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– ¿Alguien más oyó algo como eso? -preguntó O'Malley.

Michaels negó con la cabeza.

– Él me interrogó dos o tres veces. Mi impresión es que es muy inteligente. Hizo un trabajo excelente en un caso que tenía una evidencia de manchas de sangre. En realidad me hizo bailar allí arriba.

– He oído que es un tipo inteligente -manifestó Grimsbo-, pero también he oído rumores acerca del soborno, y a algunos abogados que conozco no les gusta la ética profesional de Lake. Es todavía un sospechoso, aunque sea un éxito; no me gusta la idea de que un ciudadano trabaje en algo tan sensible.

– Mira, estoy de acuerdo contigo, Frank-dijo O'Malley-. Apesta. Pero no importa. Hasta que yo pueda convencer al intendente de lo contrario, Lake se queda. Simplemente trata de mantenerlo lejos de tus pies. Otórgale mucho trabajo, hazle leer todos los informes. Si surge algo que tú no deseas que él sepa, acude a mí. ¿Alguna pregunta?

Turner murmuró algo acerca del intendente y Grimsbo negó con la cabeza mostrando su disgusto. O'Malley no les prestó atención.

– Muy bien, salgan de aquí y vayan a trabajar. Todos ustedes oyeron a Klien. Debemos detener pronto a ese psicópata.

5

El estómago de Nancy Gordon hacía ruido. Supuso que eran pasadas las seis. El reloj le dijo que casi eran las siete. Había estado escribiendo informes y perdido la idea del tiempo. Cuando salía del departamento de policía, pasó junto a la oficina del equipo de investigación y notó que había luces encendidas. Peter Lake estaba en mangas de camisa, con los pies sobre una de las esquinas del escritorio. Cerca de su codo había una gran pila de informes y un anotador amarillo. Mientras leía, escribía notas.

– No resolverá este caso en una noche -le dijo Nancy, tranquila. Lake asintió, asombrado. Luego sonrió, dócil.

– Siempre trabajo así. Soy compulsivo.

Nancy se acercó al escritorio de Lake.

– ¿Qué hace?

– Leo sobre las desapariciones de Reardon y Escalante. Tuve una idea. ¿Tiene tiempo?

– Voy a comer. ¿Quiere venir? Nada especial. En Oak hay un café que está abierto toda la noche.

Lake miró la pila de informes y el reloj.

– Seguro -le dijo, mientras sacaba las piernas del escritorio y tomaba la chaqueta-. No me di cuenta de lo tarde que era.

– Yo también estaba concentrada en algo. Si mi estómago no me lo hubiera anunciado, todavía estaría en mi escritorio.

– A usted le debe de gustar su trabajo.

– A veces.

– ¿Cómo entró aquí?

– ¿Quiere decir qué hace una linda niña como yo trabajando en este lugar?

– Eso jamás se me ocurrió.

– ¿Que yo sea una linda niña?

Lake rió.

– No. Que usted no esté preparada para hacer el trabajo de la policía.

Nancy dio la salida en el escritorio de la recepción y siguió a Lake.

Después de la caída del sol, Hunter's Point era una ciudad fantasma, salvo por unos pocos lugares que reunían a la gente de la universidad. Nancy vio la marquesina del cine de Hunter's Point y los carteles de luces de neón de un par de bares. La mayor parte de los comercios estaban cerrados durante la noche. El café quedaba a sólo una cuadra y media de la comisaría. Se veía como un oasis de luz en un desierto de oscuridad.

– Aquí es -dijo Nancy, manteniendo abierta la puerta del Café de Chang. Había un mostrador, pero Nancy llevó a Lake a un reservado. La mujer de Chang les trajo agua y la lista de las comidas.

– La sopa y las tartas son buenas y el resto es comestible. No busque nada que se parezca a la comida china. El señor Chang cocina platos italianos, griegos y cualquier otra cosa que le venga en ganas.

– Usted no es de Hunter's Point, ¿no es así? -le preguntó Lake, después de pedir la comida.

