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– Lo haré yo, Wayne -dijo Grimsbo, sacando su pistola reglamentaría y dándole a Nancy el arma de Lake-. Si lo deseas puedes salir de la habitación. Incluso puedes recordar que sucedió de la manera que te dije, ya que esa es la forma en que realmente sucederá, si nos ponemos de acuerdo.

– Jesús -dijo Turner para sí. Una mano apretada en un puño y la otra que sostenía apretado el revólver, tanto que el metal se clavaba en la palma.

– No pueden matarme -abrió la boca Lake, con el dolor de la herida del hombro que le hacía dificultoso hablar.

– Cierra tu puta boca -le dijo Grimsbo-, o lo haré ahora.

– Ellas no están muertas -alcanzó a decir Lake, cerrando o los ojos cuando una oleada de náuseas lo sobrecogió-. Las otras mujeres están todavía vivas. Mátenme y morirán. Mátenme y ellas morirán.

2

El gobernador Raymond Colby bajó agachado debajo de las aletas que giraban en el helicóptero y corrió hacia el automóvil de policía que estaba esperando. Larry Merrill, el asistente administrativo del gobernador, dio un salto detrás del hombre y lo siguió por la pista de aterrizaje. Un hombre fornido de cabellos rojos y otro delgado de piel negra estaban de pie junto al automóvil de policía. El pelirrojo le abrió la puerta del coche a Colby.

– John O'Malley, gobernador. Soy el jefe de policía de Hunter'sPoint. Este es el detective Wayne Turner. Él lo pondrá al tanto. Tenemos una situación muy fea aquí.

El gobernador Colby se sentó en el asiento trasero del patrullero y Turner lo hizo a su lado. Cuando Merrill se sentó en el de adelante, O'Malley puso rumbo a la casa de Nancy Gordon.

– No sé cuánto le contaron, gobernador.

– Comience desde el principio, detective Turner. Deseo tener la seguridad de que no me falta ningún dato.

– Han desaparecido mujeres en Hunter's Point. Todas casadas con profesionales y sin hijos. No hubo señales de lucha. Con la primera mujer, supusimos que teníamos entre manos el caso de una persona desaparecida. Lo único raro fue encontrar una nota sobre la almohada de la mujer que decía "Jamás me olvidarán", pinchada con una rosa que había sido tejida de negro. Nos imaginamos que la dejó la mujer. Luego, la segunda mujer desapareció y encontramos una rosa y una nota idénticas a la del caso anterior.

– Después de la cuarta desaparición, todas con rosas negras y notas, Sandra y Melody Lake fueron asesinadas. Sandra era la esposa de Peter Lake, a quien creo que usted conoce. Melody era su hijita.

– Eso fue trágico -dijo Colby-. Hace algún tiempo que Pete ha sido seguidor mío. El otoño pasado lo nombré en una comisión.

– Él las mató, gobernador. Asesinó a su esposa y a su hija a sangre fría. Luego acorraló a un hombre llamado Henry Waters, trayendo a su casa una de las mujeres secuestradas, destripándola en el sótano de esa casa, colocando algunas rosas y notas y llamando a la policía en forma anónima.

Eran las cuatro de la mañana y estaba completamente oscuro en el automóvil, pero Turner vio cómo Colby quedaba blanco cuando pasaron debajo de una luz de la calle.

– ¿Peter Lake fue el que mató a Sandy y a Melody?

– Sí, señor.

– Encuentro eso difícil de creer.

– Lo que le voy a decir ahora sólo lo saben el jefe O'Malley, los detectives Frank Grimsbo y Nancy Gordon y yo. El jefe creó un equipo de investigación para tratar el caso de las desapariciones. Este está compuesto por Gordon, Grimsbo y yo, más un experto forense. Sospechamos que Lake podría ser nuestro asesino, incluso después de encontrar el cuerpo de Patricia Cross en el sótano de Waters, de modo que lo seguimos. Gordon le dijo a Lake que ella sospechaba pero que se había guardado para sí la evidencia que lo incriminaba. Lake entró en pánico, tal como esperábamos que lo hiciera. Entró en la casa de Gordon para matarla. Ella le tendió una trampa para que admitiera los asesinatos. Pusimos micrófonos en su casa y tenemos una cinta grabada. Grimsbo y yo estábamos escondidos y lo oímos todo. Arrestamos a Lake.

