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– Supongo que no existe posibilidad de que tengamos una copia del archivo. El tipo que finalmente fue arrestado se llamaba Henry Waters.

– ¿W-A-T-E-R-S?

– Correcto. Le dispararon por resistirse a la fuerza. Creo que hubo seis mujeres muertas. Una de ellas de nombre Patricia Cross. Luego, Melody Lake, una niña, y Sandra Lake, su madre. No recuerdo los nombres de las demás.

– Si eso ocurrió hace diez años, el informe debe de estar en el archivo. Lo buscaré y le haré saber cuando lo tenga. ¿Cuál es su nombre y teléfono?

Page le estaba diciendo a Lenzer el nombre cuando Randy Highsmith, el principal ayudante criminalista, abrió la puerta para dejar pasar a William Tobias, el jefe de policía y Ross Barrow, detective a cargo del caso de la rosa negra. Page les señaló unos asientos, luego cortó la comunicación.

– Podemos tener un respiro en el caso de las mujeres desaparecidas -dijo Page. Comenzó luego a relatarles la versión de Gordon del caso de Hunter's Point.

– Antes de que se encontrara el cuerpo en la casa de Waters, el jefe de policía sospechaba de Peter Lake, el marido de una de las víctimas-concluyó Page-. Había suficiente evidencia circunstancial como para que existiera la posibilidad de que Lake hubiese preparado una emboscada a Waters. Poco después el caso fue cerrado oficialmente, y Lake desapareció.

– Hace dos días, Gordon recibió una nota anónima con las palabras "Las mujeres de Portland, Oregón Jamás Me Olvidarán ". La primera letra de cada una de las palabras estaba en mayúscula, de la misma forma en que escribe nuestro muchacho. Adjunto a la nota había una fotografía de Martin Darius abandonando el cuarto de un hotel de alojamiento. Martin Darius puede ser Peter Lake. Gordon cree que él es nuestro asesino.

– Yo conozco a Darius -dijo Tobias incrédulo.

– Todos conocen a Darius -dijo Page-, ¿pero cuánto saben de él?

Page empujó sobre el escritorio la fotografía de Darius y la de Lake tomada del diario. Barrow, Tobias y Highsmith se inclinaron sobre ellas.

– Hombre-dijo Barrow, moviendo la cabeza.

– No sé, Al -dijo Tobias-. Las fotografías de los diarios no son muy claras.

– Gordon dejó las huellas digitales de Lake para que las comparemos. ¿Puedes hacerte cargo de eso, Ross?

Barrow asintió y tomó la tarjeta de impresiones que le alcanzaba Page.

– Es difícil para mí tragarme esto -le dijo Tobías-. Me gustaría hablar con tu detective.

– La llamaré. Deseo que ella les cuente su historia -dijo Page, sin poner de manifiesto sus dudas, ya que deseaba que fueran objetivos cuando oyeran a Gordon.

Page marcó el número del hotel Lakeview. Pidió que lo comunicaran con la habitación de Gordon, luego esperó a que el empleado llamara.

– ¿No está? Bueno, esto es muy importante. ¿No sabe cuándo se fue? Ya veo. Muy bien, dígale que llame a Alan Page tan pronto como regrese.

Page dejó su número de teléfono y colgó.

– Entró alrededor de la una de la mañana, pero ahora no está. Es posible que esté tomando el desayuno.

– ¿Qué quieres hacer, Al? -preguntó Highsmith.

– Desearía una vigilancia de veinticuatro horas sobre Darius, en caso de que Gordon tuviera razón.

– Puedo hacer eso -dijo Barrow.

– Asegúrate de poner gente competente en el servicio, Ross. No quiero que Darius sospeche que lo estamos observando.

– Randy, haz un chequeo de antecedentes de Darius. Deseo tener la historia de su vida tan pronto como sea posible.

Highsmith asintió.

– Tan pronto como Gordon llame, me comunicaré contigo.

Highsmith acompañó a Tobías y Barrow hasta afuera y cerró la puerta. Page pensó en llamar nuevamente al Lakeview, pero era demasiado pronto desde la primera llamada. Miró hacia la ventana. Estaba cayendo el agua a baldes.

