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– Petricelli, sí. Y uno de los estudiantes.

– ¿Sólo uno?

– Hace dos días el joven que debía ocupar el asiento 22B llamó a su padre desde Costa Rica.

– ¿No estaba en el avión?

– Cuando se encontraba en la sala de espera un tío le ofreció mil pavos por su tarjeta de embarque.

– ¿Por qué no se presentó antes?

– Estaba en medio de la selva y completamente incomunicado, no se enteró del accidente hasta que no regresó a San José. Luego estuvo dudando un par de días antes de llamar a casa porque sabía que la fiesta había acabado por echar el semestre por la borda.

– ¿Quién es el pasajero sustituto?

– El cabrón con menos suerte del universo.

Esperé.

– Un contable de Buckhead. Le encontramos a través de una huella dactilar del pulgar.

Me miró durante un momento que pareció interminable. Aguanté su mirada. La tensión entre nosotros era evidente.

– Éste no es el lugar, Tempe, pero es necesario que hablemos. Soy un hombre justo, pero he actuado injustamente contigo. Ha habido muchas presiones.

– Denuncias.

Aunque Maggie continuaba con los ojos fijos en el suelo, el ritmo de su rascador se alteró perceptiblemente. Sabía que estaba escuchando.

– Incluso la gente sensata toma decisiones imprudentes.

Después de decir eso, se marchó.

Nuevamente me pregunté qué quería decir. ¿Las decisiones imprudentes de quién? ¿Mías? ¿De él? ¿De alguna otra persona?

Las siguientes cuarenta y ocho horas transcurrieron con rascadores y pinceles y huesos humanos. Mi equipo cavaba y registraba los hallazgos mientras los ayudantes de Crowe sacaban la tierra y la tamizaban. Ryan me traía café y donuts y noticias del accidente aéreo. McMahon me traía información de las operaciones que se realizaban arriba. Le entregué el diario de la señora Veckhoff y le expliqué mis notas y teorías durante las pausas para almorzar.

Olvidé los nombres grabados en la piedra. Olvidé las extravagantes caricaturas que nos observaban en silencio desde las paredes y los techos. Olvidé las extrañas cuevas y cámaras subterráneas en las que estaba trabajando.

En total, recuperamos ocho cuerpos, el último de ellos en Halloween.

Al día siguiente supimos quién había volado en pedazos el avión de TransSouth Air.

Capítulo 28

– Una pipa. De las que te pones en la boca y fumas.

McMahon asintió.

– En una maleta que había sido registrada.

– Mi voz denotaba mi incredulidad.

– Un empleado de la compañía aérea recuerda haberle dicho a este tío que llegaba en el último momento que su bolsa de lona era demasiado grande para llevarla en la cabina y tendría que facturarla. El tío estaba sudado y distraído, se quitó la cazadora y la metió en la bolsa antes de entregársela al encargado del equipaje. Dicen que se dejó una pipa encendida en uno de los bolsillos de la chaqueta.

– ¿Qué hay de los detectores de humo? ¿Los detectores de incendio?

– No hay detectores en el compartimento del equipaje.

Ryan, McMahon y yo estábamos sentados en unas sillas plegables de una sala de reuniones en la central del NTSB. Larke Tyrell estaba sentado al final de nuestra fila. La parte delantera de la sala estaba ocupada por personal de los equipos de respuesta e investigación, mientras que los periodistas se amontonaban en la parte trasera.

Magnus Jackson estaba haciendo una declaración y proyectaba diapositivas en una pantalla que colgaba a sus espaldas.

– El vuelo 228 de TransSouth Air fue derribado por una imprevisible coincidencia de hechos que provocaron un incendio, una explosión, la despresurización del aparato y su estallido en el aire. En ese orden. Lo explicaré paso a paso y responderé a sus preguntas cuando haya terminado.

Jackson pulsó las teclas de un ordenador portátil y proyectó un esquema de la cabina de pasajeros.

– El cuatro de octubre, aproximadamente a las doce menos cuarto de la mañana, el pasajero Walter Lindenbaum se presentó ante James Sartore, empleado de la compañía aérea TransSouth Air, para embarcar en el vuelo 228. Sartore acababa de hacer la última llamada para embarcar y declaró que el señor Lindenbaum estaba extremadamente agitado, temía haber perdido su plaza en el avión por haber llegado tarde.

