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—No lo sé. No sé si es siquiera una posibilidad.

—¿Tienes hijos?

—¿Yo? No.

—¿Y no tienes hombre-compañero?

Mary inspiró profundamente y examinó un puñado de cubos de viaje que pasaban.

—Bueeeeno —dijo—, es complicado. Estuve casada, unida, a un hombre llamado Colm O'Casey. Mi religión…

Un bliip.

—Mi sistema de creencias no permite una fácil disolución de esas uniones. Colm y yo no vivimos juntos desde hace años, pero técnicamente seguimos unidos todavía.

—¿«Vivir juntos»? —repitió Lurt, asombrada.

—En mi mundo, el hombre vive con su mujer-compañera.

—¿y su propio hombre-compañero?

—No existe. Sólo hay dos personas en la relación.

—Increíble —dijo Lurt—. Yo amo enormemente a Adikor, pero desde luego no querría vivir con él.

—Es la costumbre de mi gente.

—Pero no de la mía —dijo Lurt—. Si fueras a continuar esta relación con Ponter, ¿dónde viviríais los dos? ¿En su mundo o en el tuyo? Él tiene hijas aquí, lo sabes, y un hombre-compañero, un trabajo que le gusta.

—Lo sé —dijo Mary; el corazón dolorido—. Lo sé.

—¿Has hablado con Ponter de algo de esto?

—Iba a hacerlo, pero… pero entonces descubrí lo de Daklar.

—Sería muy difícil que funcionara —dijo Lurt—. Sin duda lo comprendes.

Mary resopló ruidosamente.

—Lo comprendo. —Hizo una pausa—. Pero Ponter no es como los otros hombres que conozco.

Se le ocurrió una comparación tonta: Jane Porter y Tarzán de los monos. Jane se había vuelto loca por Tarzán, quien en efecto no se parecía a ningún hombre que había conocido. Y Tarzan, salvaje, criado por simios tras la muerte de sus padres, lord y lady Greystoke, era único, verdaderamente único. Pero Ponter había dicho que había ciento ochenta y cinco millones de habitantes en su mundo, y tal vez todos aquellos hombres eran como Ponter, distintos a los ásperos, rudos, sañudos y débiles hombres del mundo de Mary.

Pero, al cabo de un momento, Lurt asintió.

—Sí, Ponter tampoco se parece a los otros hombres que conozco. Es sorprendentemente inteligente y verdaderamente amable. Y…

—¿Sí? —dijo Mary, ansiosamente.

Pero pasó un rato antes de que Lurt continuara.

—Hubo un hecho, en el pasado de Ponter. Fue… herido.

Mary tocó amablemente el enorme antebrazo de Lurt.

—Sé lo que pasó entre Ponter y Adikor. Lo sé por la mandíbula de Ponter.

Mary vio que la ceja continua de Lurt subía hacia su frente antes de volver su atención hacia el camino que tenían delante.

—¿Ponter te lo dijo?

—Lo de la fractura, sí. Yo la había visto en radiografías. No quién se la hizo. Me enteré por Daklar.

Lurt pronunció una palabra que no fue traducida, y luego dijo:

—Bueno, sabes que Ponter perdonó a Adikor, total y completamente. Es algo que poca gente hubiese hecho. —Hizo de nuevo una pausa—. Y, supongo, dada su admirable trayectoria en estos asuntos, que no es muy sorprendente que al parecer haya perdonado a Daklar también.

—Bueno —dijo Mary—, ¿qué debo hacer?

—Tenía entendido que tu gente cree en una especie de existencia después de ésta.

Mary se sobresaltó ante el aparente non sequitur.

—Mm, sí.

—Nosotros no, como estoy segura de que te habrá dicho Ponter. Tal vez, si creyéramos que hay más en la vida que sólo esta existencia, tendríamos una filosofía diferente. Pero déjame que te cuente cuál es el principio que nos guía.

—Por favor.

—Vivimos nuestras vidas para minimizar los pesares en el lecho de muerte. Eres una 145, ¿no?

—Tengo treinta y nueve… años, quiero decir.