– ¿Cómo podría saberlo?

– No tiene acento. Yo mismo soy un trasplante del Oeste. Veamos. Apuesto a que es Montana.

– Idaho -dijo Nancy-. Mis padres todavía viven allí. Son agricultores. Mi hermano es profesor de la secundaria en Boise. Yo no amaba Idaho y deseaba ver el mundo. Afortunadamente corrí unos miserables ochocientos metros y la universidad me ofreció la mejor beca. De modo que terminé en Hunter's Point.

– No exactamente París -le comentó Lake.

– No exactamente -le dijo Nancy con una sonrisa-. Pero era Nueva York y sin la beca no había forma de que yo pudiera ir a la facultad. Para ese tiempo la ciudad de Nueva York y Hunter's Point estaban a mundos de distancia y yo me estaba divirtiendo mucho como para importarme.

– ¿Y el trabajo en la policía?

– Mi carrera fue justicia criminal. Cuando me recibí, el departamento de policía de Hunter's Point necesitaba una mujer para llenar su cuota de acción afirmativa al lugar de la mujer.

Nancy se encogió de hombros y miró a Lake, como si esperara un desafío.

– Apuesto a que usted llegó a ser detective por mérito -le dijo.

– Correcto -contestó Nancy con orgullo, justo cuando la señora Chang llegó con la sopa.

– ¿Cómo terminó aquí? -le preguntó Nancy, mientras esperaba que el minestrón se enfriara.

– Soy de Colorado -dijo Lake, sonriendo-. Fui a la facultad estatal de Colorado; luego presté servicio en los cuerpos de la Infantería de marina. Había un tipo en el tribunal de justicia militar que iba a la facultad de derecho y me sugirió que me anotara. Conocí a Sandy en la universidad.

Lake hizo una pausa y su sonrisa desapareció. Bajó la mirada a su plato. La acción tenía una cualidad no natural, como si de pronto se diera cuenta de que aquella sonrisa sería inadecuada cuando estaba hablando de su mujer muerta. Nancy miró a Lake de un modo extraño.

– Lo siento -se disculpó-. Sigo pensando en ella.

– Está bien. No hay nada de malo en recordar.

– No me gusto a mí mismo cuando me pongo lloroso. Siempre he sido una persona con control. Los asesinos me hicieron darme cuenta de que nada es predecible ni permanente.

– Si le ha llevado este tiempo saber eso, tiene suerte.

– Sí. Una carrera con éxito, una gran esposa y una hija. Todo eso lo hace ciego a lo que el mundo es verdaderamente, ¿no es así? Entonces alguien le quita a uno todas esas cosas, en un segundo y… y usted ve…

– Usted ve la suerte que tenía cuando poseía todo aquello, mientras duró, Peter. La mayoría de las personas jamás tienen en toda la vida lo que usted y yo tuvimos por un corto tiempo.

Lake bajó la mirada a la mesa.

– En el departamento de policía usted me dijo que tenía una idea -dijo Nancy, para cambiar de tema.

– Probablemente sea jugar al detective-contestó-, pero algo me llamó la atención cuando estaba revisando los informes. El día en que Gloria Escalante desapareció, un camión de la florería estaba haciendo un reparto por la zona. Una mujer le abriría la puerta a un hombre que le trae flores. Se sentiría excitada y no pensaría. El hombre podría llevarse a la mujer en el camión. Y hay una rosa. Alguien que trabaje en una florería tendría rosas al alcance de su mano.

– No está mal, Peter-dijo Nancy, incapaz de ocultar su admiración-. Después de todo podría ser un buen detective. El hombre de los envíos era Henry Waters. Tiene antecedentes menores por conducta indecente y es uno de los sospechosos. Probablemente no llegó todavía al informe de Wayne. Él está haciendo una verificación de los antecedentes de Waters.

Lake se ruborizó.

– Supongo que ustedes están muy por delante de mí.

– Peter, ¿tenía Sandy alguna conexión con la florería Evergreen?