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Más tarde comieron en un restaurante regentado por dos mujeres viejas cuyos hombres-compañeros habían muerto, y disfrutaron de un venado delicioso, maravillosas ensaladas de piñones y hojas de helecho, patatas fritas y huevos duros de pato. Se sentaron el uno junto al otro en el sofá acolchado del fondo del restaurante, ., se pusieron los guantes para comer al estilo neanderthal y se dieron bocados por turnos.

—Te quiero —dijo Mary, acurrucándose contra Ponter.

—Y yo te quiero también —respondió Ponter—. Te quiero tanto …

—Desearía que siempre fuera Dos que se convierten en Uno —dijo Mary.

—Cuando estoy contigo, yo también deseo que no se acabe nunca —contestó Ponter, acariciándole el pelo.

—Pero tiene que ser así —dijo Mary con un suspiro—. No sé si alguna vez encajaré aquí.

—No hay ninguna solución perfecta, pero podrías … Mary se enderezó y se volvió a mirarlo.

—¿Qué?

—Podrías volver a tu mundo.

Mary sintió que el corazón se le encogía.

—Ponter, yo …

—Durante veinticinco días al mes. Y volver aquí cuando Dos se conviertan en Uno. Te prometo que cada vez que lo hagas te proporcionaré los días más amorosos, divertidos y apasionadamente sexuales posibles.

—Yo…

Mary frunció el ceño. Había estado buscando una solución para que ambos pudieran verse constantemente. Pero por lo visto no la había. Sin embargo …

—El trayecto entre Toronto y Sudbury sería pesado —dijo—, por no mencionar los procedimientos de descontaminación de cada viaje, pero …

—Te olvidas de quién eres.

—Yo … ¿perdona?

—Eres Mare Vaughan.

—¿Si?

—Eres esa Mare Vaughan. Cualquier academia … discúlpame, cualquier universidad estaría encantada de que formaras parte de su cuadro docente.

—Bueno, y eso es otro problema. No podré conseguir cuatro días de permiso seguidos cada mes.

—Una vez más, te subestimas.

—¿Cómo?

—¿Entiendo bien vuestros calendarios académicos? Trabajas ocho meses al año.

—De septiembre a abril, sí. De otoño a primavera.

—Entonces en cuatro o cinco momentos en que Dos se convierten en Uno estarás obligada a ir a la universidad. De los ocho restantes, un buen número caerá en parte en esos primeros y últimos días de vuestros grupos de siete días en los que no trabajáis.

—A pesar de todo …

—A pesar de todo habrá días en que tendrás que perderte las clases.

—Exactamente. Y nadie va a comprender que …

—Perdóname, querida, pero todo el mundo va a comprenderlo.

Incluso antes de esta visita, pero sobre todo ahora, sabes más que ningún otro gliksin no sólo sobre la genética de los neanderthales, sino que también sabes más que los neanderthales sobre genética. Serías un valor añadido para cualquier universidad, y si hay que hacer algunos cambios para satisfacer tus necesidades especiales, estoy seguro de que podrán hacerlos.

—Creo que subestimas las dificultades.

—¿De veras? La manera de averiguado es intentarlo.

Mary frunció los labios, pensando. Ponter tenía razón, desde luego no perdería nada por preguntar.

—De todas formas, Ilegal' a Toronto desde Sudbury lleva casi un día entero, sobre todo si se añade el tiempo que se tarda en llegar al portal en coche. Cuatro días podrían convertirse fácilmente en seis.

—Si volvieras a vivir en Toronto, sí. Pero ¿por qué no haces tu contribución a la Universidad Laurentian en Sudbury? Ya te conocen por el trabajo que hiciste allí durante mi primera visita a tu mundo.

—La Laurentian —dijo Mary, saboreando la palabra, saboreando la idea. Era una universidad pequeña y bonita, con un departamento de genética de primera fila, y hacía todo aquel fascinante trabajo forense …

« Forense. »

La violación. La maldita violación.