—Sí. Bueno, entonces estás quizás en la mitad de tu vida. Pregúntate a ti misma si… dentro de otros treinta y nueve años, por usar tus palabras, cuando tu vida esté terminando, lamentarás no haber intentado conseguir que tu relación con Ponter funcione.

—Sí, eso creo.

—Escucha con atención mi pregunta, amiga Mary. No te estoy preguntando si lamentarías no intentar esta relación si fuera a tener éxito. Te estoy preguntando si lamentarías no intentarlo aunque fracase.

Mary entornó los ojos a pesar de que se sentía cómoda tras las lentes azules.

—No estoy segura de entender lo que quieres decir.

—Mi contribución es la química —dijo Lurt—. Ahora. Pero no fue mi primera opción. Quise escribir historias, crear ficción.

—¿De verdad?

—Sí. Pero fracasé. No había público para mis relatos, ninguna respuesta positiva a mi trabajo. Y por eso tuve que hacer una contribución diferente; tenía aptitud para las matemáticas y las ciencias, y por eso me hice química. Pero no lamento haber intentado y fracasado escribir ficción. Naturalmente, hubiese preferido tener éxito, pero en mi lecho de muerte sabría que me sentiría más triste si no lo hubiera intentado nunca, si nunca hubiera intentado ver si podría tener éxito con eso, en vez de intentarlo y fracasar. Lo intenté… y fracasé. Pero soy feliz por el conocimiento que obtuve del intento.

Lurt hizo una pausa.

—Obviamente, tú serás más feliz si tu relación con Ponter sale bien. ¿Pero serás mas feliz en tu lecho de muerte, amiga Mary, sabiendo que intentaste una relación a largo plazo con Ponter y fracasaste o que nunca lo intentaste siquiera.

Mary reflexionó sobre esto. Caminaron en silencio varios minutos.

—Tengo que intentarlo —dijo Mary por fin—. Me odiaría a mí misma si al menos no lo intentara.

—Entonces —dijo Lurt—, tu camino está claro.

35

Todavía faltaba un día para que Dos se convirtieran en Uno, pero Ponter y Mary se encontraron en el Pabellón de Archivos de Coartadas. Ponter la había conducido al ala sur, y ahora estaban delante de una pared llena de pequeños compartimentos, cada uno con un cubo de granito reconstituido de aproximadamente el tamaño de una pelota de voleibol. Mary había aprendido a leer los números neanderthales. Aquel cubo en concreto al que Ponter acercaba su Acompañante era el número 16.321. No tenía ninguna otra etiqueta pero, como en todos los cubos, una luz azul brillaba en el centro de una de sus caras.

Mary sacudió la cabeza, asombrada.

—¿Tu vida entera está grabada aquí dentro?

—Sí.

—¿Todo?

—Bueno, todo menos el trabajo realizado allá abajo, en las instalaciones de cálculo cuántico: las señales de mi Acompañante no podían atravesar los miles de brazadas de roca de encima. Oh, y mi primer viaje entero a tu mundo falta también.

—¿Pero el segundo viaje no?

—No, eso se descargó en cuanto los archivos de coartadas readquirieron la señal de Hak, cuando salimos de la mina, Una grabación entera de ese viaje está guardada aquí.

Mary no estaba del todo segura de cómo se sentía por eso. Desde luego no era un modelo de buena chica católica, pero ahora había una película porno de primera ahí dentro…

—Sorprendente —dijo Mary, Lilly, Kevin y Frank, del Grupo Sinergia, matarían por estar delante. Miró de nuevo el bloque de granito reconstituido. ¿Puedes borrar las memorias almacenadas?

—¿Por qué querrías hacer eso? —preguntó Ponter. Pero entonces apartó la mirada—. Lo siento. Una pregunta estúpida.

Mary negó con la cabeza. A pesar de lo que habían venido a investigar, Mary no estaba pensando en la violación.

—La verdad es que estaba pensando en mi primer matrimonio. De repente sintió que las mejillas se le ponían coloradas. Nunca antes se había referido al tema como su primer matrimonio.

—De todas formas —dijo—, empecemos.

Ponter asintió y se acercaron al mostrador, donde le habló a una mujer mayor.