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Page se mostró confundido.

– Tal vez se me pierda algo. Su caso contra Lake fue puramente circunstancial. A menos que existieran más pruebas, no comprendo por qué tenía tanta seguridad de que Peter Lake había sido el que había matado a aquellas mujeres y emboscado a Waters.

Gordon tomó de su portafolios una fotografía de un periódico y la fotografía de un hombre que dejaba la habitación de un hotel y las colocó una al lado de la otra.

– ¿Reconoce a este hombre? -le preguntó, señalando la fotografía.

Page se inclinó y la tomó.

– Este es Martin Darius.

– Mire con cuidado la fotografía de Peter Lake tomada del diario y dígame lo que piensa.

Page estudió las dos fotografías. Se imaginó a Lake con barba y a Darius sin ella. Trató de juzgar el tamaño de los dos hombres y de comparar sus físicos.

– Podrían ser la misma persona -dijo.

– Son la misma persona. Y el hombre que está asesinando a sus mujeres es el mismo que asesinó a las mujeres de Hunter's Point. Jamás revelamos el color de la rosa o el contenido de las notas. Quienquiera que sea el que está matando a sus mujeres tiene información sólo conocida por los miembros del equipo de investigación de Hunter's Point y el asesino.

Gordon tomó un a tarjeta de huellas digitales y se la dio a Page.

– Éstas son las huellas de Lake. Compárelas con las de Darius. Debe de tener algunas en el archivo.

– ¿Cómo encontró a Lake aquí? -preguntó Page.

Gordon tomó una hoja de carta de su portafolios y la colocó sobre la mesa ratona, junto a la fotografía.

– Hice que se buscaran huellas -le dijo ella-. No hay ninguna.

Page tomó la carta. Había sido escrita con un procesador de textos. La hoja se veía de mala calidad, probablemente del tipo que se venden de a cien en cualquier librería y resulta imposible de rastrear. La nota decía: "Las mujeres de Portland, Oregón, se fueron, pero no olvidaron". Las primeras letras de cada palabra estaban en mayúscula, como las de las notas que se encontraron en las casas de las víctimas.

– Recibí esto ayer. El sobre era enviado desde Portland. La fotografía de Darius y un perfil del Oregonian estaban en el interior. Supe que era Lake tan pronto vi la fotografía. Adentro del sobre también había algo sobre usted, señor Page, su dirección y el boleto de un vuelo de la United Airlines. Nadie me esperaba en el aeropuerto, de modo que vine.

– ¿Qué es lo que sugiere que hagamos, detective Gordon? Por cierto que no podemos traer a Darius para interrogarlo con lo que usted me ha dado.

– ¡No! -dijo Gordon, con alarma-. No lo asustemos. Debemos mantenernos alejados de Martin Darius hasta que el caso esté bien afianzado. No tiene idea de lo inteligente que es.

Page estaba asombrado de la desesperación de Gordon

.-Nosotros conocemos nuestro trabajo, detective -le aseguró él.

– Usted no conoce a Peter Lake. Jamás ha tratado con alguien como él.

– Ya me dijo eso antes.

– Debe creerme.

– ¿Hay algo más que no me esté diciendo?

Gordon estuvo a punto de hacerlo, pero después negó con la cabeza.

– Estoy exhausta, señor Page. Necesito descansar. Usted no sabe lo que es esto para mí. Tener a Lake a la luz después de todos estos años. Si hubiera visto lo que le hizo a Patricia Cross…

Hubo una larga pausa y Page no dijo nada.

– Necesito un lugar para quedarme -dijo Gordon abruptamente-. ¿Me puede recomendar un hotel? Algún lugar tranquilo.

– Está el Lakeview. Nosotros alojamos a los testigos en ese lugar, para mantenerlos alejados de la ciudad. Puedo llevarla en automóvil.

– No, no lo haga. Tomaré un taxi. ¿Puede pedirme uno?

– Seguro. Mi agenda está en el dormitorio. Regresaré enseguida.

– Le dejaré la tarjeta con las huellas, la fotografía y el recorte del diario. Tengo copias -dijo Gordon mientras tomaba la nota.

– ¿Está segura de que no desea que la lleve con mi automóvil? No es problema.

Gordon negó con la cabeza. Page entró en la habitación y pidió un taxi. Cuando regresó a la sala, Gordon estaba desplomada sobre el sofá con los ojos cerrados.

– Estarán aquí en diez minutos -dijo.

Los ojos de Gordon se abrieron de repente. Se la veía sorprendida, como si se hubiera dormido durante unos minutos y la hubieran asustado para despertarla.

– Ha sido un día largo -dijo la detective. Se mostró avergonzada.

– El cansancio del avión -dijo Page para comenzar una conversación-. Espero que tenga razón con respecto a Darius.

– Tengo razón -contestó Gordon, con las facciones rígidas-. Tengo un ciento por ciento de razón. Créame, señor Page. Las vidas de muchas mujeres dependen de eso.

Capítulo 7

1

Algo era definitivamente incorrecto en la historia que Gordon le contó. Era como un libro de gran argumento y final sin emoción. Y había incoherencias. Ella, Grimsbo y Turner eran detectives con dedicación a su tarea. Si estaban convencidos de que Lake había asesinado a seis mujeres y emboscado a Waters, ¿cómo pudieron dejar simplemente que el caso se cerrara? ¿Y por qué dejaría Lake un negocio floreciente y desaparecería, si él pensaba que estaba limpio? ¿Había alguna vez insistido con su romántico interés en Gordon? Ella no había mencionado ningún contacto después de la noche en que Waters fue arrestado. Finalmente, había una pregunta que Page se había olvidado de hacer. ¿Qué sucedió con las mujeres? Gordon no le dijo lo que había sucedido con las mujeres desaparecidas.

Mientras esperaba que alguien de la división de investigaciones de Hunter's Point atendiera el teléfono, Page hizo una lista de esos puntos en un anotador de hojas amarillas. Desde el oeste venían unas nubes negras cargadas de tormenta. Page estaba terriblemente harto de la lluvia. Tal vez esas nubes le dieran un descanso y flotaran sobre la ciudad antes de descargar su cuota de agua. Tal vez dejaran un espacio para que el sol brillara cuando se fueran.

– Roy Lenzer.

Page dejó su bolígrafo sobre el anotador.

– Detective Lenzer, soy Alan Page, fiscal de distrito del Condado de Multnomah. Esto es Portland, Oregón.

– ¿En qué puedo servirlo? -le preguntó Lenzer, cordial.

– ¿Tienen ustedes en su departamento una detective de nombre Nancy Gordon?

– Seguro, pero está de vacaciones. No regresará en una semana o algo así.

– ¿Puede describírmela?

La descripción de Lenzer coincidía con la mujer que había visitado el departamento de Page.

– ¿Hay algo en que pueda ayudarlo? -le preguntó el hombre.

– Tal vez. Tenemos aquí una situación extraña. Han desaparecido tres mujeres. En cada caso, encontramos en el dormitorio una nota y una rosa. La detective Gordon me dijo que ella había estado involucrada en un caso idéntico en Hunter's Point, hace alrededor de diez años.

– Me parece a mí que oí hablar del caso, pero hace sólo cinco años que estoy en la fuerza. Vine de Indiana. De modo que no seré de mucha ayuda.

– ¿Qué hay de Frank Grimsbo y de Wayne Turner? Ellos eran los otros detectives.

– Ni Grimsbo ni Turner están ahora en el departamento.

Page oyó el sonido de un trueno y miró por la ventana. Una bandera que estaba en el exterior se batía de un lado hacia el otro. Parecía que en cualquier momento sería arrancada del mástil.