»E1 señor Lindenbaum llevaba dos bolsas, una pequeña y una bolsa de lona más grande. El agente Sartore le informó de que en el compartimento superior destinado al equipaje de mano no había espacio para la bolsa de lona y que era demasiado grande para colocarla debajo del asiento. Entonces colocó una etiqueta en la bolsa y le dijo a Lindenbaum que la dejase en la cinta y que un mozo de equipaje se encargaría de llevarla al avión. El señor Lindenbaum se quitó entonces una cazadora de punto, la metió en la bolsa y embarcó.

Jackson mostró un recibo de tarjeta de crédito.

– El extracto de la tarjeta de crédito del señor Lindenbaum refleja la compra de una botella de un litro de ron Demerara la tarde anterior al vuelo.

Pulsó otras teclas y el recibo fue reemplazado por varias tomas de una bolsa de lona chamuscada.

– La bolsa del señor Lindenbaum y su contenido, y solamente estos objetos, de todos los artefactos recuperados del accidente -enfatizó estas palabras con una dura mirada a todos los asistentes- presentan signos de quemaduras geométricas simétricas con una mayor combustión interna que externa.

Mostró los signos con su puntero láser.

– Las entrevistas mantenidas con miembros de su familia han revelado que Walter Lindenbaum era fumador de pipa. Cuando accedía a una zona de no fumadores tenía la costumbre de meter la pipa en un bolsillo para volver a encenderla después. Todas las pruebas apuntan a la presencia de una pipa encendida en el bolsillo de la chaqueta de Lindenbaum cuando ésta entró en el compartimento de carga del avión.

Un creciente murmullo se extendió por la parte trasera de la sala. Los periodistas alzaron la mano y gritaron varias preguntas. Jackson les ignoró al tiempo que proyectaba unas imágenes adicionales de ropa quemada, desdoblada y vuelta a doblar.

– En el interior del compartimento de carga, los fragmentos de tabaco y cenizas encendidos cayeron del hornillo de la pipa y propagaron la combustión incandescente al resto de los tejidos de la bolsa, generando lo que llamamos un punto de ignición.

Más imágenes de lona y ropa quemadas.

– Lo repetiré. Estas pruebas de quemaduras geométricas no han sido halladas en ningún otro elemento recuperado de entre los restos del accidente. No entraré en detalles ahora, pero el comunicado de prensa explica cómo la prueba de la combustión lenta de ropas dobladas en el interior de una maleta no puede ser explicada por nada que haya sucedido después de una explosión en vuelo.

La siguiente imagen mostró fragmentos de cristal ennegrecidos por el humo.

– La botella de ron del señor Lindenbaum. Dentro de la bolsa de lona, con un contenido poco compacto, el humo se extendió a una temperatura que coincide con la producida por la combustión localizada, una temperatura más caliente que la botella y su contenido, que no participaron en el proceso de combustión. La botella quedó intacta y el humo se depositó sobre ella. Estos depósitos, que pueden verse en esta imagen, han sido analizados por los técnicos de nuestro laboratorio. Los productos de la descomposición presentes en el humo coinciden con el punto de origen tal como lo estoy describiendo. En la botella se identificaron positivamente restos de humo de tabaco, entre otros vestigios, especialmente teniendo en cuenta que el análisis forense también disponía como referencia de hebras de tabaco sin quemar en el hornillo de la pipa.

Jackson cambió la imagen por otra que mostraba un esquema del avión.

– En el Fokker-100, las tuberías del combustible corren por debajo del suelo de la cabina, encima de los compartimentos de carga, desde los depósitos de las alas hasta los motores montados a popa del aparato.

Trazó el recorrido con el puntero, acercó un primer plano de una tubería de combustible y luego concentró la imagen en una junta.

– Nuestro equipo de estructuras ha encontrado pruebas de una grieta en una junta de la tubería de combustible a su paso a través del mampaco de separación situado en la parte trasera del compartimento del equipaje. Con toda probabilidad, esta grieta fue producida por una junta defectuosa que actuó a modo de elevador de la tensión.