– ¿Entonces cuál es el problema? -preguntó Merrill.

– Las tres mujeres están todavía con vida. Casi muertas. Lake las ha estado manteniendo al borde de la inanición. Sólo les da de comer una vez por semana. Él no nos dirá cuándo les dio de comer la última vez o dónde están a menos que el gobernador le otorgue el perdón.

– ¿Qué? -le preguntó incrédulo Merrill-. El gobernador no va otorgar el perdón a un asesino.

– ¿No pueden encontrarlas? -preguntó Colby-. Ellas deben de estar en alguna propiedad que pertenece a Lake. ¿Las han registrado a todas?

– Lake ha hecho mucho dinero en estos últimos años. Posee grandes grupos de inmuebles. La mayor parte de ellos no están a su nombre. No tenemos ni los hombres ni el tiempo para buscar en todas, antes de que las mujeres mueran de inanición.

– Entonces yo prometeré otorgarle el perdón a Peter. Después de que él diga dónde se encuentran las mujeres, pueden arrestarlo. Un contrato que se hace bajo presión no puede sostenerse.

Merrill se mostró incómodo.

– Me temo que sí, Ray. Cuando yo trabajé con el fiscal de los EE.UU., le dimos inmunidad a un asesino contratado a cambio de testimonios para uno mayor. Él dijo que estaba presente cuando se ordenó el golpe, pero estaba en Las Vegas el día en que encontraron el cuerpo. Verificamos su historia. Estaba registrado en el Caesars Palace. Varios testigos honestos lo vieron comiendo en el casino. Hicimos un trato, él testificó, el otro asesino fue condenado, él se fue. Luego descubrimos que él había perpetrado el golpe, pero lo hizo quince minutos antes de la medianoche, luego tomó un vuelo a Las Vegas.

"Estábamos furiosos. Lo volvimos a arrestar y lo enjuiciamos por asesinato, pero el juez lo sobreseyó. Dijo que todo lo que el acusado nos dijo era verdad. Nosotros simplemente no hicimos las preguntas correctas. Yo rebusqué afanosamente en la ley que trata los pedidos de apelación, tratando de que el tribunal de apelaciones estuviera a nuestro favor No tuvimos suerte Se aplican los principios del contrato, pero así también es en el proceso debido. Si ambas partes hacen un acuerdo de buena fe y el acusado lo ejecuta, las cortes respetarán dicho acuerdo Si vas en esto con los ojos bien abiertos, Ray, creo que el perdón es lo que se mantendrá”.

– Entonces no tengo elección

– Sí, la tienes -insistió Merrill- Le dices que no hay trato No puedes perdonar a un asesino de crímenes en serie y esperar ser reelecto Es un suicidio político

– Maldición, Larry -dijo con brusquedad Colby-, ¿cómo crees que reaccionaría la gente si descubrieran que yo dejé morir a tres mujeres para ganar una elección?

Raymond Colby abrió la puerta de la habitación de Nancy Gordon. Frank Grimsbo estaba sentado junto a ella, sosteniendo su arma, con los ojos fijos en el prisionero. Las persianas estaban cerradas y la cama sin hacer. Peter Lake estaba esposado a una silla. Se hallaba de espaldas a la ventana. Ninguno lo atendió por los cortes en el rostro y la sangre se había secado, dándole el aspecto de un luchador vencido. Lake debería haber estado asustado. En lugar de ello, se lo veía como a cargo de la situación.

– Gracias por venir, Ray

– ¿Qué sucede aquí, Pete? Esto es de locos. ¿Mataste a Sandra y a Melody?

– Debí hacerlo, Ray. Le expliqué eso a la policía. Sabes que no las habría matado si hubiera tenido otra elección.

– Esa dulce niña. ¿Cómo puedes vivir con eso en tu conciencia?

Lake se encogió de hombros.

– Ese no es el punto, Ray. No iré a prisión y tú te encargarás de eso.

– No está en mis manos, Pete. Mataste a tres personas. Eres tnoralmente responsable de la muerte de Waters. No puedo hacer nada por ti.