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– Un tipo como ése debe de haber hecho algo ilegal.

– Lo más cercano que obtuve es un rumor de que es amigo de Manuel Ochoa, un ejecutivo mexicano, de la DEA creo, que está lavando dinero para el cartel sudamericano de la droga. Ochoa tal vez le preste dinero a Darius para un gran proyecto a nivel del estado, que es lo suficientemente riesgoso como para asustar a los bancos.

– ¿Qué sabes de su pasado? -preguntó Page cuando llegaron al estacionamiento del hotel Lakeview.

– No tiene pasado, lo que tiene sentido si él es Lake.

– ¿Verificaste historias de los diarios, los perfiles?

– Hice algo mejor que eso. Hablé con uno de los reporteros de negocios más importantes del Oregonian. Darius no da entrevistas de su vida privada. Por lo que se sabe, él nació hace ocho años.

Page estacionó enfrente de la oficina de la entrada del hotel. El reloj del tablero de su automóvil daba las cinco y veintiséis.

– Quédate aquí. Veré si Gordon regresó.

– Muy bien. Pero hay algo que deberías saber. -Page esperó con la puerta del coche entreabierta-. Tenemos una conexión entre las mujeres desaparecidas y Darius.

Page cerró la puerta. Highsmith sonrió.

– Me guardé lo mejor para lo último. Tom Reiser, el marido de Wendy Reiser, trabajaba para Parish, Marquette. Él es el abogado que convenció al juez para que dejara sin efecto el famoso interdicto. La Navidad pasada los Reiser concurrieron a una fiesta en la propiedad de Darius. Este verano fueron invitados a una fiesta para celebrar la inauguración del centro comercial, dos semanas antes de que comenzaran las desapariciones. Reiser tenía muchos tratos comerciales con Darius.

– El estudio contable de Larry Farrar tiene a Construcciones Darius como cliente. El y Laura Farrar también estaban en la fiesta de inauguración. El hombre le hizo muchos trabajos a Darius.

– Finalmente, está Victoria Millcr. Su marido Russell trabaja para Brand, Gates y Valcroft. Es la agencia de publicidad que representa a Construcciones Darius. Russell fue puesto a cargo de la cuenta. Ellos estuvieron en el yate de Darius y en su casa. También estaban en la fiesta de inauguración del centro comercial.

– Esto es increíble. Mira, quiero una lista de las mujeres que estaban en la fiesta. Debemos alertar a Bill Tobias y a Barrovv.

– Ya lo hice. Están colocando un segundo equipo para el seguimiento de Darius.

– Buen trabajo. Gordon puede ser la llave para cerrar esto.

Highsmith observó a Page entrar en la oficina del gerente. Un hombre regordete con una camisa lisa estaba de pie detrás del mostrador. Page le mostró al gerente su identificación y le hizo una pregunta. Highsmith vio que el gerente negaba con la cabeza. Page dijo algo más. El gerente desapareció en el cuarto y volvió a aparecer con un impermeable. Tomó una llave del gancho de la pared. Page lo siguió y le hizo un gesto a Highsmith.

Highsmith cerró la puerta del automóvil de un golpe y corrió para protegerse con el techo del balcón corrido del segundo piso. Llegó justo cuando el gerente golpeaba a la puerta y llamaba a Gordon por su nombre. No hubo respuesta. Una de las ventanas miraba sobre el estacionamiento. Las cortinas verdes estaban corridas. Había un cartel de "No molestar" colgado del picaporte de la puerta.

– Señorita Gordon -volvió a llamar el gerente. Ellos esperaron un minuto y luego el hombre se encogió de hombros-. No ha estado en todo el día, por lo que yo sé.

– Muy bien -dijo Page-. Déjenos entrar.

El gerente abrió la puerta con su llave y dejó paso. El cuarto estaba oscuro, pero alguien había dejado la luz del cuarto de baño encendida y esta proyectaba un pálido brillo sobre la vacía habitación. Page encendió el interruptor de la pared y miró a su alrededor. La cama estaba sin tocar. La maleta de color tostado de Gordon estaba abierta sobre un soporte para equipaje, junto al tocador. Page fue hasta el cuarto de baño. Sobre la mesada del lavatorio, había un cepillo de dientes, pasta dental y un juego de maquillaje. Abrió luego la cortina de la ducha. Una botella de champú estaba sobre el borde. Salió del cuarto de baño.

