Выбрать главу

A las diez y media de la mañana se sorprendió al encontrar a Louise Benoit en el pasillo del laboratorio de genética de la universidad. Louise llevaba unos ceñidos vaqueros recortados y una camiseta blanca atada en un nudo por encima de su liso vientre. Bueno, pensó Mary, hacía calor, pero desde luego… parecía que estuviera pidiendo…

No.

Mary se maldijo. Sabía que no era así. No importaba cómo se vistiera una mujer, tenía derecho a la seguridad, a poder caminar sin ser molestada.

Mary decidió ser amistosa y pronunció las pocas palabras que sabía en francés.

—Bonjour —dijo mientras se acercaba a Louise—. Comment ca va?

—Estoy bien. ¿Y tú?

—Bien. ¿Qué te trae por aquí?

Louise señaló pasillo abajo.

—Iba a visitar a unos amigos que conozco del departamento de física. No tengo nada que hacer en el ONS ahora mismo. Han terminado de achicar el agua de la cámara de detección y un equipo de los fabricantes originales está empezando a montar de nuevo la esfera, aunque eso llevará semanas. Así que se me ha ocurrido charlar de una idea que tengo con un par de personas de aquí… a ver si podían llenar algunas lagunas.

Mary se acercó a las máquinas expendedoras de aperitivos, con idea de comprar una bolsa de patatas Miss Vickie's con sal marina y vinagre de malta, un capricho que sólo podía permitirse en el sentido económico, aunque hacía tiempo que tenía la costumbre de empezar la semana de trabajo con un paquete de 43 gramos.

—¿Y lo han hecho? —preguntó Mary—. ¿Han llenado alguna laguna?

Louise negó con la cabeza y siguió a Mary, mientras se encaminaba pasillo abajo.

—Bueno, ésas son las mejores ideas, ¿no?

—Supongo —dijo Louise. Cuando llegaron al vestíbulo, Mary buscó en su bolso, sacó unas monedas y las introdujo en la máquina expendedora. Louise, mientras tanto, compró una taza de café en otra máquina.

—¿Recuerdas esa reunión que tuvimos en la sala de Inco? —dijo Louise—. Bueno, como dije entonces, según la interpretación del multiuniverso de la mecánica cuántica, cada vez que un evento cuántico puede ir en dos direcciones, va en dos direcciones.

—Una división de la línea temporal —dijo Mary, apoyando el trasero en el brazo de un sillón tapizado en vinilo del vestíbulo.

Oui —dijo Louise—. Bueno, me pasé algún tiempo hablando con Ponter sobre eso.

—Ponter lo mencionó. Debí de perdérmelo.

—Fue por la noche tarde y…

—¿Volviste a la habitación de Ponter después de que termináramos las lecciones de lengua? —Mary se sintió asombrada por el arrebato de (oh, Dios) celos que sentía.

—Claro. Me gusta estar despierta de noche, ya lo sabes. Quería saber más cosas sobre la visión que tienen los Neanderthales de la física.

—¿Y? —dijo Mary, intentando mantener un tono neutro.

—Bueno, es interesante —contestó Louise. Tomó un sorbo de café—. Aquí, en este mundo, tenemos básicamente dos interpretaciones de la mecánica cuántica: la de Copenhague y la del multiuniverso de Everett. La primera adjudica un papel especial al observador: la conciencia influye en la realidad. Bueno, esa idea causa incomodidad a muchos físicos: parece un regreso al vitalismo. La interpretación del multiuniverso de Everett fue un intento de sortear eso. Según ésta, los fenómenos cuánticos crean nuevos universos constantemente con cada posible resultado de una interacción cuántica en un universo distinto. No hacen falta observadores para dar forma a la realidad; en cambio, toda realidad susceptible de existir se crea automáticamente.

—Vale —dijo Mary, no porque realmente comprendiera, sino porque decir otra cosa le habría valido un sermón aún más largo.

—Bueno, la gente de Ponter tiene una sola teoría de la mecánica cuántica, que es una especie de síntesis de nuestras dos teorías. Permite muchos mundos (es decir, universos paralelos), pero la creación de esos universos no depende de eventos cuánticos aleatorios. Sólo se da como resultado de las acciones de observadores conscientes.

