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Norwood se mostró preocupado.

– Esto no es común. ¿Por qué debe usted ser testigo?

– ¿Qué es lo que intenta hacer? -le preguntó susurrando Darius al oído de Betsy.

Betsy movió la cabeza. Ella estudiaba a Page. Éste no se encontraba cómodo y estaba sombrío. Algo preocupaba al fiscal de distrito.

– Su Señoría, estoy en posesión de evidencia que debe usted conocer, si debe tomar una decisión razonada sobre la fianza. A menos que yo testifique, no tendrá usted la evidencia más importante que tenemos para decir que Martin Darius es el hombre que mató a Laura Farrar, Wendy Reiser y Victoria Miller.

– Estoy confundido, señor Page -dijo Norwood, tentativo-. ¿Cómo puede usted tener esta evidencia? ¿Fue usted testigo ocular? -Norwood negó con la cabeza-. No lo comprendo.

Page se aclaró la voz.

– Su Señoría, hay una testigo. Su nombre es Nancy Gordon. -Darius respiró profundo y se inclinó hacia adelante-. Hace diez años, una serie idéntica de asesinatos ocurrieron en Hunter's Point, Nueva York. El día antes de que encontráramos los cuerpos, la detective Gordon me contó de esos asesinatos y de por qué ella creía que Martin Darius los había cometido.

– Entonces llamemos a la detective Gordon -dijo Norwood.

– No puedo. Ha desaparecido y tal vez esté muerta. Se registró en un hotel después de abandonar mi casa. La llamé por telefono varias veces comenzando alrededor de las ocho, ocho y treinta, de la mañana siguiente. Creo que algo le sucedió poco después de que se registrara en el hotel. Se ve que estaba desempacando cuando algo la interrumpió. Todas sus pertenencias estaban en la habitación, pero ella no ha regresado a buscarlas. Tengo un equipo de detectives buscándola, pero hasta ahora no ha habido resultados.

– Su Señoría -dijo Betsy-, si el señor Page va a testificar sobre las declaraciones de esta mujer, para probar que mi cliente asesinó a algunas mujeres hace diez años, será por puros trascendidos. Sé que la Corte le da al señor Page libertad de acción, pero el señor Darius tiene derechos que le confiere la Constitución estatal y federal, a fin de confrontar testigos en su contra.

Norwood asintió.

– Eso es cierto, señora Tannenbaum. Le diré, señor Page, que esto me molesta. ¿No hay otro testigo de Hunter's Point al que pueda llamar para testificar por estos crímenes?

– No en tan poco tiempo. Conozco los nombres de los otros detectives que trabajaron en el caso, pero ellos ya no trabajan más para la policía de Hunter's Point y no los he buscado.

Norwood se recostó sobre el respaldo del asiento y casi desapareció de la vista. Betsy moría por saber lo que la detective desaparecida le había contado a Page, pero debía evitar el testimonio si esta era la munición que Page necesitaba para mantener en la cárcel a Martin Darius.

– Son las once y quince, señores -dijo Norwood-. Se suspende la audiencia hasta la una y treinta. Oiré entonces los argumentos legales.

Norwood se puso de pie y salió de la sala. Harvey Cobb golpeó el martillo y todos se pusieron de pie.

– Ahora sé por qué Page cree que yo maté a esas mujeres -le susurró Darius a Betsy-. ¿Cuándo podemos hablar?

– Iré ahora a la cárcel.

Betsy se volvió hacia uno de los guardias.

– ¿Puede poner al señor Darius en una sala de entrevistas? Deseo hablar con él.

– Seguro, señora Tannenbaum. Vamos a esperar que se retire la gente de la sala para llevarlo. Si lo desea, puede venir con nosotros en el ascensor de la cárcel.

– Gracias, así lo haré.

El guardia le colocó las esposas a Darius. Betsy miró hacia la parte trasera de la sala. Lisa Darius estaba cerca de la puerta, hablando con Nora Sloane. Lisa miró a Betsy. Ésta le sonrió. Lisa no le sonrió, sino que hizo un gesto hacia ella. Betsy levantó la mano para hacerle saber que iría para allí. Lisa le dijo algo a Sloane. Ésta sonrió y le palmeó el hombro; luego abandonó la sala.

– Iré a hablar con Lisa por un momento -le dijo Betsy a Darius.

