Выбрать главу

– Enseguida voy -dijo Gordon, tirando su lapicera sobre una pila de informes policiales.

Del lado de adentro de la puerta de entrada del cuartel de policía había una pequeña recepción amueblada con sillas de barata tapicería imitación cuero y con apoyabrazos de cromo. Esta sala estaba separada del resto del edificio por un mostrador con ventana corrediza y una puerta de cerradura electrónica. Lake estaba sentado en una de las sillas, Tenía un traje oscuro y una corbata color borravino, lisa. El cabello, prolijamente peinado. La única evidencia de su tragedia personal eran los ojos enrojecidos que sugerían falta de sueño y mucho sufrimiento. Nancy pulsó el botón junto al escritorio de la recepcionista y abrió la puerta.

– No estaba seguro de encontrarla -dijo Lake-. Espero que no le importe que apareciera sin avisarle por teléfono.

– No. Entre. Encontraremos un lugar para hablar.

Lake siguió a Nancy por un pasillo que recordaba los corredores de la escuela. Caminaron sobre un gastado suelo de linóleo, que se había ampollado en algunos lugares, y pasaron puertas de madera sin pintar. De las paredes caían trozos descascarados de pintura verde. Nancy abrió la puerta de una de las salas de interrogatorio y le dejó paso a Lake. La habitación estaba cubierta de paneles blancos a prueba de sonidos.

– Siéntese -le dijo Nancy, señalando una de las sillas de plástico que estaban junto a una larga mesa de madera-. Traeré café. ¿Cómo lo quiere?

– Fuerte -le contestó a Nancy.

Cuando Nancy regresó con dos vasos plásticos, Lake estaba sentado a la mesa con las manos en la falda.

– ¿Cómo se siente? -le preguntó.

– Estoy muy fatigado y deprimido. Traté de ir hoy a trabajar pero no pude concentrarme. Sigo pensando en Melody.

Lake se detuvo. Respiró profundo.

– Mire, iré al grano. No puedo trabajar y tengo el presentimiento de que no podré hacerlo por un tiempo. Esta mañana, me senté con unos papeles sobre el cierre de una inmobiliaria y parecieron tan… simplemente no significaban nada para mí. Tengo dos socios que pueden seguir adelante con mi estudio hasta que yo pueda manejarlo, si eso alguna vez sucede. Pero ahora todo lo que deseo es encontrar a quien mató a Sandy y a Melody. Es todo lo que puedo pensar.

– Señor Lake, es todo lo que yo también puedo pensar. Y no estoy sola. Le diré algunas cosas. Esto es estrictamente confidencial. Necesito su promesa de que seguirá siéndolo.

Lake asintió.

– Antes de que su mujer y su hija fueran asesinadas, hubo otras cuatro desapariciones. Ninguna de esas mujeres fue encontrada. Nos tomó un tiempo comprenderlo, ya que no hubo cuerpos. Al principio, los tratamos como casos de personas desaparecidas. Pero en cada una de las escenas del crimen se encontró una nota con la frase Jamás me olvidarán y una rosa negra, de modo que después del segundo caso sabíamos con lo que estábamos trabajando. El jefe nos ha puesto a investigar en equipo sobre estos casos…

– Estoy seguro de que ustedes están trabajando mucho -interrumpió Lake-. No quise criticarlos. Lo que deseo hacer es ayudar. Deseo ser voluntario, formar parte del equipo.

– Eso está descartado, señor Lake. Usted no es policía. Tampoco es aconsejable. Está demasiado involucrado emocionalmente como para ser objetivo.

– Los abogados estamos entrenados para ser objetivos. Y yo puedo agregar algo a la investigación, la visión interior exclusiva de la mente criminal, que desarrollé al trabajar como abogado defensor. Los abogados de la defensa aprenden mucho sobre la forma en que los criminales piensan, que la policía jamás sabe, ya que nosotros, los abogados, somos los que poseemos la confidencia de los criminales. Mis clientes saben que pueden contarme todo, sin importar lo horrible que sea esto, y nosotros respetamos su privacidad. Uno ve a los criminales cuando ponen un rostro falso. Yo los veo de la forma en que verdaderamente son.