—¿Por qué no tenemos nosotros la misma teoría única, entonces? —preguntó Mary, mordiendo una patata particularmente grande.

—En parte porque hay muchas fórmulas matemáticas irreconciliables con ambas interpretaciones —dijo Louise—. Y, naturalmente, tenemos el viejo problema de la política científica: los físicos que están a favor de la interpretación de Copenhage han dedicado sus carreras a demostrar que es cierta; lo mismo pasa con la gente que está de parte de Everett. No van a sentarse todos y decir: «Tal vez los dos tengamos razón en parte y tal vez los dos estemos equivocados en parte.»

—Ah —dijo Mary—. Es como el debate entre la continuidad regional y la sustitución en antropología.

Louise asintió.

—Si tú lo dices… Pero supongamos que la síntesis Neanderthal de la física cuántica sea correcta. Eso implica que la conciencia (la voluntad humana) tiene el poder de crear nuevos universos. Bueno, eso plantea una cuestión importante. Presumiblemente al principio, en el momento del Big Bang, sólo había un universo. Más tarde empezó a dividirse.

—Tenía entendido que Ponter no cree en el Big Bang —dijo Mary.

—Sí, al parecer los científicos Neanderthales piensan que el universo ha existido siempre. Creen que a gran escala los virajes al rojo (que son nuestra principal prueba de un universo en expansión) son proporcionales a la edad, no a la distancia. Es decir, que la masa varía con el tiempo. Y creen que la estructura general de las galaxias y los cúmulos galácticos se debe a monopolos y filamentos de vórtice magnético que captan plasma. Ponter dice que el fondo cósmico de microondas (que nosotros interpretamos como el residuo de la bola de fuego del Big Bang) es en realidad el resultado de los electrones atrapados en esos fuertes campos magnéticos que absorben y emiten microondas. La absorción y la emisión, repetidas por miles de millones de galaxias, suavizó el efecto, dice, produciendo el fondo uniforme que nosotros detectamos ahora.

—¿Y eso te parece posible?

Louise se encogió de hombros.

—Voy a tener que investigarlo. —Dio otro sorbo de café—. Pero, ¿sabes?, después de contarme todo eso, Ponter dijo algo sorprendente.

—¿Qué?

—Supongo que le enseñaste lo que es una misa, ¿no?

—Sí. En la tele.

Louise se sentó en uno de los sillones forrados de vinilo.

—Bueno, al parecer esa noche estuvo viendo Vision TV, empapándose de más ideas religiosas. Dijo que nuestra historia de que el universo tiene un origen es sólo un mito creacionista, como el de la Biblia. «En el principio Dios creó los cielos y la tierra…», y todo eso. «Incluso vuestra ciencia está contaminada por este error de la religión», dijo Ponter. Mary se sentó también de manera correcta.

—Mira…, la física es tu campo, no el mío, pero tal vez Ponter tenga razón. Mencioné hace un momento la continuidad regional contra la sustitución; a veces eso se llama multi-regionalismo contra marcharse de África. Hay quien ha comentado que la sustitución, que es lo que yo y otros genetistas apoyamos, es también básicamente una postura bíblica: la humanidad surgió toda en África, expulsada de un jardín, y hay una clara línea que nos separa del reino animal, incluidos otros miembros contemporáneos del género Homo.

—Es un punto de vista interesante —dijo Louise.

—Y se puede argumentar que la otra parte también defiende una interpretación bíblica: los paralelismos entre el multi-regionalismo y las Diez Tribus Perdidas de Israel son bastante claros. Aparte de eso, está la hipótesis de la «Eva mitocondrial»: todos los humanos modernos se remontan en su origen a una sola mujer que vivió hace cientos de miles de años. Incluso el nombre de la teoría, ¡Eva!, demuestra a las claras que es una hipótesis que tiene apoyo más por sus resonancias bíblicas que por su calidad científica. —Mary hizo una pausa—. Bueno, lo siento, estabas hablando de la versión Neanderthal de la física cuántica…