¿Por qué la noche anterior no había descubierto las fallas de la historia de Gordon? Ella parecía con escaso control, sobre ascuas, como si la recorrieran descargas eléctricas. No pudo quitarle los ojos de encima cuando hablaba. No era una atracción física. Algo más era lo que lo atraía hacia ella. Su pasión, su desesperación. Ahora que no la tenía a la vista, pudo pensar con más claridad. Cuando estuvo cerca de ella, la mujer fue como una molestia en el campo, como si fuera un rayo que caía sobre el río

2

Betsy miró por el restaurante para mujeres solas, mientras seguía a la camarera entre la fila de mesas. Notó la presencia de una mujer alta y atlética que vestía una blusa de color amarillo brillante y un traje azul marino, sentada en un reservado contra la pared. Cuando Betsy se acercó, la mujer se puso de pie.

– Usted debe ser Nora Sloane -dijo Betsy cuando se estrecharon las manos. Sloane tenía tez pálida. Y también lo eran sus ojos azules. Tenía cabello corto de color avellana. Betsy notó algunas canas, pero supuso que debían tener la misma edad.

– Gracias por venir, señora Tannenbaum.

– Me llamo Betsy y usted es una buena vendedora. Cuando llamó esta mañana y mencionó la invitación a la comida, me atrapó.

Sloane se rió.

– Estoy feliz de que sea tan sencilla, ya que una comida será todo lo que conseguirá de mí. Estoy escribiendo este artículo especial. Tuve la idea cuando cubrí su caso contra los que protestaban en contra del aborto, para el Arizona Republic.

– ¿Usted es de Phoenix?

– Nueva York. Mi marido consiguió un trabajo en Phoenix. Nos separamos un año después de mudarnos. Nunca me entusiasmó Arizona, en especial con mi ex marido viviendo aquí, y me enamoré de Portland mientras cubría su caso. De modo que, hace un mes dejé mi trabajo y me mudé. Estoy viviendo de mis ahorros y buscando trabajo. Pienso que ahora es un buen momento para escribir este artículo. Le di esta idea a Gloria Douglas, de la revista Pacific West, y ella está muy interesada. Pero desea ver un borrador del artículo antes de comprometerse.

– ¿Cuál es el tema concreto del artículo?

– Las mujeres abogadas. Y deseo utilizarla a usted y sus casos como pieza central.

– Espero que no hable demasiado de mí.

– Ey, no sea tímida conmigo -dijo Sloane, riendo-. Hasta hace poco, las abogadas eran relegadas al departamento judicial de vigilancia condicional y manejaban divorcios. Cosa esta que era un trabajo aceptable para las mujeres. Mi punto de vista es que usted está a la vanguardia de una nueva generación de mujeres que están manejando casos de asesinatos y consiguiendo veredictos de un millón de dólares en los casos civiles. Estas son áreas que tradicionalmente han sido dominadas por los hombres.

– Suena interesante.

– Estoy contenta de que piense así, hoy que la gente desea leer acerca de usted. Usted es el verdadero atractivo del artículo.

– ¿Qué deberé hacer?

– No mucho. Básicamente, me hablará de Hammermill y de sus otros casos. En ocasiones, tal vez desee acompañarla cuando vaya usted a la Corte.

– Eso está bien. En realidad, creo que hablar de mis casos me podría ayudar a ponerlos en perspectiva. Yo estuve demasiado cerca de lo que ocurría cuando eso sucedió.

Llegó el camarero. Sloane pidió una ensalada especial y una copa de vino blanco. Betsy, fideos con salsa de atún, pero pasó por alto el vino.

– ¿Qué deseaba hacer hoy? -preguntó Betsy, tan pronto como el camarero se retiró.

– Pensé en hablar algo de sus antecedentes. Leí algo en Time, pero creo que era superficial. No me dijo cómo llegó a ser lo que es usted hoy. Por ejemplo, ¿fue usted una líder en el colegio secundario?

Betsy rió.

– Dios, no. Era tan tímida. Una verdadero boba.