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Sloane sonrió.

– Puedo comprender eso. ¿Era alta, no es así? Yo tenía el mismo problema.

– Estaba por encima de todos. En los primeros años, caminaba mirando hacia el suelo y con los hombros encogidos, deseando poder desaparecer. Luego, fue peor, pues usaba lentes con mucho aumento y aparatos en los dientes. Parecía Frankenstein.

– ¿Cuándo comenzó a sentirse segura de sí misma?

– No lo sé, si alguna vez me sentí de esa manera. Es decir, sé que hago bien el trabajo, pero siempre siento que no estoy haciendo lo suficiente. Pero supongo que en mi último año del secundaria comencé a creer en mí misma. Estaba cerca del mejor promedio de la clase, ya no tenía los aparatos, mis padres me pusieron lentes de contacto y los muchachos comenzaron a fijarse en mí. Cuando me gradué en Berkeley estaba mucho más sociable.

– ¿Conoció usted a su marido en la facultad de leyes, no es así?

Betsy asintió.

– Estamos separados ahora.

– Oh, lo siento.

Betsy se encogió de hombros.

– En realidad no deseo hablar de mi vida personal. ¿Será necesario?

– No si usted no lo desea. No estoy escribiendo esto para el Enquirer.

– Muy bien, pues no deseo hablar de Rick.

– La comprendo perfectamente. Yo pasé por lo mismo en Phoenix. Sé lo difícil que puede llegar a ser. De modo que hablemos de otro tema.

El camarero llegó con la comida, y Sloane le preguntó a Betsy algo más sobre su infancia, mientras comían.

– ¿Usted no comenzó con la práctica privada de su profesión apenas salió de la facultad, no? -le preguntó Sloane después de que el camarero retirara los platos.

– No.

– ¿Por qué no? Había sido muy buena alumna.

– Eso fue suerte -Betsy contestó, un tanto sonrojada-. Jamás pensé en trabajar sola. Mis calificaciones en la facultad de leyes fueron buenas, pero no lo suficiente para uno de los grandes estudios de abogacía. Trabajé para el fiscal general, durante cuatro años, ocupándome de leyes ambientales. Me gustaba el trabajo, pero lo dejé cuando quedé embarazada de Kathy.

– ¿Cuántos años tiene ella?

– Seis.

– ¿Cómo regresó a las leyes?

– Me aburría quedarme sentada en casa cuando Kathy comenzó el preescolar. Rick y yo lo hablamos y decidimos que yo trabajaría en mi casa, a fin de poder estar allí para cuando estuviera Kathy. Margaret McKinnon, una amiga mía de la facultad, me dejó usar su sala de reuniones para reunirme con mis clientes. Yo no tenía muchos casos. Algunos de ellos sobre delitos menores y divorcios simples. Lo suficiente como para mantenerme ocupada.

– Luego Margaret me ofreció una oficina sin ventanas, del tamaño de un armario para escobas, sin pagar alquiler, a cambio de veinte horas al mes de asesoramiento legal gratuito. Agonicé con ello, pero Rick dijo que estaba bien. Pensó que sería bueno para mí salir de la casa, en tanto mantuviera una baja cartera de clientes, lo suficiente como para poder recoger a Kathy del colegio y quedarme con ella en casa cuando estuviera enferma. Ya sabe, seguir siendo una madre. De todos modos, funcionó bien y yo comencé a conseguir algunos casos de felonía y algunos divorcios complicados que dieron beneficios.

– El caso Peterson fue su gran "estreno", ¿no es así?

– Sí. Un día yo estaba sin demasiada actividad, y el empleado que asigna los casos señalados por la corte me preguntó si yo deseaba representar a Grace Peterson. No sabía mucho del síndrome de la mujer golpeada, pero recordé haber visto a la doctora Lenore Walker en un programa de televisión. Ella es una experta en esa área. La corte autorizó el dinero y Lenore vino desde Denver e hizo una evaluación de Grace. Fue muy honorable lo que el marido le hizo. Supongo que yo había llevado hasta el momento una vida muy protegida. Ninguno de los que vivían donde me crié llegó a hacer cosas como esas.

