Pero no, era demasiado pronto para eso. Demasiado pronto. Mary apartó la mano, saltó de la capota del coche y abrió la puerta, las luces del cielo picoteándole en los ojos. Ocupó el asiento del conductor, y, al cabo de un momento, Ponter ocupó el de al lado, con la cabeza gacha. Viajaron en silencio el resto del camino hasta Sudbury.
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Palabra(s) clave: Neanderthal
El grupo ecologista Amanecer Esmeralda ha reivindicado la responsabilidad de la bomba del Observatorio de Neutrinos de Sudbury. Bonnie Jean Mah, directora del ONS, dice que no hubo ninguna explosión y achaca la destrucción de las instalaciones a una rápida infusión de aire…
Las radiografías del cráneo de Ponter Boddit fueron puestas a la venta en eBay esta mañana. La puja alcanzó los 355 dólares antes de que la web de subastas online retirara la oferta, después de que un portavoz del Hospital Regional de Sudbury declarara en la CBC Radio que debían de ser falsas…
El dólar canadiense cayó más de dos tercios de centavo ayer, mientras las relaciones entre Canadá y Estados Unidos siguen mostrando signos de tensión por la cuestión de quién debería controlar el destino del cavernícola intruso…
Indicaciones del campamento Montego, en Ontario Norte, dicen que los Neanderthales no comparten todas nuestras creencias científicas. De hecho, en lo que seguro que es un guiño a los creacionistas, los Neanderthales al parecer rechazan el Big Bang, la explicación favorita de la ciencia para el origen del universo…
Rumores sin confirmar hoy señalan que Rusia apunta a Ontario con misiles balísticos intercontinentales de ojiva nuclear. «Si ha entrado una plaga en nuestro mundo, alguien tiene que estar dispuesto a esterilizar la zona infectada, por el bien de la humanidad», dijo una persona que se identificó como Yuri A. Petrov en un foro de noticias de Internet dedicado a asuntos sanitarios…
Ponter Boddit ha accedido a lanzar la primera pelota en el SkyDome el jueves próximo, cuando los Blue Jays se enfrenten a los New York Yankees…
«Según la encuesta online de la CNN, las tres principales preguntas que a la gente le gustaría formular al Neanderthal son: ¿Cómo son las mujeres en su mundo? ¿Qué le pasó a nuestra especie de humanos en su mundo? ¿Cree usted en Jesucristo?»
Lurt, la mujer-compañera de Adikor, tenía derecho a ver su propio archivo de coartadas cada vez que quisiera. De hecho, había tenido motivos para acceder a él hacía unos pocos meses, cuando una fórmula que había escrito en el muropizarra había sido borrada accidentalmente por una aprendiza. En vez de intentar recrearla, simplemente fue al edificio de archivos, accedió a su grabación de coartadas, encontró una imagen buena y clara de la pizarra y anotó la cadena de símbolos.
A causa de su reciente visita, Lurt sabía que su cubo de coartadas estaba alojado en el receptáculo 13.997; se lo dijo a la mantenedora de coartadas, en vez de esperar a que lo buscara en su ordenador. La mantenedora acompañó a Lurt hasta el nicho, y Lurt volvió su Acompañante hacia el ojo azul.
—Yo, Lurt Fradlo, deseo acceder a mi propio archivo de coartadas por razones de curiosidad personal. Sello temporal.
El ojo se volvió amarillo: el cubo reconocía que Lurt era realmente quien decía ser.
La archivera alzó su Acompañante.
—Yo, Mabla Dabdalb, mantenedora de coartadas, certifico por tanto que la identidad de Lurt Fradlo ha sido confirmada en mi presencia. Sello temporal.
El ojo se volvió rojo sangre y su altavoz sonó.
—Muy bien —dijo la mantenedora—. Puede usar el proyector de la sala cuatro.
Dabdalb se dio la vuelta para marcharse y Lurt la siguió. Entró en la sala cuatro, que era una cámara pequeña con una sola silla. En algún lugar, en una de las otras salas, Lurt imaginó a un controlador vigilando las transmisiones de Adikor en tiempo real, a medida que eran recibidas y grabadas.
