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—El de mi madre, por supuesto. .

—¡Exactamente! Pero, con la concepción natural, no hay elección ninguna en absoluto! Es pura suerte cuál heredarán sus ojos porque deja que la ineficaz naturaleza produzca su esperma. Pero si secuenciáramos su ácido desoxirribonucleico, podríamos elegir la mejor de cada pareja de características que usted mismo ha heredado, y entonces crearíamos un conjunto de haploides que contuvieran solo las mejores tendencias. también podríamos hacer lo mismo con Mary: producir un haploide con sólo las características mejores de su repertorio. y entonces podríamos combinados juntos para producir el mejor hijo que pudieran tener. El hijo seguiría teniendo exactamente la mitad genética de su padre y la mitad de su madre, pero tendría la mejor combinación posible de sus respectivos materiales genéticos.

—¡Caramba! —dijo Mary, sacudiendo la cabeza—. No !legan a ser bebés de diseño, pero …

Vissan negó con la cabeza.

—No, aunque eso es también técnicamente posible con el escritor de codones: podríamos introducir alelos que no están presentes en ninguno de los dos padres. Pero ésa no fue nunca mi intención. La generación 149 será concebida dentro de poco … y yo quería que fuese la mejor generación de todas, con todas las características positivas de la gente que la engendró y ninguna de las negativas.

Volvió a negar con la cabeza y habló aún más bajo que de costumbre.

—Podría haber hecho tanto para mejorar nuestra especie como la purga del poso genérico.

Pasado un instante, Vissan se sobrepuso a su amargura, al menos momentáneamente.

—Parece que nunca será así. Pero al menos ustedes dos van a beneficiarse de esa posibilidad.

Mary sentía el corazón a punto de estallarle. ¡Iba a ser madre!

Iba a suceder de verdad.

—Esto es fabuloso, Vissan. ¡Gracias! ¿Puede enseñarnos cómo funciona?

—Por supuesto. Espero que tenga todavía las pilas cargadas … Tocó un control y, un momento más tarde, una pantalla cuadrada cobró vida en el centro de la unidad.

—Naturalmente, se puede conectar a un aparato mayor. Se meten las materias primas adecuadas por esta abertura. —Señaló un agujero en la parte derecha de la unidad—. Y el resultado sale por allí, suspendido en agua pura. —Indicó una espita en el extremo izquierdo—. Obviamente, habrá que conectarlo a un receptáculo estéril adecuado.

—¿Y cómo se especifica lo que se desea? —preguntó Mary, mirando fascinada la máquina.

—Una manera es por medio de la voz —dijo Vissan. Tiró de un mando y se dirigió al aparato—. Produce una cadena de ácido desoxirribonucleico de cien mil nucleótidos de largo, que conste del codón adenina-citosina-timina una y otra vez. —Miró a Mary—. Ése es el código del aminoácido …

—Trhreonina.

Vissan asintió.

—Exactamente.

Varias luces se encendieron en el aparato.

—Ah, ahí lo tienen … está diciendo que necesita que le suministren materias primas. —Señaló la pantalla—. ¿Ven? Están especificadas aquí. De todas formas, también se pueden emplear varias teclas para introducir daros. —Señaló un interruptor—. Se selecciona el modo de ácido desoxirribonucleico o ribonucleico aquí. Y luego se pueden introducir datos a cualquier nivel de resolución, hasta los nucleótidos individuales. —Indicó un recuadro de cuatro botones.

Mary asintió. El interruptor debía estar en modo ADN, ya que los botones mostraban los símbolos neanderthales de la adenina, la guanina, la timina y la citosina. Señaló otro conjunto de botones, dispuestos en un grupo de ocho por ocho.

—Y éstos deben ser para especificar los codones, ¿no?

Los codones eran las palabras del lenguaje genético, y había sesenta y cuatro, cada uno con tres nucleótidos. Cada codón especificaba uno de los veinte aminoácidos que se usaban para crear proteínas. Como había más codones que aminoácido, los codones múltiples significaban lo mismo: sinónimos genéticos.