– Ella desempacó aquí. Hay una botella de champú en la bañera. No es una de las muestras de hotel. Debe de haber planeado darse una ducha tan pronto desempacó.

– Luego alguien la interrumpió -dijo Highsmith, señalando el cajón a medio abrir del tocador. Algunas de las ropas de Gordon estaban en él, mientras que otras permanecían en la maleta.

– Llevaba consigo un portafolios, cuando hablamos en mi casa. ¿Lo puedes ver?

Los dos hombres buscaron por el cuarto, pero no encontraron el portafolios.

– Mira esto -dijo Highsmilh. Estaba de pie junto a la mesilla de noche. Page miró el anotador con el logotipo del hotel, que estaba junto al teléfono.

– Parecen direcciones. Una dirección.

– No lo toquemos. Quiero que un técnico del laboratorio busque huellas. Tratemos esto como un escenario de crimen, hasta que sepamos algo mejor.

– No hay signos de resistencia.

– Tampoco había ninguno en las casas de las mujeres desaparecidas.

Highsmith asintió.

– Llamaré desde la oficina del gerente, en caso de que haya huellas en el teléfono.

– ¿Tienes alguna idea de dónde es esto? -preguntó Page, mientras volvía a leer las notas del anotador.

Las cejas de Highsmith se fruncieron por un instante, luego mostró preocupación.

– De hecho, lo sé. ¿Recuerdas lo que te conté de las casas que Darius demolió? Esto me parece que es esa dirección.

– ¿Qué hay allí ahora?

– Un terreno baldío de una cuadra de ancho. Tan pronto como los vecinos vieron lo que Darius hizo, enloquecieron. Hubo protestas, demandas judiciales. Darius siguió, de todas maneras, adelante con la construcción y tiene tres juicios, pero alguien lo ha parado. Desde entonces la construcción está detenida.

– No me gusta esto. ¿Cómo sabría alguien dónde estaba Gordon? Yo fui el que sugirió el Lakeview.

– Ella podría haber telefoneado a alguien.

– No. Le pregunté al gerente. No hubo ninguna llamada hacia el exterior. Además, ella no conoce a nadie en Portland. Esa es la razón por la que vino a mi casa. Supuso que la persona que le envió el anónimo se encontraría con ella en el aeropuerto, pero nadie apareció. Un recorte sobre mí y mi dirección estaban adjuntos a la nota. Si ella conocía a alguien habría pasado la noche con esa gente.

– Entonces alguien la debe de haber seguido desde el aeropuerto hasta tu casa y desde tu casa hasta aquí.

– Es posible.

– Qué si esa persona la esperó hasta que ella entró en la habitación, luego la llamó por teléfono y le pidió que fuera hasta el terreno de las construcciones.

– O vino aquí y habló con Gordon para que lo acompañara o la llevó por la fuerza.

– Gordon es detective -dijo Highsmith-. Quiero decir, debiéramos pensar que ella tiene suficiente sentido como para tener cuidado.

Page pensó en Gordon. Sus nervios, la tensión de su cuerpo.

– Estaba alterada, Randy. Gordon me dijo que se quedó en la policía para poder rastrear a Lake. Ha estado en este caso durante diez años y sueña con él. Gordon es inteligente, pero tal vez no lo sea en lo que respecta a este caso.

La obra en construcción era más grande de lo que Page había imaginado. Las casas que Darius había demolido fueron construidas a lo largo de una barranca que miraba sobre el río Columbia. La tierra incluía una pronunciada colina cubierta de bosques que bajaba hacia el curso de agua. Un cerco alto de cadenas rodeaba la propiedad. En esta cerca había un cartel que decía "Construcciones Darius. Queda terminantemente prohibida la entrada". Page y Highsmith se encogieron buscando protección debajo de sus paraguas, con los cuellos de los impermeables vueltos hacia arriba hasta las mejillas y estudiaron el cartel de la entrada. Había luna llena, pero las nubes de tormenta la tapaban con gran frecuencia. La copiosa lluvia hacía que la noche fuera más oscura, como si no hubiera luna.