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– No es una mujer, Al.

– ;Qué!

– Es un hombre adulto, también desnudo, cuyo rostro y huellas digitales fueron borradas por haber sido quemado con ácido. Tendremos suerte si logramos identificarlo.

Page vio a Ross Barrow salir del barro y entonces se bajó del automóvil.

– ¿No te detendrás, Ross?

– No hay nada más allí. Puedes mirar si lo deseas.

– Estaba seguro de que Gordon… No tiene sentido. Ella escribió la dirección.

– Tal vez se encontró con alguien y se fue con ellos -sugirió Barrow…

– No encontramos huellas digitales -le recordó: Highsmith-. Tal vez no encontró manera de entrar.

– ¿Encontraste algo allí abajo que nos ayude a imaginar quién hizo esto?

– Nada, Al. Mi suposición es que los cuatro fueron asesinados en otro lugar y transportados hasta aquí.

– ¿Por qué eso?

– A algunos de los cuerpos les faltan órganos. No los hemos encontrado, ni ningún trozo de hueso o de carne. Nadie pudo limpiar el área tan bien.

– ¿Crees que tenemos lo suficiente como para arrestar a Darius? -preguntó Page a Highsmith.

– No sin Gordon o alguna prueba concreta de Hunter's Point.

– ¿Qué sucede si no la encontramos a ella? -preguntó ansioso Page.

– En una captura, podrías jurar por lo que ella te contó. Podríamos conseguir una orden del juez con eso. Ella es policía. Será de confiar. Pero no lo sé. Con algo como esto, no deberíamos precipitamos.

– Y no tenemos una conexión sólida entre Darius y las víctimas -agregó Barrow-. El encontrar sus cuerpos en una obra en construcción de Darius no significa nada. En especial cuando no hay nadie y nadie pudo haber entrado.

– ¿Sabemos si Darius es Lake? -le preguntó Page a Barrow.

– Sí. Las huellas concuerdan.

– Bueno, es algo -dijo Highsmith-. Si podemos encontrar alguna similitud entre esas huellas de neumáticos y las de algún coche de Darius…

– Y si podemos encontrar a Nancy Gordon -dijo Page, mirando la fosa. Deseaba con desesperación que Gordon estuviera viva, pero había estado demasiado en contacto con las muertes violentas como para abrigar esperanzas.

Capítulo 8

1

– Detective Lenzer, habla Alan Page de Portland, Oregón. Hablamos el otro día.

– Sí. Iba a llamarlo. Aquel archivo que solicitó está perdido. Instalamos computadoras hace siete años, pero yo verifiqué de todas formas. Cuando no lo pude encontrar en la lista, hice que una secretaria fuera a los archivos. No hay una ficha ni un archivo sobre el caso.

– ¿Alguien lo sacó?

– Si lo hicieron, no siguieron el procedimiento. Se supone que en caso de que se necesite un archivo hay que llenar una hoja de registro y no hay tal hoja en este caso.

– ¿Pudo la detective Gordon haberlo tomado? Ella tenía una tarjeta de huellas digitales. Probablemente provenía del archivo.

– El archivo no está con sus cosas en la oficina y no está contra las normas del departamento de Policía llevarse un archivo a la casa a menos que no se llene la hoja de registro. No hay información de que alguien se lo haya llevado. Además, si hubo seis mujeres muertas, habría sido el número más alto de víctimas que se tuvo aquí. Es probable que hablemos de un archivo que ocuparía un estante completo. Tal vez más. ¿Para qué estaría ella cargando algo tan grande? Diablos, se necesitarían dos valijas para llevárselo a la casa.

Page lo pensó.

– ¿Usted está seguro de que no está en el archivo o que no está bien ubicado?

– Créame, el archivo no está allí. La persona que lo buscó hizo un trabajo minucioso y se quedó allí bastante tiempo.

Page se quedó en silencio durante un instante. Decidió contarle todo a Lenzer.