—Sí, así es —respondió Vissan—. Estos botones permiten elegir codones, Oh, si no le importa qué codón se usa para especifica un aminoácido dado, se puede seleccionar el aminoácido por su nombre aquí. Señaló un grupo de veinte botones, colocados en cuatro líneas de cinco—. Naturalmente esos controles normalmente sólo se utilizan para corregir detalles: sería increíblemente tedioso especificar a mano una secuencia larga de ácido desoxirribonucleico. Normalmente, este aparato se conecta a un ordenador y simplemente descarga el diseño genérico que se desea crear.

—Sorprendente —dijo Mary—. No se creería usted la de vueltas que damos para separar los genes. Miró a Vissan—, Gracias.

—No hay de qué. Ahora, pongámonos a trabajar.

—¿Ahora?

—Por supuesto. No produciremos el ADN real, pero iniciaremos el proceso. Primero, tomaremos muestras de su ácido desoxirribonucleico y del de Ponter, y luego los secuenciaremos.

—¿Puede hacerlo aquí?

—El escritor de codones puede. Le suministramos una muestras de ácido desoxirribonucleico y dejamos que la analice. Debería tardar un diadécimo para cada espécimen.

—¿Un diadécimo para secuenciar un genoma personal entero? —dijo Mary, asombrada.

—Sí —respondió Vissan—. Empecemos, y luego iré a traer algo de comer.

—Con mucho gusto la ayudaré en la caza —dijo Ponter. Sonrió y levantó una mano—. Aunque sé que no lo necesita. —Agradeceré la compañía —contestó Vissan—. Pero primero recojamos ese material genético de cada uno de ustedes …

24

Si los peligros representados por el colapso del campo magnético de la Tierra nos han enseñado algo, es que la humanidad es demasiado preciosa para tener un solo hogar … que guardar todos nuestros huevos en una sola cesta es una locura…

Ponter llamó al conductor del cubo de viaje y le dijo que regresara a Kraldak, y que ya solicitarían más tarde otro cubo para que los llevase a casa.

Mary y Mega se quedaron en la cabaña, mientras Vissan y Ponter salían de caza. Mega le enseñó a Mary cómo funcionaba su juguete nuevo; Mary parafraseó parte de El libro de la selva de Kipling para Mega, y la niña le enseñó a su vez una cancioncilla neanderthal. El tiempo con Mega pasaba rápido … y Mary sabía que sería aún más maravilloso tener una hija propia.

Finalmente, Vissan y Ponter regresaron con un faisán que habían cazado para la cena y que Vissan procedió a cocinar mientras Ponter preparaba una ensalada. Resultó que había paneles solares en el techo de la cabaña de Vissan, y tenía una caja de vacío para almacenar comida, un calentador eléctrico, algunas lámparas luciferinas y otras cosas; sus amigos le habían hecho regalos de despedida cuando decidió dejar la estructurada sociedad neanderthal. En conjunto, a Mary no le pareció una mala vida, siempre que tuviera lectura de sobra. Vissan le mostró su bloque de datos, y cómo podía recargarlo con los colectores solares del techo de la cabaña.

—Tengo unos cuatro mil millones de palabras almacenadas en esto —dijo—. Mi acceso a las nuevas obras ha quedado cortado, naturalmente … pero no importa. Las obras nuevas son todas basura, de todas formas. ¡Pero los clásicos! —Vissan apretó el aparatito contra su pecho—. ¡Cómo adoro leer los clásicos!

Mary sonrió. Vissan hablaba igual que Colm cuando proclamaba las virtudes de Shakespeare y sus contemporáneos; ella había tenido que mantener sus novelas románticas de Arlequín fuera de la vista, para no empezar a discutir.

Tuvo que admitir que la comida estaba deliciosa o más bien, que estaba hambrienta después de todo lo que había caminado.