– Ninguno que usted conociera.

Betsy asintió con tristeza.

– Ninguno de los que conociera. De todas maneras, el caso atrajo mucha publicidad. Tuvimos el apoyo de algunos grupos de mujeres y la prensa estuvo detrás de nosotros. Después de la absolución, mi trabajo realmente comenzó a crecer. Luego Andrea me contrató por el veredicto en el caso de Grace.

El camarero llegó con el café. Sloane miró su reloj.

– Usted me dijo que tenía una cita a la una y medis, ¿no es así?

Betsy miró su reloj.

– ¿Ya es la una y diez? Realmente me atrapó todo esto.

– Bien. Tenía esperanza de que se sintiera tan atraída por el proyecto como yo lo estoy.

– Sí. ¿Por qué no me llama y así podremos volver a hablar?

– Maravilloso. Haré eso. Y gracias por darme su tiempo. Realmente lo aprecio.

3

Randy Highsmith sacudió el agua de lluvia de su paraguas y lo dejó en el suelo debajo del tablero, mientras Alan Page salía del estacionamiento del garaje. El paraguas no había sido de mucha ayuda en aquel diluvio y Highsmith tenía frío y estaba empapado.

El hombre era levemente obeso, de mirada estudiosa, un firme conservador y el mejor procurador de la oficina, con Page incluido. Mientras estaba estudiando para obtener su título de abogado en Georgetown, se había enamorado de Patty Archer, una de las asistentes del Congreso. Luego, se enamoró de Portland cuando viajó allí para conocer a la familia de Patty. Cuando el congresista para el cual ella trabajaba decidió no postularse para ser reelecto, los recién casados se mudaron hacia el oeste, donde Patty abrió una consultora política y Randy fue nombrado en la oficina del fiscal de distrito del condado de Multnomah.

– Habíame de Darius -dijo Page cuando salieron a la carretera.

– Vino a vivir a Portland hace ocho años. Tenía dinero para empezar y pidió préstamos sobre sus bienes. Darius se hizo de un nombre y aumentó su fortuna apostando a la revitalización del centro de Portland. Su primer gran éxito fue la boutique de la calle Couch. Compró una cuadra de edificios en ruinas por una cifra baja, convirtió el lugar en un centro comercial cerrado, luego cambió la zona aledaña a la boutique y la transformó en uno de los sectores más de moda de Portland, alquilando los edificios remodelados a comercios o restaurantes de categoría, por muy bajos precios. La constructora creció y así lo hicieron sus rentas. Los pisos superiores de muchos de los comercios se convirtieron en condominios. Eso ha sido un modelo de curso de acción. Comprar todos los edificios de la zona pobre, establecer un centro de atención, luego construir a su alrededor. Hace poco, se ha extendido a la construcción de centros comerciales en las afueras de la ciudad, en complejos de apartamentos y cosas por el estilo. Hace dos años, Darius se casó con Lisa Ryder, la hija del juez de la Corte Suprema de Oregón, Victor Ryder. El antiguo estudio de Ryder, Parish, Marquette y Reeves maneja sus asuntos legales. Hablé en confidencia con algunos amigos allí. Darius es brillante e inescrupuloso. La mitad de la energía de ese estudio está puesta en hacer que se mantenga honesto. La otra mitad en defenderlo de los juicios cuando lo primero fracasa.

– ¿A qué se refiere el ser "inescrupuloso"? ¿Violación de la ley, de la ética, qué?

– Nada ilegal. Pero él posee sus propias reglas y una total falta de consideración por los sentimientos del prójimo. Por ejemplo, a principios de este año compró una calle, hacia el noroeste, que posee casas de significado histórico, para demolerlas y construir allí edificios. Hubo un grupo de ciudadanos que levantaron sus brazos en protesta. Consiguieron un interdicto temporario y estaban tratando de hacer que las casas fueran declaradas de interés patrimonial para la ciudad. Un inteligente y joven abogado de Parish, Marquette, convenció al juez de que dejara el interdicto sin efecto. Darius movió sus topadoras durante la noche y demolió todas las casas antes de que nadie supiera lo que sucedía.