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– Eso no es comida. ¿Quieres que te prepare algo?

– Gracias, pero no tengo apetito -dijo Betsy mientras colgaba la chaqueta-. ¿Cómo está Kathy?

– Más o menos. Rick la llevó al cine el sábado.

– ¿Cómo está él? -preguntó Betsy, esperando sonar desinteresada.

– El canalla se negó a mirarme a los ojos cuando estuvo aquí. No podía ver la hora de escapar.

– ¿No fuiste ruda con él?

– No le di el mejor de los días -le contestó Rita, levantando la nariz. Luego meneó la cabeza.

– Pobre niña. Kathy estaba emocionada cuando se fue con él, pero vino muy deprimida tan pronto como la dejó aquí. Estuvo llorando y comió sólo unos bocados.

– ¿Sucedió algo más mientras estuve afuera? -preguntó Betsy, esperando que fueran buenas noticias.

– Nora Sloane vino el sábado por la noche -dijo Rita, sonriendo traviesa-. Le conté todo.

– ¿Qué te preguntó?

– Sobre tu infancia, los casos. Fue muy buena con Kathy.

– Parece que es una mujer amable. Espero que su artículo se venda. Por cierto que está trabajando mucho en él.

– Oh, antes de que me olvide, cuando vayas al colegio, habla con la señora Kramer. Kathy se peleó con otra niña y ha estado distraída en la clase.

– Me ocuparé de ella esta tarde -dijo Betsy. Hablaba con tono de derrota. Kathy era en general un ángel en la escuela. Uno no debía ser Sigmund Freud para ver lo que sucedía.

– Alégrate -le dijo Rita-. Es una buena niña. Simplemente está pasando por un mal momento. Mira, tienes una hora antes de la escuela. Come este pastel. Te prepararé una taza de café y me contarás de tu viaje.

Betsy miró el reloj y decidió aceptar. Comer pastel era una forma estupenda de sobreponerse a la depresión.

– Muy bien. Tengo apetito. Tú arreglas todo. Deseo cambiar.

– Ahora habla -dijo Rita con una sonrisa-. Y, para tu información, Kathy ganó la pelea. Ella me contó

Capítulo 21

Cuando Betsy Tannenbaum era pequeña, no deseaba irse a dormir hasta que su madre le mostraba que no había ningún monstruo en su armario o debajo de la cama. La etapa se superó rápidamente. Betsy dejó de creer en monstruos. Luego conoció a Martin Darius. Lo que hacía que Darius fuera tan aterrador era su diferencia con el aspecto babeante y las deformidades de las extremidades que se agazapaban en las sombras de su habitación. Si se le mostraran a cien personas las fotografías de las autopsias, ninguno creería que el elegantemente vestido caballero que estaba de pie en la entrada de la oficina de Betsy era capaz de cortar los pezones de Wendy Reiser o de utilizar una picana eléctrica para torturar a Victoria Miller. Aun sabiendo lo que ella sabía, Betsy debía esforzarse en establecer una conexión. Pero Betsy sabía realmente y el brillante sol invernal no pudo evitar que ella se atemorizara como una niña pequeña que solía ver monstruos en la oscuridad.

– Siéntese, señor Darius -le dijo Betsy.

– ¿Volvemos al señor Darius? Esto debe ser serio.

Betsy no sonrió. Darius la miró interrogante, pero se sentó sin hacer otro comentario.

– Renuncio a ser su representante legal.

– Pensé que acordábamos en que sólo lo haría si usted creía que yo era culpable del asesinato de Farrar, Reiser y Miller.

– Creo con firmeza que usted las mató. Sé todo lo de llunter's Point.

– ¿Qué es todo?

– Pasé un fin de semana en Washington, D.C., hablando con el senador Colby.

Darius asintió con aprecio.

– Estoy impresionado. Usted descubrió todo el asunto de Hunter's Point en escasísimo tiempo.

– No doy un paso por su aprecio, Darius. Usted me mintió desde el primer día. Hay algunos abogados a los que no les interesa a quiénes representan, en tanto sus honorarios sean abultados. Yo no soy uno de ellos. Haga que su nuevo abogado me llame para que pueda deshacerme de todo su archivo. No deseo tener nada en mi oficina que me haga recordar algo de usted.

