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Karina dio un sorbo al cálido brebaje y miró al hombre que tenía a su lado.

– Estás realmente aburrido, ¿verdad?

– Jamás podría aburrirme a vuestro lado, princesa -respondió él suavemente, en un tono jocosamente engolado.

Y era verdad en cierto modo. Aunque reconocía que un pase de modelos no era su idea de diversión. Acompañar a una princesa caprichosa era una rutina muy distinta a la que desarrollaba durante sus días en el cuerpo de policía.

– Pero ¿sabes lo que sí es realmente aburrido? La ropa que estás viendo. No sabía que todavía hubiera lugares que vendieran la moda que llevaba mi abuela en su juventud.

Karina suspiró.

– A mi tía le gusta mantenerme bien anclada al pasado.

Jack la miró unos segundos.

A él no le agradó el comentario.

– Tú has sido la que me ha pedido consejo.

– Sí, tienes razón. Por favor, continua.

Él se hizo esperar unos segundos pero, finalmente, continuó.

– De acuerdo. Si alguien quiere besarte, está en tu mano valorar cuando quieres decir que sí o que no.

– ¿Y si decido que quiero besarlos a todos?

– ¡No! -respondió él frenéticamente-. Porque un beso no es solo un beso.

Ella lo miró interrogante.

– ¿Qué es?

– Es una invitación, una proposición. Es el modo en que una mujer abre la puerta a su alma.

Ella lo miró sorprendida.

– ¿Un pequeño beso puede hacer eso?

– Sí.

Ella lo miró fijamente y, de repente, comenzó a entender sus consejos. Sintió un poco de ese poder del que él hablaba y notó que a él le gustaba. Era un sensación embriagadora que la incitaba a pensar en cosas que no había pensado antes…

De pronto se levantó y se situó a su lado.

– Creo que deberías besarme ahora -le insinuó suavemente.

Él la miró confuso unos instantes, pero pronto reaccionó.

– No quiero besarte.

Karina sonrió ligeramente.

– Claro que quieres -dijo ella-.Me gustaría que fuéramos totalmente honestos. Yo sé que quieres besarme y yo estoy ansiosa por que lo hagas. ¿Qué nos lo impide?

Él pensó en darse la vuelta y apartarse de ella. Pero ya no podía. Estaba demasiado cerca, su aroma llenaba sus sentidos y lo inmovilizaba.

– Princesa… ¿No podemos hacer esto?…

– Jack -dijo ella-. Si no me besas tú, alguno será el primero. Yo quiero que seas tú.

– Bueno… solo un beso pequeño, uno rápido… sin tocarte…

Ella se puso las manos detrás de la espalda y él apretó los puños y dejó los brazos caer a lo largo de su cuerpo.

Karina cerró los ojos.

Lo primero que la sorprendió fue que sus labios fueran tan suaves. Era un hombre duro y fuerte y, sin embargo, sus labios eran suaves. Sintió un calor intenso que subía por su cuerpo como el humo, mientras el fuego ardía en sus venas. Cada nervio estaba alerta, preparado para el ataque inminente.

Mantuvo las manos atrás, pero se arqueó ansiosa de sentir sus senos contra los de él. Al mismo tiempo, sus labios se abrieron y la punta de la lengua de él los tocó. Él se sobresaltó y se apartó de ella.

– No era mi intención hacer eso -comenzó a decir. Luego, maldijo y se dio la vuelto exasperado.

Ella se quedó de pie, con el rostro iluminado, los labios entreabiertos y dejando adivinar que quería más.

Él parecía consternado.

Se volvió hacia ella con resolución.

– Vamos a hablar las cosas claramente y a enfrentarnos a una serie de hechos -le dijo él en un tono casi acusatorio-. Tú eres una princesa, perteneces a una élite. Yo soy un don nadie, que no viene de ninguna parte y que no tiene nada.

Ella parpadeó.

– Jack…

– De hecho, estoy en este trabajo solo porque me han suspendido temporalmente de empleo y sueldo en la policía, y no sé aún si será definitivo.

Aquella sí era una nueva noticia para ella. No sabía ni qué decir.

– Pero eso no importa, Jack. Yo sé qué tipo de hombre eres tú.

