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– … (Da otro salto.)

– ¡No puedo creerlo! Fue evidentemente más alto. Se confirma mi hipótesis.

– (Apoya una mano en el hombro del señor Poc.) Estimado amigo… le debo la vida, jamás hubiera sospechado que estaba siendo atraído por la Luna.

– ¿Usted cree que a la Luna le gustan las naranjas?

– Quizás no le gusten, pero tiene poder sobre ellas.

– Tal vez las naranjas son a nosotros lo que los anzuelos a los peces.

– ¡Qué horror! Si no hubiera sido por su oportuna intervención quién sabe, quizás en un par de meses, o días, ya estaría flotando, elevándome irremediablemente.

– No quiero alarmarlo, pero… ¿ha comido mucha naranja últimamente?

– Tiene razón. Sí, como postre, en jugo, en ensaladas de frutas, en mermelada, pato a la naranja, lomo de cerdo a la naranja… estoy en peligro.

– No desespere, debemos pensar algo. Tiene que haber alguna solución.

– ¿Ponerme pesas en los pies? No, sería peor; por un lado, me atraería la Luna y por otro, me sostendrían las pesas. Moriría descuartizado.

– No, estaba pensando en otra cosa, debemos contrarrestar el efecto de las naranjas. Las naranjas, el color naranja en sí, usted sabe, está formado por…

– La combinación de rojo y amarillo.

– Que son colores cálidos, ¿cuál es el color frío opuesto?

– El azul.

– ¡Perfecto! ¡Debe comer cosas azules!

– Nuevamente me sorprende, es brillante. Veamos, debo comer cosas azules, pero no cualquier cosa, sino frutas azules. Eso es, frutas azules… ¡Las uvas!

– Exacto. Las uvas son las enemigas naturales de la Luna.

– Por favor, acompáñeme al mercado a comprar naranj… perdón, quise decir uvas, fue un lapsus.

– No. Aún está bajo su poder y lo estará por un tiempo. Las naranjas lo tentarán de manera irresistible y sentirá que las uvas son feas o malintencionadas, sucias. Debe cuidarse.

– Tiene razón, le juro que comeré uvas aunque muera aplastado contra la Tierra.

– No, las uvas son buenas. Ellas nunca le harían eso. No permita que se filtren pensamientos negativos, ¿quiere flotar disparado hacia la Luna?

– Por supuesto que no.

– Entonces recuerde que las uvas son las enemigas naturales de la Luna. Dígalo.

– Las naranj… ¡Caramba! ¡De nuevo!

– ¡Inténtelo! ¡Usted es más fuerte que las naranjas!

– (Con mucha dificultad.) Laa…as uu-vvvass… ¡Oh, siento que me hierve la sangre!