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Fuertes pisadas, alguien corriendo por el pasillo.

—¡Mare! ¡Mare!

Adikor apareció en la puerta, su rostro ancho y redondo aterrorizado.

—¿Qué ocurre?

—¡Lonwis Trob … se ha desplomado! Necesitamos ayuda médica y …

Y, a excepción de Bandra, que sabía el chiste del cazador que llamaba al 9-1-1, los neanderthales no tenían ni idea de cómo conseguir una cosa así; sus Acompañantes tampoco podían llamar a nadie en aquel lado del portal Mary se levantó y corrió pasillo abajo hasta el laboratorio de cálculo cuántico.

Lonwis estaba tendido boca arriba con los párpados temblorosos. Cuando los abrió, vieron sólo esferas lisas de metal azul; los iris mecánicos al parecer habían rodado hacia arriba.

Ponter estaba arrodillado junto a Lonwis. Empleaba el dorso de una mano, al parecer sin esfuerzo, para comprimir el pecho de Lonwis una y otra vez … una versión neanderthal del masaje cardiorrespiratorio. Mientras tanto, el Acompañante dorado de Lonwis hablaba en voz alta en idioma neandertal, describiendo los signos vitales de Lonwis.

Mary descolgó el teléfono que había en una de las mesas, marcó el 9 para conseguir línea exterior y luego el 9-1-l. —¿Bomberos, policía o ambulancia? —dijo la operadora.

—Ambulancia.

—¿Qué sucede?

—Un hombre con un ataque al corazón —dijo Mary—. ¡De prisa!

La operadora debía tener la dirección en pantalla, por el número de la llamada.

—Envío una ambulancia ahora mismo. ¿Saben hacer un masaje cardiorrespiratorio?

—Sí —respondió Mary—. Pero ya lo están haciendo y … tendría que habérselo dicho antes. El hombre que tiene el ataque es un neanderthal.

—Señora, es un delito serio …

¡No estoy bromeando! —exclamó Mary—. Llamo desde el Grupo Sinergía. Somos una cantera de investigación del Gobierno norteamericano, y tenemos neanderthales aquí.

Ponter seguía comprimiendo el pecho de Lonwis. Adikor, mientras tanto, había abierto el cinturón médico de Lonwis y usaba un inyector de gas comprimido para introducirle algo en el cuello.

—¿Puede decirme su nombre? —preguntó la operadora.

—¿Viene ya la ambulancia? ¿La ha enviado?

—Sí, señora. Está en camino. ¿Puede decirme su nombre?

—Mary N. Vaughan. V-A-U-G-H-A-N. Soy genetista.

—¿Qué edad tiene el paciente, señora Vaughan?

—Ciento ocho años … y no, no estoy bromeando. Es Lonwis Trob, uno de los neanderthales que visitaron las Naciones Unidas el mes pasado.

Stan Rasmussen (un experto en geopolítica que trabajaba pasillo abajo) había aparecido en la puerta. Mary cubrió el teléfono y le habló rápidamente.

—Lonwis está sufriendo un ataque al corazón. ¡Llame a Jock! Rasmussen asintió y se marchó corriendo.

—Voy a pasarla con los enfermeros —dijo la operadora del 9-1-1.

Un momento después se puso una voz diferente.

—Estamos a cinco minutos. ¿Puede describir el estado del paciente?

—No —dijo Mary—. Le pondré con su Acompañante.

Llevó el teléfono junto a Lonwis y le dijo al implante:

—Cambia al inglés, y responde todas las preguntas que te hagan. Viene ayuda de camino …

35

Y sin embargo, algunos de nosotros se establecerán de manera permanente en Marte. En las páginas de ciencia y ciencia ficción se habla hace tiempo de terraformar Marte … de hacerlo más parecido a la Tierra, aumentando su atmósfera y liberando su agua congelada para crear un mundo más adecuado para los humanos…

Jock, Ponter y Adikor corrieron al hospital Strong Memorial junto con el todavía inconsciente Lonwis Trob. No había nada que Mary pudiera hacer por ayudar, y a instancias de Jock se quedó en el Grupo Sinergía.

Mary tardó su buena hora en calmarse lo suficiente para volver al trabajo, pero finalmente lo hizo … Tuvo una ingrata sorpresa.

