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– Lo sé -dijo con tranquilidad-. Mira, esta fusión en la que estoy trabajando me ha tenido atado día y noche, pero creo que todo estará bajo control dentro de un mes. En diciembre tendré algún tiempo y Kathy tendrá sus vacaciones de Navidad, de modo que no perdería días de clase. Pensé que tal vez los tres podríamos ir a algún lugar en el cual estar juntos.

Betsy contuvo la respiración. No sabía qué decir.

Rick se puso de pie.

– Sé que te dije eslo sin ningún tipo de preparación. No tienes por qué contestarme ahora. Tenemos tiempo. Sólo prométeme que lo pensarás.

– Lo haré.

– Bien. Y gracias por dejarme ver a Kathy.

– Tú eres su padre -le dijo Betsy.

Betsy abrió la puerta de la oficina antes de que Rick pudiera decir nada. Nora Sloane estaba de pie junto al escritorio de Ann.

– ¿Tiene un minuto? -preguntó Sloane.

– Rick ya se iba -contestó Betsy. Sloane miró por un segundo a Rick.

– ¿Es usted el señor Tannenbaum?

– Sí.

– Ésta es Nora Sloane -dijo Betsy-. Está escribiendo un artículo sobre las mujeres abogadas para la revista Pacific West.

– Su esposa ha sido de una gran ayuda. Rick sonrió amable.

– Pasaré a buscar a Kathy alrededor de las seis y la llevaré a cenar -le dijo a Betsy-. No te olvides de mandarla con las cosas del colegio. Encantado de conocerla, señorita Sloane.

– Espera -dijo Betsy-. No tengo la dirección y el número de teléfono de tu nueva casa.

Rick se lo dio y Betsy lo escribió. Luego se marchó.

– La razón por la que vine es para ver si podemos programar algo de tiempo para hablar del caso Hammermill y su estrategia para el caso Darius -dijo Sloane.

– Espero no arruinar sus planes, Nora, pero estoy por dejar el caso de Martin.

– ¿Por qué?

– Por razones personales que no puedo decirle.

– No comprendo.

– Existe un conflicto. Problemas éticos. No puedo explicárselos de otra manera sin violar el privilegio de cliente y abogado.

Nora se frotó la frente. Se mostró distraída.

– Lo siento si esto afecta el artículo -dijo Betsy-. No hay nada que yo pueda hacer al respecto.

– Está bien -respondió Nora, rápidamente recobrando la compostura-. El caso Darius no es esencial para el artículo. Betsy abrió la agenda.

– Tan pronto como me quite de encima el caso Darius, tendré suficiente tiempo libre. ¿Por qué no acordamos una fecha tentativa para una comida el próximo miércoles?

– Eso me parece bien. La veo entonces. La puerta se cerró y Betsy miró el trabajo que tenía sobre el escritorio. Había casos que ella había pospuesto por Martin Darius. Tomó el caso que estaba en la parte superior de la pila, pero no abrió el archivo. Pensó en Rick. Parecía diferente. Menos seguro de sí. Si deseaba regresar, ¿lo aceptaría ella?

Sonó el intercomunicador. Reggie Steward llamaba desde Hunter's Point.

– ¿Cómo va lodo? -preguntó Steward.

– No muy bien, Reg. Me salgo del caso.

– ¿Te despidió Darius?

– No, soy yo la que lo despide.

– ¿Por qué?

– Descubrí que Darius asesinó a las mujeres de Hunter's Point.

– ¿Cómo?

– No puedo decírtelo.

– Jesús, Betsy, puedes confiar en mí.

– Lo sé, pero no te explicaré esto, de modo que no me presiones.

– Bueno, estoy algo preocupado. Existe la posibilidad de que Darius esté en una emboscada. Resultó ser que Samantha Reardon es una dama muy rara. Hablé con Simón Reardon, su ex. Es neurocirujano y ella fue una de sus enfermeras. Tuvo una aventura amorosa con ella y lo siguiente que supo fue que estaba casado y al borde de la quiebra económica. La mujer robaba negocios, gastaba hasta el límite de las tarjetas de crédito y los abogados de él corrían de un lado a otro para cubrir las indiscreciones de la dama. Entonces Darius viene y la rapta y tortura y, finalmente, ella pierde la poca cordura que le quedaba. Conozco a la doctora Flint, su psiquiatra en la clínica San Judas. Allí es donde fue internada después de tratar de asesinar a Reardon.

