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Como esta conversación está teniendo lugar en inglés, Cary Faithful responde lo siguiente, acompañado de una imperceptible elevación de su ceja derecha:

– Of course you are, my dear.

De haber tenido lugar en español dicho diálogo, Cary hubiera respondido algo como «claro que lo eres, querida», mientras que su pensamiento era este otro:

– Sí, y que santa Lucía te conserve la vista, Miri.

Es importante que se preste mucha atención a las siguientes instrucciones, lee Ágata Uriarte con intención de seguir al pie de la letra lo que indica el prospecto del producto farmacéutico que tiene entre manos en ese momento. Nongrass 321 es un medicamento de última generación cuya eficaz función consiste en impedir que las enzimas que digieren la grasa se unan a ella y ejerzan su acción. Esto impide que se absorban las grasas de la dieta. Su acción queda limitada al intestino, por lo que no tiene efecto sobre ninguno de los demás órganos, como pueden ser el corazón, hígado o cerebro. Las encimas lipasa y amilasa bla, bla, bla.

Ágata no puede evitarlo. Cada vez que lee el prospecto de uno de los muchos preparados que constituyen su colección de adelgazantes, se le va el santo al cielo, su atención comienza a divagar y ella a pensar en otras cosas. O, si no, en el mejor de los casos, lo que lee se le entremezcla con pensamientos, más o menos así:

Encimas lipasa y amilasa controlan la digestión de las grasas e hidratos de carbono… «Mira tú, parece que ese libro que mi querida hermana tuvo a bien dejar en mi mesilla de noche alguien lo ha puesto ahora sobre la cama. A ver cuál es.»

Cuando las enzimas ven frenada su actividad por acción de Nongrass 321, la absorción de grasas resulta… «Bah, La muerte de Roger Ackroyd, de Agatha Christie, vaya chasco. Por la carátula minimalista que tiene parecía otro tipo de literatura…» Se recomienda tomar Nongrass tres veces al día, antes o durante las principales comidas ricas en grasa. Debe ingerirse con un vaso de agua… «Por lo que se ve, Olivia sigue empeñada, como cuando éramos niñas, en lograr que me guste la literatura de mi tocaya; difícil lo tiene, la verdad…» Está absolutamente contraindicado tomar Nongrass en caso de estar en tratamiento con laxantes osmóticos…. «Aún así, recuerdo que esta novela en concreto me la prestó hace añares y me gustó bastante. Al final resulta que el mismo personaje (un médico), que cuenta la historia en primera persona, es el asesino…» aunque es preferible consultar a su dietista si está usted consumiendo fibra… «Una trama realmente ingeniosa, sí señor…» tampoco se debe tomar Nongrass 321 en caso de embarazo o lactancia, presentar cuadros diarreicos, déficits vitamínicos, enfermedad inflamatoria intestinal, bla, bla, bla…

La lista de contraindicaciones es tan larga que Ágata deja por fin el prospecto que tiene entre manos para volver a interesarse en el libro. Piensa en abrirlo y hojearlo un poco pero al final desiste, se hace tarde. «A lo mejor le echo otro vistazo mañana o pasado», concluye antes de volver a dedicar su atención al maldito Nongrass 321.

«Bueno, allá va mi experimento adelgazante de hoy», se dice ahora, al tiempo que descarta definitivamente el libro y se dispone a guardar en un pastillero de nácar la mágica pildorita que ha elegido, entre varias otras, ingerir esa noche media hora antes de que comience la cena. Los médicos desaconsejan vivamente lo que está a punto de hacer, probar un día un adelgazante y al siguiente otro. Incluso le parece oír la voz de su dietista: «… Ni falta que te hace Ágata, tu problema de obesidad es mínimo, seis o siete kilos no son nada.»