Pero ver algo ya grabado era distinto de intentar grabar y reproducir al mismo tiempo. Lurt tiró de las clavijas de control, seleccionó un día al azar, y vio cómo la holoburbuja ante ella se llenaba de imágenes banales de su trabajo en el laboratorio. Mientras las imágenes iban pasando, Lurt salió de la cámara como para ir al cuarto de baño. Cuando llegó a un pasillo donde no había nadie, se puso un par de guantes para cenar, sacó el aparatito que había traído consigo, lo activó y lo dejó caer en un tubo de reciclaje. Luego se quitó los guantes.
Bolbay estaba equivocada, pensó Lurt, silbando mientras regresaba a la cámara de visión. Las profundidades de la Tierra no eran el lugar perfecto para cometer un crimen sin ser observado. No, el lugar perfecto era allí dentro del pabellón de archivos, cuando nadie más te estaba mirando y tu propio cubo de coartadas estaba reproduciendo en vez de grabando…
Su primera idea había sido usar sulfuro de hidrógeno, que seguramente habría surtido el efecto deseado. Pero las concentraciones superiores a quinientas partes por millón podían ser fatales incluso en un corto periodo de tiempo. Luego pensó en almizcle de mofeta pero, cuando la buscó, la fórmula era compleja: transdibutenotiol, trimetilbutanetiol, transdibutenil tioacetato, y más. Finalmente, se contentó con sulfuro de amonio, el favorito de los niños traviesos que no habían aceptado aún el hecho de que sus Acompañantes grababan sus acciones.
Poseer un agudo sentido del olfato tenía sin duda sus ventajas, aunque Lurt había oído decir que el motivo por el que la gente comía tan pocas plantas (cuando otros primates se nutrían de ellas) era que la extrema sensibilidad a los olores hacía difícil tolerar la flatulencia que provoca una dieta rica en vegetales. De todas formas, eso era justo lo que había ordenado el médico… aunque el médico fuera un físico que intentaba escapar de la cuchilla del Gobierno.
A Lurt le pareció que lo olía la primera, antes que nadie, aunque su sala de visión no era la más cercana al pasillo donde había dejado el artilugio. Pero claro, ella lo estaba esperando, y sin duda dilataba las aletas de la nariz, expectante. Pero se negó a ser la primera en reaccionar. Se sentó hasta que oyó a los otros correr, y entonces salió de su sala, intentando no atragantarse con el horrible hedor. Un tipo grande y fornido salió de una de las salas de visión, cubriéndose la nariz con una mano. Lurt pensó que tal vez fuera el controlador que vigilaba las transmisiones de Adikor, y lo confirmó cuando, al salir ella misma, vio la holoburbuja que el hombre había estado contemplando, donde aparecían Jasmel y Adikor saliendo de la casa de Adikor.
—¿Qué es ese horrible olor? —dijo una vacilante Dabdalb, la mantenedora de coartadas, mientras Lurt pasaba junto a ella.
—¡Es horrible! —dijo otro cliente, corriendo hacia el vestíbulo. —¡Abrid las ventanas! ¡Abrid las ventanas! —gritó un tercero. Lurt se unió a la pequeña multitud que salía al aire claro y limpio del exterior del edificio. Sabía que pasaría al menos un cuarto de día antes de que el olor se disipara y fuera posible volver al interior.
Esperaba que fuera tiempo suficiente para que Adikor consiguiera lo que pretendía.
Mary fue a la Universidad Laurentian a la mañana siguiente, tras haber conseguido librarse de los periodistas que esperaban en el vestíbulo del Ramada. Se sintieron decepcionados porque Ponter no estaba alojado allí también. Al parecer Reuben le había dado a entender a los periodistas que podría estarlo… presumiblemente para alejarlos de la pista de Ponter; Mary lo había devuelto a la casa de Reuben la noche anterior, y, por lo que sabía, allí seguía.