– ¿Qué?

– Lo apuñaló a él y a un amigo que estaba en la casa. Ambos la sometieron y ella pasó los pocos años que siguieron en una habitación acolchada, insistiendo en que el hombre que la había raptado todavía estaba libre y que ella era víctima de una conspiración.

– Lo era, Reg. Las autoridades encubrieron a Darius. No puedo darte todos los detalles, pero Samantha tal vez no estuviera tan loca.

– Tal vez haya tenido razón con el encubrimiento y la locura. La doctora Flint pensó que estaba loca, totalmenie insana. Reardon fue violada cuando niña. Su padre abandonó su hogar cuando ella tenía dos años y su madre era una borracha perdida. Aprendió la moral de la calle por intermedio de la banda con la que andaba. Tenía antecedentes de delincuencia juvenil en robos y asaltos. También apuñaló a alguien. Fue lo suficientemente inteligente como para terminar el colegio secundario sin mucho esfuerzo. Su coeficiente intelectual ha sido medido en 146, lo cual es muchísimo más alto que el mío, pero su rendimiento en la escuela fue pésimo.

"Hubo un primer matrimonio con Max Félix, gerente del negocio donde trabajaba. Lo llamé por teléfono y me contó la misma historia que me narró el doctor Reardon. Debe ser fabulosa en la cama. Su primer marido dice que no podía distinguir lo bueno de lo malo mientras ella le vaciaba la cuenta bancaria y lo embargaba con las deudas. El matrimonio duró sólo un año”.

"La siguiente parada fue una facultad de la comunidad, luego la escuela de enfermeras, luego un buen médico. La doctora Flint dice que Reardon tenía una personalidad desordenada, eso para comenzar, y la tensión que le produjo la tortura y el cautiverio la transformaron en una psicótica. Estaba obsesionada con vengarse de su secuestrador”.

Betsy tuvo una sensación de desasosiego en la boca del estómago.

– ¿Le preguntaste a la doctora Flint si ella sería capaz de someter a otras mujeres al tipo de tortura que ella soportó, sólo para acorralar a Darius?

– Según la doctora Flint, no se le movería un pelo al cortar en rebanadas a esas señoras, si con eso podía llevar adelante su plan.

– Es tan difícil de creer, Reg. Una mujer que le haga esas cosas a otras mujeres.

– Tiene sentido, sin embargo, Betsy. Piénsalo. Oberhurst entrevista a Reardon y le muestra una fotografía de Darius; Reardon reconoce a Darius y lo sigue a Portland; ella se entera de los problemas que Darius tiene en la obra en construcción y se imagina que es el lugar ideal para enterrar a Oberhurst después de matarlo; más tarde, agrega los otros cuerpos.

– No sé, Reg. Aun tiene más sentido que haya sido Darius el que las asesinó.

– ¿Qué quieres que haga?

– Trata de conseguir una fotografía de ella. No había ninguna en los archivos de los diarios.

– Estoy adelantado. Buscaré en el anuario de la facultad. Ella fue a la facultad estatal de Hunter's Point de modo que debería ser fácil.

Steward cortó la comunicación, dejando a Betsy muy confundida. Hacía un instante, estaba segura de que Darius había matado a las mujeres de Portland. Pero si las sospechas de Reggie eran ciertas, Darius había sido acorralado y todos manipulados por una mujer muy inteligente y peligrosa.

3

Randy Highsmith y Ross Barrow tomaron la interestatal 84 a lo largo del río Columbia hasta que llegaron a un desvío para conectarse con la autopista. A ambos lados del ancho río se alzaban escarpados acantilados. A través de los claros de los árboles se veían, en ocasiones, cascadas. El panorama era deslumbrante, pero Barrow estaba demasiado ocupado tratando de ver a través de la copiosa lluvia, como para poder disfrutar del paisaje. El huracanado viento que soplaba en embudo por el desfiladero empujaba el automóvil sin patente hacía los costados. Barrow luchó con el volante y evitó que el coche resbalara cuando tomó la bajada.