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– ¿Está seguro de que fue uno de los casos de Peter Lake?

– Me encontré con ella después del juicio. íbamos a cenar. Lo vi a él.

– Muy bien. Eso es de gran ayuda. ¿Alguien más que le resulte familiar? -preguntó Turner, aunque, en este punto, ya no le importaba.

– Es Lake, jefe -le dijo Grimsbo a O'Malley-. Estamos seguros.

– ¿Tenemos pruebas en firme? -preguntó O'Malley.

– No todavía. Pero existen cosas demasiado circunstanciales como para mirar en otra dirección -contestó Turner.

– ¿Qué opinan ustedes dos de esto? -les preguntó O' Malley a Glen Michaels y a Nancy Gordon.

– Tiene sentido -respondió Michaels-. Mañana revisaré todas las pruebas para ver si hay algo con que atar a Lake.

O'Malley se volvió hacia Nancy. Ella tenía aspecto sombrío.

– Yo llegué a la misma conclusión por otras razones, jefe. No sé cómo podremos atraparlo, pero estoy segura de que es nuestro hombre. Esta mañana hablé con el doctor Klien y le describí el perfil de Lake. Me dijo que era posible. Muchos sociópatas no son asesinos de crímenes en serie. Son ejecutivos, políticos o abogados de éxito. Piense en la ventaja que se liene en esas profesiones si no se piensa en que existen límites. En los últimos días, yo estuve hablando con gente que conoce a Lake. Todos dicen que es encantador, pero ninguno de ellos le daría la espalda. Se supone que tiene la ética de un tiburón y la astucia suficiente como para estar de este lado de la línea. Hubo muchas quejas del colegio de abogados, pero ninguna tuvo éxito. Unas pocas demandas por mala praxis. Hablé con uno de los abogados que representó a los demandantes. Él los patinó a todos.

– Hay una gran diferencia entre ser un abogado astuto y matar a seis personas, incluyendo a su propia hija -dijo O'Malley-. ¿Por qué se pondría en peligro al acercarse tanto a la investigación?

– Para poder ver lo que nosotros tenemos -dijo Grimsbo.

– Creo que hay más que eso, jefe -dijo Nancy-. Él está tramando algo.

Nancy le contó a O'Malley sobre el seguimiento de Lake.

– Eso no tiene sentido -dijo Turner-. Waters no es sospechoso. Simplemente sucedió que estaba cerca de la casa de Escalante el día en que ella desapareció. No existe ninguna otra conexión entre Waters y las otras víctimas.

– Pero existe una conexión entre Lake y cada una de las víctimas -interrumpió Grimsbo.

– Veamos lo que tenemos -dijo O'Malley.

– Bien. Tenemos a Gloria Escalante en uno de los jurados de sus juicios. Él y los Reardon pertenecen al club de campo Delmar. Patricia Cross y Sandra Lake pertenecieron a la liga de jóvenes. El marido de Anne Hazelton es fiscal. Dice que ha estado en varias funciones del colegio de abogados a las que concurrió Lake.

– Algunas de esas conexiones son sumamente tenues.

– ¿Cuáles son las probabilidades para una persona que está vinculada con las seis víctimas? -preguntó Turner.-Hunter's Point no es un lugar tan grande.

– Jefe -dijo Nancy-, él me ha estado acosando.

– ¿Qué?

– Sexualmente. Está interesado en mí. Me lo ha hecho saber.

Nancy les contó la forma en que Lake había actuado en los dos encuentros que tuvieron en Chang.

O'Malley frunció el entrecejo.

– No sé, Nancy.

– Su esposa murió hace menos de un mes. No es normal.

– Tú eres atractiva. Está tratando de salir de su pena. Tal vez él y la señora Lake no se llevaban tan bien. ¿Descubriste algo de eso cuando hablaste con los vecinos?

Grimsbo negó con la cabeza.

– No hay chismes sobre los Lake. Según la gente con la que hablé, eran una pareja normal.

– Aquí lo mismo -dijo Turner. -¿No socava eso tu teoría?

– El doctor Klien dijo que un asesino de crímenes en serie puede tener una esposa y familia o una relación normal con una novia -contestó Nancy.