– Mi Dios, que somos rígidos. Usted está segura de que sabe todo, ¿no es así?

– Sé lo suficiente como para no creer en nada de lo que me diga.

– Estoy un tanto molesto, Tannenbaum. Usted armó todo este rompecabezas en una parte del camino, luego cierra esa mente brillante que posee, justo cuando llega a la parte que necesita resolver.

– ¿De qué habla?

– Hablo de tener fe en su cliente. Hablo de no abandonar a alguien que necesita desesperadamente de su ayuda. Yo no soy culpable de asesinar a Reiser, Farrar y Miller. Si no prueba que soy inocente, el verdadero asesino se escapará, de la misma forma en que yo lo hice de Hunter's Point.

– ¿Usted admite que es culpable de aquellas atrocidades de Hunter's Point?

Darius se encogió de hombros.

– ¿Cómo puedo negarlo, ahora que usted habló con Colby?

– ¿Cómo pudo hacerlo? Los animales no tratan de esa manera a otros animales.

Darius se mostró divertido.

– ¿La fascino yo, Tannenbaum?

– No, señor Darius, me causa asco.

– ¿Entonces por qué me pregunta de Hunter's Point?

– Deseo saber por qué usted pensó que tenía el derecho de entrar en la vida de una persona y convertirle el resto de sus días en la tierra en un infierno. Deseo comprender cómo pudo destruir las vidas de aquellas pobres mujeres de manera tan indiferente.

Darius dejó de sonreír.

– No hay nada indiferente en lo que yo hice.

– Lo que no puedo comprender es cómo una mente como la suya, la de Speck o la de Bundy funcionan. ¿Qué es lo quepudo hacerlo sentir tan mal que sólo puede seguir deshumanizando mujeres?

– No me compare con Bundy o Speck. Ellos son fracasos patéticos. Personalidades profundamente inadaptadas. Yo no soy ni loco ni inadaptado. Fui un abogado de éxito en Hunter's Point y aquí un excelente hombre de negocios.

– ¿Entonces por qué lo hizo?

Darius dudó. Parecía encontrarse en un debate consigo mismo.

– ¿Me protege todavía el privilegio de abogado-cliente? -Betsy asintió-. ¿Cualquier cosa que le diga queda entre los dos? -Betsy volvió a asentir-. Ya que me gustaría contarselo. Usted posee una mente superior y un punto de vista femenino. Sus reacciones serían informativas.

Betsy sabía que debería echar a Darius de su oficina y desu vida, pero la fascinación que sentía por él le paralizaba el intelecto. Cuando permaneció en silencio, Darius se reclinó en su asiento.

– Yo estaba conduciendo un experimento, Tannenbaum. Deseaba saber cómo era sentirse Dios. No recuerdo cuándo exactamente germinó aquella idea. Sí recuerdo un viaje que Sandy y yo hicimos a Barbados. Tendidos en la playa, pensé en lo perfecta que era mi vida. Tenía mi trabajo, el cual me proveía de más dinero del que jamás hubiera soñado y estaba Sandy, aún sensual, incluso después de tener a mi adorable Melody. Mi Sandy, tan deseosa de complacer, tan irresponsable. Me había casado con ella por su cuerpo y jamás verifiqué debajo de aquella cubierta hasta que fue demasiado tarde.

Darius movió la cabeza con pena.

– Lo perfecto es aburrido, Tannenbaum. El sexo con la misma persona, día tras día, no importaba lo hermosa y capaz que fuera, resultaba aburrido. Siempre he tenido una intensa vida de fantasía y me pregunté ¿qué sucedería si mi mundo de fantasía fuera real? ¿Sería mi vida diferente? ¿Descubriría lo que estaba buscando? Decidí descubrir lo que sucedería si hacía realidad mi fantasía.

"Me llevó meses encontrar la granja. No podía confiar en los obreros, de modo que yo fui el que construyó los establos. Luego seleccioné a las mujeres. Elegí sólo mujeres inútiles. Mujeres que vivían de sus maridos como parásitos. Hermosas, caprichosas, que utilizaban su aspecto para llevar a un hombre al matrimonio, luego le vaciaban la fortuna y el respeto por ellos mismos. Esas mujeres volvieron a nacer en mi pequeño calabozo. Sus establos se transformaron en su mundo y yo en el sol, la luna, el viento y la lluvia”.