Una de las amigas de Mary en York era una fanática de Linux e intentaba convencer a todo el mundo en el departamento de genérica para que abandonaran Windows y se pasaran al sistema operativo Open Source. Mary tendía a permanecer al margen de las guerras informáticas (había permanecido neutral años antes durante las escaramuzas Mac-contra-PC), pero cada vez que su ordenador con sistema operativo Windows mostraba aquella pantalla azul de la muerte le entraban ganas de apoyar a los seguidores de Linux.

Y eso volvió a suceder por segunda vez aquel día. Mary apretó Control-Alt-Supr, pero después de soportar la interminable espera para que el sistema se reiniciara, descubrió que se negaba tenazmente a restablecer su conexión a la red.

Mary suspiró. Eran las siete de la tarde, pero no podía dar por terminada la jornada: Ponter y Adikor necesitarían que los llevara de vuelta a Bristol Harbour Village cuando regresaran del hospital.

Naturalmente, había muchos más ordenadores en la vieja mansión del Grupo Sinergía, pero, bueno…

Jock tenía un bonito sillón Aeron. Mary había leído acerca de ellos en los catálogos de Sharper Image. Se suponía que era supercómodo, un ciclo ergonómico. Claro que probablemente él lo había ajustado a la altura y las medidas de su largilucho cuerpo, pero, de todas formas, Mary podría probado si trabajaba en su despacho.

Se levantó y bajó las escaleras alfombradas de rojo vino. La puerta del despacho de Jock estaba abierta de par en par y Mary entró. Un gran ventanal daba a la bahía, sobre el paseo marítimo. Mary se estremeció a pesar de que todavía hacía calor allí dentro.

Se acercó al sillón de Jock, todo metal negro y plástico, con un respaldo de fina malla negra que se suponía que permitía que la piel respirará mientras estabas sentado. Sintiéndose como una niña traviesa, se sentó en la silla y se acomodó.

«Dios mío —pensó—. ¡Un producto cuya publicidad es cierta!» Era maravillosamente cómodo. Usó los pies para hacer girar el sillón a derecha e izquierda. Mary sabía que los Aerons costaban un ojo de la cara, pero tenía que conseguirse uno …

Después de relajarse unos instantes más, se dispuso a trabajar. Jock, que había abandonado el despacho a toda prisa en el momento de sufrir Lonwis Trob el ataque, seguía conectado a la red. Mary sospechaba que su propia clave funcionaría desde aquel ordenador, pero no estaba segura, así que decidió dejado y continuar trabajando como si fuera Jock. Abrió la carpeta «genética neanderthal» en el servidor y …

Mary alzó las cejas. Se pasaba casi todo el tiempo en aquella carpeta, pero ahora veía dos iconos que no había visto nunca. Se puso nerviosa: aunque era bastante buena a la hora de hacer copias de seguridad, temió que el pantallazo que había sufrido arriba hubiera estropeado el directorio raíz.

Decidió comprobarlo pulsando dos veces sobre uno de los iconos que no reconocía: una doble hélice roja y negra. Mary conocía casi todas las aplicaciones genéticas del mercado y sus iconos, pero ése le era desconocido.

Al cabo de un momento se abrió una ventana. Decía «USAMRIlD Geneplex-Surfaris» en la barra de títulos y debajo aparecía un cuadro de texto y fórmulas. USAMRIID era un acrónimo que aparecía a menudo en la bibliografía genética: las siglas del Instituto Médico del Ejército de los Estados Unidos para la Investigación de Enfermedades Infecciosas. Geneplex era, obviamente, el nombre del programa. Pero «Surfaris)} no significaba nada para Mary .

A pesar de todo miró el contenido de la ventana, y se quedó absolutamente de piedra. Parte de su trabajo anterior en Sinergía había estado relacionado con el intento de utilizar las instalaciones de cálculo de quorum para determinar cuántos pares de cromosomas había presentes, veintitrés o veinticuatro. Pero eso no había funcionado. Primero el mecanismo quorum parecía carecer de la habilidad para distinguir las cantidades con tanta precisión. Y segundo, los cromosomas sólo se distinguían de la cromatina durante la mitosis, la cual, naturalmente, no solía ser el estado habitual de la célula.