– Miremos los asesinatos de Lake -ofreció Turner-. Sabemos por uno de sus socios que se quedó trabajando hasta tarde que Lake estuvo en su oficina hasta poco antes de las siete. El vecino lo ve llegar a la casa a las siete y veinte, tal vez un poco después. No se produce un llamado al 911 hasta después de cuarenta y cinco minutos. ¿Qué es lo que hacía con los cuerpos allí adentro? Si estaban muertos, por supuesto.

– Creo que él entró y su mujer lo enfrentó con algo que ella había encontrado y que lo conectaba con la desaparición de las mujeres.

– Pero ellas no eran noticia. Nadie sabía de ellas -dijo O'Malley.

– Oh, mierda -juró Michaels.

– ¿Qué?

– La nota. Fue lo único que tenía huellas.

– ¿Y entonces? -preguntó Grimsbo.-Las otras notas no tenían huellas, pero la que estaba junto al cuerpo de Sandra Lake sí las tenía. Según el informe de la autopsia, Sandra Lake murió instantáneamente o, por lo menos, estaba inconsciente tan pronto como la golpearon en la parte posterior de la cabeza. ¿Cuándo tocó ella la nota?

– Aún no…

– Ella encuentra la nota o la rosa, o ambas cosas. Le pregunta a Lake de qué se trata. Él sabe que la historia finalmente saldrá publicada en los diarios. No importa lo que él ahora le diga, ella sabrá que es el asesino de la rosa. De modo que siente pánico, la mata y deja la rosa y la nota junto al cuerpo, para hacernos pensar que la misma persona que se llevó a las otras mujeres también asesinó a su esposa. Y eso explica por qué sólo la nota de Lake es la que tiene huellas digitales y por qué son las huellas de Sandra Lake -dijo Michaels-. La sostenía en la mano antes de que la asesinaran.

– Eso también explica por qué ninguno vio ningún vehículo extraño entrar o salir de Meadows.

O'Malley se apoyó en el respaldo de su asiento. Se lo veía preocupado.

– Ustedes me hacen creer esto -dijo-. Pero las teorías no son pruebas. Si es Lake, ¿cómo probamos con evidencias que es factible de ser enjuiciado?

Antes que nadie pudiera responder, se abrió la puerta de la oficina de O'Malley.

– Perdón por interrumpir, jefe, pero tenemos un llamado en el 911 que está conectado con las mujeres que desaparecieron. ¿Tiene usted a un sospechoso de apellido Waters?

– ¿Qué sucede? -preguntó Grimsbo.

– El que llama dice que habló con un tipo llamado Henry Waters en el bar One Way Inn y éste le dijo que tenía a una mujer en el sótano.

– ¿El que llamó dio el nombre?

El oficial negó con la cabeza.

– Dijo que no deseaba que lo involucraran, pero que estuvo pensando todo el tiempo en la pequeña que fue asesinada y su conciencia no lo dejó tranquilo.

– ¿Cuándo tuvo lugar esa conversación en el bar? -preguntó Nancy.

– Hace unos días.

– ¿Describió Waters a la mujer o le dio algún detalle?

– Waters dijo que la mujer era pelirroja.

– Patricia Cross -dijo Turner.

– Esto es algo que hizo Lake -dijo Nancy-. Es demasiada coincidencia.

– Yo estoy con Nancy -dijo Turner-. Waters simplemente no entra en esto.

– ¿Podemos correr el riesgo? -preguntó Michaels-. Con Lake, todo lo que tenemos son deducciones lógicas. Sabemos que Waters estuvo cerca de la casa de los Escalante, alrededor de la hora en que desapareció la mujer, y que el tipo tiene antecedentes de conducta indecente.

– Los quiero a los cuatro allí, pronto -ordenó O'Malley-. Prefiero equivocarme que quedarme aquí sentado hablando, cuando podríamos salvar a una de esas mujeres.

Henry Waters vivía en la zona antigua de Hunter's Point. Los nogales daban sombra a las anchas calles. Cercos altos le daban privacidad a las casas. La mayor parte de las casas y de los jardines estaban bien cuidados, pero la casa de Waters, en la esquina, estaba comenzando casi a derrumbarse. Los desagües se veían obstruidos. Uno de los escalones que conducían al porche estaba roto. El pasto del jardín estaba crecido y lleno de malezas.