– ¿Lo sabes? -él negó con la cabeza-. Si ni siquiera lo sé yo. Tú sabes de dónde procedes. Tienes libros enteros con tu árbol genealógico. Yo no sé nada de mi pasado, excepto que, por algún lado, hay un italiano o italiana entre mis antepasados. He crecido sin historia, sin raíces y sin dinero -habría querido añadir «sin amor», pero no lo hizo-. Tú sabes que no hay ninguna posibilidad de que llegue a haber algo entre nosotros.

Karina alzó los ojos al cielo e hizo un gesto exagerado.

– Ahórrate el discurso -le dijo-. No soy ninguna niña tonta y no voy a enamorarme de ti. Le estás dando a todo esto más importancia de la que tiene -se encaminó hacia la puerta y se detuvo antes de salir-. Lo único que yo quería era que me enseñaras a besar.

Abrió la puerta y se adentró en la noche.

Jack se quedó mirando a la oscuridad un momento, hasta que reaccionó y salió tras ella. Se apresuró a aproximarse a Greg y a entretenerlo para que ella pudiera pasar sin ser vista.

Cuando, finalmente, regresó a su apartamento, cerró la puerta y se apoyó sobre ella. Cerró los ojos y se rio suavemente al darse cuenta de que ella había aprendido su lección muy bien. Sabía hacer uso de su poder. No tenía que preocuparse de su interacción social.

Pero algo hizo que su sonrisa se desvaneciera rápidamente. Sabía que iba a ser una noche larga y que tendría que luchar contra su cuerpo a cada minuto.

Capítulo 6

MANTÉNGASE alejada de Jack Santini. No es bueno para Su Alteza. Karina bajó los ojos esperó pacientemente a que el señor Bodnick terminara su reprimenda.

– Si hubiera sabido que esto iba a ocurrir, no lo habría contratado. Pero debería habérmelo imaginado, ¿verdad?. Después de todo, ya sabía lo de su suspensión en el departamento. También había una mujer de por medio. Era su compañera. Debería haberlo tenido en cuenta…

– Señor Blodnick-dijo ella calmadamente-. Si me escuchara un momento,…

– Lo siento, Su Alteza, pero al hacerme una pregunta como ésa.

– Señor Blodnick, no ha pasado nada, ni estoy contemplando llevar a cato ningún tipo de transgresión a mi estatus. Todo está bien. Solo le he pedido que me cuente lo que sepa sobre el señor Santini. Es mera curiosidad, nada más. No tiene por qué alterarse.

– Su Alteza, ¿está segura? Porque no querría ser el causante de que usted arruinara su vida.

Karina se rio y le apretó la mano con afecto.

– Estoy segura. Ahora, dígame, ¿por qué suspendieron a Santini?

Ella miró torturado.

– ¿Le ha contado a la duquesa algo sobre esto?

– Jamás se me ocurriría. Fui yo la que le pidió que lo contratara. ¿Cree que le daría a mi tía un motivo para que me dijera, una vez más, lo equivocada que estoy?

– Por supuesto que no.

– Exacto. Ahora, cuénteme lo que sepa.

Él se removió en su asiento, claramente incómodo con la situación.

– La verdad es que no sé los detalles. Solo sé que dejó que sus sentimientos por una mujer se interpusieran en su trabajo, y acabara cargando con las culpas de algo que hizo ella.

– Ya… -sus palabras le resultaron inesperadamente hirientes, pero no lo mostró.

– Al parecer lo están investigando y a finales de agosto decidirán sobre su futuro. Si está limpio, lo readmitirán de inmediato en el cuerpo. Pero si se presentan cargos contra él…

Ella asintió.

– ¿Hubo un romance de por medio? -preguntó ella, con la esperanza de que su voz no temblara.

Él dudó.

– Lo único que sé es que las mujeres siempre se enamoran de Jack. Así que imagino que hubo algo.

Ella sonrió y se levantó.

– Gracias, señor Blodnick. Ha sido usted de mucha ayuda. ¿Le contará todo esto a la duquesa?

Él hizo una mueca.

– Jamás mentiría, pero tampoco voy a decir nada a menos que sea por fuerza mayor. No me gustaría que Jack perdiera su trabajo. Haber conseguido este puesto puede ayudarlo mucho. Si lo perdiera, lo perjudicaría enormemente.