Mary dudaba que pudiera volver a sentirse cómoda trabajando de nuevo en la Universidad de York, en Toranto. No sólo tendría que enfrentarse a Cornelius Ruskin, sino que tendría que trabajar junto a Qaiser Remtulla, la otra mujer a la que Ruskin había violado, una violación que podría haberse impedido si Mary hubiera denunciado la agresión que ella misma había sufrido. Cada vez que pensaba en Qaiser, Mary se sentía culpable; trabajar con ella sería devastador … y trabajar con Cornelius, aterrador.

Había cierta elegancia en lo que Ponter estaba proponiendo, enseñar genética en la Laurentian…

Vivir cerca de la mina Creighton, el umbral del portal interdimensional universal…

Y pasar aunque sólo fueran cuatro días al mes con Ponter sería maravilloso, más fabuloso que una relación de veinticuatro horas siete días a la semana con cualquier otro hombre que pudiera imaginar …

—Pero … ¿Y la generación 149? ¿Y nuestro hijo? No podría soportar ver a mi hijo sólo una vez al mes.

—En nuestra cultura, los hijos viven con sus madres.

—Pero sólo hasta los diez años, si son varones. Entonces, como hará Dab pronto, se van a vivir con sus padres. Yo no podría dejar a mi hijo después de sólo una década.

Ponter asintió.

—Sea cual sea la solución que encontremos y nos permita tener un hijo, requerirá una manipulación de cromosomas. Sin duda, en ese proceso, será una cuestión trivial asegurarse de que tengamos una hija. Y esa hija viviría con su madre hasta llegar a los doscientos cincuenta y cinco meses … más de dieciocho años vuestros. ¿No es ésa la edad típica a la que los hijos dejan el hogar de sus padres, incluso en vuestro mundo?

A Mary le daba vueltas la cabeza.

—Eres un tipo brillante, sabio Boddit.

—Hago lo que puedo, sabia Vaughan.

—No es una solución perfecta.

—Esas cosas son raras —dijo Ponter.

Mary pensó en eso, luego se acurrucó junto a Ponter y le dio un lento y largo lametón en la mejilla izquierda.

—¿Sabes? —dijo, apretando la cara contra su peluda cara—, incluso podría funcionar.

19

Sí, sería perfectamente razonable que hiciéramos una pausa, que disfrutáramos de las primeras décadas de prosperidad tras la Guerra Fría, que nos dedicáramos a disfrutar de las otras cosas que hacen grande nuestro tipo de humanidad: nos detuvimos a oler las rosas…

Cuando salieron del restaurante, Mary y Ponter se reunieron con Mega y pasaron un rato jugando con ella. Pero pronto le llegó la hora de irse a la cama y se marchó a la casa que compartía con su tabant, Daklar Bolbay … lo cual hizo que a Mary se le ocurriera una idea brillante: Ponter y ella podrían volver a casa de Ponter a pasar la noche, allá en el Borde. Después de todo, Adikor no estaba y eso permitiría a Bandra y Harb tener la casa de Bandra para ellos solos. A Ponter le sobresaltó la sugerencia: no era normal que una mujer acudiera a casa de un hombre, aunque, naturalmente, Mary ya había estado en la suya un par de veces … pero después de que ella le explicara su aprensión a la hora de hacer el amor con alguien más en la casa, Ponter accedió rápidamente y llamaron un cubo de viaje para que los llevara al Borde.

Después de un poco más de sexo maravilloso, Mary se relajó en la bañera hundida y circular mientras Ponter permanecía sentado en una silla. Fingía leer algo en un bloque de datos, pero Mary advirtió que sus ojos no se movían de izquierda a derecha … ni de derecha a izquierda. Pabo dormía en silencio a los pies de su amo.

La postura de Ponter era algo distinta a la de un varón Homo Sapiens: tenía una mandíbula larga (aunque sin barbilla), pero no la apoyaba en el brazo. Naturalmente, las proporciones de sus brazos no eran normales del todo. No, maldición, no; «normal» no era la palabra adecuada. Sin embargo, era probable que no le resultara cómodo adoptar la clásica pose del Pensador de Rodin. O … ¿por qué no lo había advertido Mary antes? El moño occipital] de Ponter añadía peso a la parte posterior de su cabeza, equilibrándola a la perfección. Tal vez, cuando reflexionaba, no apoyaba la cabeza porque no tenía ninguna necesidad de hacerlo.