«Eso, como siempre, depende de con quién se compare uno -piensa ella con un suspiro entre irónico y falsamente trágico antes de añadir que ya le gustaría ver a Toñi, su dietista, en este barco de ricos y guapos. Seguro que ella (que no es precisamente un junco, dicho sea de paso) también tomaba medidas drásticas. No tendría más remedio que hacerlo, no sólo porque hay ambientes en los que una se siente, inevitablemente, como una morsa, sino porque Ágata está segura de que Olivia, con la ayuda de ese ejército de silenciosos tripulantes orientales, les tiene preparadas unas comilonas estupendas a las que será dificilísimo resistirse, maldita sea-. Porque otra cosa no será mi querida hermana, pero hay que concederle que siempre ha sido una anfitriona de primera -piensa ahora antes de decirse que precisamente ésa es la razón por la que ha traído con ella todo su muestrario de productos-milagro-. Y según reza, por ejemplo, este pesadísimo prospecto de Nongrass 321 que acabo de leer, gracias a esta pildorita, podré comer todo lo que me dé la gana con la tranquilidad de que resbalará intestino abajo sin engordarme ni un gramo.»

«Ay -añade entonces con un pequeño suspiro irónico- si una pudiera nongrassarse no sólo por dentro sino por fuera para que le resbalaran otras cosas en esta vida además de la comida…»

SEGUNDA PARTE

Los Diez N egritos

En medio del silencio se oyó una voz…

inesperada, sobrenaturaclass="underline"

«Señoras y caballeros. Silencio por favor.»

Todos se sobresaltaron, se observaron

unos a otros y escudriñaron las paredes.

¿Quién había hablado? La voz continuó alta y clara:

«Os acuso de los siguientes crímenes.»

Agatha Christie,

Los diez negritos

Un brebaje muy especial

– Mirad todos, esto es lo que yo llamo un Sparkling Cyanide -dijo Olivia Uriarte observando al trasluz su copa en la que brillaba un líquido azul intenso. Acababa de encender un cigarrillo, y dejó que el humo se enroscara en el esbelto pie de la copa, igual que un áspid-. ¿A que parece letal? Sin embargo, se trata sólo de una parte de Curaçao, tres de champagne y un suspiro de angostura. Apuesto que nunca imaginasteis que un brebaje así podía ser tan delicioso.

Pronto serían las dos de la madrugada. Las drizas tintineaban contra los mástiles y una luna menguante iluminaba en gris la bañera del barco donde se había servido la cena. Después de la comida (que, tal como había imaginado Ágata, fue deliciosa) algunos invitados expresaron su deseo de regresar al interior de barco, no sólo para combatir el relente de la noche sino también, o mejor dicho sobre todo, para contrarrestar el extraño efecto de aquel brebaje con el que Olivia se había empeñado en hacer un brindis a los postres.

(-¡Hasta el fondo y de un solo trago! ¡Venga, como los vikingos, todo de un golpe!)

– Creo que será mejor que me vaya a la cama, estos horarios españoles matan a cualquiera -dijo Cary Faithful en inglés mientras comenzaba a ponerse en pie.

Pero descubrió que la cabeza le daba tantas vueltas que no tuvo más remedio que desistir y volvió a sentarse pesadamente.

– Prohibido irse a la cama -dijo Olivia con una sonrisa-. Además, todavía falta lo mejor. ¿Estáis preparados para una gran sorpresa?

A continuación fue Ágata la que intentó levantarse.

– Ya está bien, Oli, es tardísimo y estamos todos cansados. ¿No pretenderás que juguemos ahora a uno de esos tontos pasatiempos sociales tipo descubra al asesino o el juego de la verdad, supongo? Venga, déjalo. Ya habrá tiempo mañana; yo también me voy a dormir.

Eso dijo, pero no logró moverse. Tenía los músculos rígidos.

– Carámbanos, Oli. ¿Qué demonios has puesto en este mejunje?

– Ya os lo he dicho -sonrió ella-, se trata sólo de Curaçao con Dom Pérignon, una combinación inofensiva. ¿No os sentís maravillosamente bien?