– Señor Lake, los oficiales de la policía tienen una verdadera imagen de la mente criminal, demasiado buena. Vemos a estos individuos en la calle, en sus casas. Usted los ve limpios, en su oficina, muy lejos de sus víctimas y después que han tenido tiempo de racionalizar lo que hicieron y de cocinar un novelón o la defensa. Pero nada de eso importa, ya que simplemente no puede trabajaren este caso. Por más que yo aprecie su ofrecimiento, mis superiores no lo permitirían.

– Sé que suena extraño, pero en realidad creo que puedo colaborar. Soy muy inteligente.

Nancy negó con la cabeza.

– Existe otra buena razón por la que no debería involucrarse en la investigación. Eso significaría volver a vivir la muerte de su esposa y de su hija todos los días, en lugar de seguir adelante con su vida. Nosotros tenemos las fotografías de sus autopsias por todas partes, sus retratos pinchados en la pared. ¿Desea usted eso?

– Yo tengo sus fotografías por toda la casa y mi oficina, detective Gordon. Y no hay un minuto en que no piense en ellas.

Nancy suspiró.

– Lo sé -dijo-, pero debe dejar de pensar en ellas de esa forma o se destruirá.

Lake hizo una pausa.

– Cuénteme sobre su novio -le dijo con tranquilidad-. ¿Cómo… cómo dejó usted de pensar en él?

– Jamás he dejado de pensar en él. Pienso todo el tiempo en Ed. En especial por la noche, cuando estoy sola. No deseo olvidarlo, y usted no deseará olvidar a Sandy ni a Melody.

"Ed era policía. Un borracho le disparó. Él trataba de calmar una pelea doméstica. Fue dos semanas antes de nuestra boda. Al principio yo me sentí como usted. No podía trabajar. Casi no podía levantarme. Yo… yo me sentía destrozada por la culpa, lo cual es ridículo. Siempre pensaba que había algo que podría haber hecho, insistido en que él se quedara en casa ese día, no lo sé. Realmente no tenía ningún sentido”.

"Pero mejoré, señor Lake. No del todo mejor, ni siquiera mucho mejor. Uno simplemente llega a un punto donde se enfrenta con el hecho de que mucho es el daño que se hace al sentir lástima de uno mismo por lo que se ha perdido. Luego se da cuenta de que debe comenzar a vivir solo. Debe continuar y guardar los recuerdos de los momentos lindos. Si no lo hace, entonces quienquiera que sea el que mató a su mujer y a su hija habrá ganado. Lo habrá matado también a usted”.

Nancy extendió una mano sobre la mesa y la puso sobre el brazo de Peter Lake.

– Lo encontraremos, señor Lake. Usted tiene mucho de que ocuparse, como para que también se involucre en esto. Deje que nosotros lo manejemos. Lo encontraremos, se lo prometo.

Lake se puso de pie.

– Gracias, detective Gordon.

– Nancy. Llámeme Nancy. Y telefonee cuando usted tenga deseos de hablar.

3

Una semana más tarde, el jefe de policía de Hunter's Point, John O'Malley, entró en la oficina del equipo de investigación. Por lo común estaba en mangas de camisa, con su corbata desanudada y el botón superior abierto. Esta mañana, O'Malley tenía puesto un traje azul marino que tenía reservado para sus discursos en el Rotary Club y las reuniones del consejo de la ciudad.

El jefe tenía hombros anchos y el robusto pecho de un boxeador de peso mediano. La nariz se la había roto un ladrón que escapaba cuando trabajaba en el sur del Bronx de Nueva York. El cabello pelirrojo que estaba perdiendo dejaba al descubierto una vieja cicatriz, un recuerdo de una de las muchas peleas de patotas en las que había tomado parte durante su juventud en Brooklyn. O'Malley se habría quedado en la ciudad de Nueva York si un infarto no lo hubiera forzado a proseguir con su trabajo en la policía, en un entorno de menos presión.