– Detective Lenzer, estoy casi seguro de que la detective Nancy Gordon se encuentra en peligro. Incluso puede estar muerta.

– ¿Qué?

– Hace dos noches la conocí y ella me contó lo de los asesinatos de Hunter's Point. Estaba segura de que el hombre que cometió aquellos crímenes está viviendo en Portland con un nombre diferente y cometiendo los mismos asesinatos aquí.

"Gordon se marchó de mi departamento un poco después de la medianoche y se tomó un taxi hasta un hotel. Poco después de registrar su entrada allí, se fue en un apuro. Encontramos una dirección en un anotador del hotel. Es de una obra en construcción. Registramos el lugar y descubrimos los cuerpos de tres mujeres que habían desaparecido en Portland y de un hombre que no ha sido identificado. Fueron asesinados mediante tortura. No tenemos idea de dónde se encuentra Gordon y creo que ella tenía razón con respecto a que el asesino está en Portland”.

– Jesús. Me gusta Nancy. Es un poco exigente, pero es una policía muy buena.

– La clave de este caso podrían ser los archivos de Hunter's Point. Ella tal vez se los haya llevado a su casa. Yo sugeriría que la revisaran.

– Haré cualquier cosa que pueda ayudar.

Page le dijo a Lenzer que lo llamara en cualquier momento, le dio el número telefónico de su casa y luego colgó. Lenzer había descrito a Gordon como exigente y Page tuvo que aceptarlo. Ella también estaba dedicada a su trabajo. Diez años en la búsqueda y todavía ardiendo con aquel fuego. Page había sido alguna vez así, pero los años lo estaban alcanzando. El problema con Tina y el divorcio lo habían secado emocionalmente, pero ya había estado perdiendo terreno incluso antes de la infidelidad de su mujer. Todos los días eran emocionantes. Luego, una mañana se despertó con las responsabilidades de su trabajo y con el miedo de no poder cumplirlas. Había podido dominar aquellos miedos mediante el trabajo duro y lo había logrado, pero la emoción había desaparecido. Los días se fueron tornando iguales y él comenzó a pensar en qué haría después de diez años.

El intercomunicador sonó y Page pulsó el botón.

– Hay un hombre en la línea tres con información sobre una de las mujeres que fueron asesinadas en la obra en construcción -dijo su secretaria-. Creo que debería atenderlo.

– Muy bien. ¿Cómo se llama?

– Ramón Gutiérrez. Es empleado del hotel Hacienda de Vancouver, Washington.

Page pulsó el botón de la línea tres y habló con Ramón Gutiérrez durante cinco minutos. Cuando terminó, llamó a Ross Barrow, luego se dirigió por el pasillo hasta la oficina de Randy Highsmith. Quince minutos más tarde, Barrow pasó a recoger a Highsmith y a Page por la esquina, y el grupo puso rumbo a Vancouver.

2

– ¿Puedo ver televisión? -preguntó Kathy.

– ¿Comiste suficiente pizza?

– Estoy llena.

Betsy se sintió culpable después de la cena, pero había tenido un día extenuante en la Corte y no disponía de fuerzas para cocinar.

– ¿Vendrá papi esta noche? -preguntó Kathy, mirando a Betsy expectante.

– No -contestó Betsy, deseando que Kathy no le preguntara por Rick. Ella le había explicado la separación varias veces, pero Kathy no aceptaba el hecho de que Rick probablemente no volviera a vivir con ellas.

Kathy se mostró preocupada.

– ¿Por qüé papi no se quedará con nosotras?

Betsy tomó a Kathy en brazos y la llevó hasta el sofá de la sala.

– ¿Quién es tu mejor amiga?

– Melanie.

– ¿Recuerdas la pelea que ustedes dos mantuvieron la semana pasada?

– Sí.

– Bueno, papi y yo también nos peleamos. Es una pelea seria. Como la que tú tuviste con tu mejor amiga.

Kathy se mostró confundida. Betsy sostuvo a Kathy sobre su falda y le besó la cabeza.