por disfrutar del placer de la mutua compañía. fueron a ver una comedia breve: a los neanderthales les encantaba el teatro. Ventiladores eléctricos en la parte posterior del escenario lanzaban las feromonas de los actores al público y despejaban de la sala las de la audiencia.
Luego disfrutaron de un juego de mesa neandertal llamado partanlar, una especie de cruce entre el ajedrez y las damas: todas las piezas eran idénticas, pero cómo se movían dependía de en qué casilla estaban de las cien que componían el tablero.