– Lisa estaba esperando en la puerta, mirando nerviosa por el vidrio a los periodistas que esperaban.

– Esa mujer me dijo que trabaja con usted en un artículo para el Pacific West -dijo Lisa.

– Es cierto. Vendrá con nosotros mientras yo llevo a cabo el juicio de Martin, para ver cómo trabajo.

– Me dijo que le gustaría hablar conmigo. ¿Qué debo hacer?

– Nora parece ser una persona responsable, pero usted toma la decisión. ¿Cómo lo está soportando?

– Esto es terrible. Los reporteros no me dejan en paz. Cuando me mudé a la casa de mi padre, me vi obligada a hacerlo por los bosques, para que no se enteraran del lugar adonde me dirigía.

– Lo siento, Lisa. Esto no será nada fácil para usted.

Lisa dudó y luego le preguntó:

– ¿Dejará el juez libre a Martin bajo fianza?

– Hay una buena posibilidad de que lo haga. Hasta aquí la evidencia presentada por el Estado ha sido muy débil.

Lisa se mostró preocupada.

– ¿Hay algo que la preocupa?

– No -contestó demasiado rápidamente.

– Si sabe algo de este caso, por favor dígamelo. No deseo tener ninguna sorpresa.

– Son los reporteros los que en realidad me inquietan -dijo Lisa, pero Betsy sabía que estaba mintiendo.

– Estamos prontos -le dijo el guardia a Betsy.

– Debo hablar con Martin. Él desea que lo visite.

Lisa asintió, pero sus pensamientos parecían estar muy lejanos.

– ¿Quién es Nancy Gordon? -le preguntó Betsy a Darius. Estaban sentados uno junto al otro en el estrecho lugar de la sala de visitas de la prisión del tribunal.

– Uno de los detectives del equipo de investigación. La conocí la noche en que Sandy y Melody murieron. Me entrevistó en la casa. Gordon estaba comprometida con otro policía, pero a este lo mataron unas pocas semanas antes de su boda. Ella todavía lo estaba llorando cuando yo me uní al equipo de investigación y Nancy trató de ayudarme a llevar adelante mi dolor.

"Nancy y yo estuvimos juntos en varias ocasiones. No me di cuenta, pero ella tomó mi amistad como otra cosa, bueno… -Darius miró a Betsy a los ojos. Sus rodillas casi se tocaban. Inclinó la cabeza hacia ella-. Yo era vulnerable. Ambos lo éramos. Usted no puede comprender cómo se siente cuando pierde a alguien que ama, hasta que le sucede a uno”.

"Yo me convencí de que Waters era el asesino de la rosa y cometí una estupidez. Sin decirle a nadie, comencé a seguirlo. Incluso me aposté fuera de su casa, deseando atraparlo en el acto. -Darius sonrió sumiso-. Hice muchas tonterías y casi arruino la investigación. Mi presencia resultó tan obvia que un vecino llamó a la policía para quejarse de un extraño que estaba apostado en la puerta de su casa. La policía vino y yo me sentí como un idiota. Nancy me retó. Nos encontramos en un restaurante que estaba cerca de la estación de policía y ella me dijo lo que pensaba”.

"Para cuando terminamos de comer, era tarde. Le ofrecí llevarla a su casa pues tenía el automóvil en reparación. Ambos habíamos tomado un par de cervezas. No recuerdo quién de los dos comenzó. La cuestión es que terminamos en la cama”.

Darius bajó la mirada, como si se sintiera avergonzado. Luego meneó la cabeza.

– Fue algo estúpido de hacer. Debería haber sabido que ella lo tomaba como algo serio. Quiero decir, fue bueno para ambos tener a alguien con quien pasar la noche. Ambos estábamos tan solos… Pero ella pensó que yo la amaba, y yo no la amaba. Fue demasiado pronto después de lo de Sandy. Cuando no quise continuar con la relación, se amargó. Afortunadamente poco después atraparon a Waters y mi conexión con el equipo de investigación concluyó, de modo que no había razón alguna para que continuáramos viéndonos. Sólo que Nancy no pudo tolerarlo. Me llamaba a casa y a la oficina. Deseaba que nos encontráramos y habláramos de nosotros. Le dije que no existía el tal "nosotros", pero era difícil para ella aceptarlo.