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– ¿Leyó los diarios? ¿Sabe que Darius está suelto, a causa de que no tuvimos su testimonio en la audiencia de la fianza?

– No se pudo evitar. Dentro de poco comprenderá todo.

– Me gustaría comprenderlo ahora, detective. Tenemos una situación compleja aquí. La esposa de Darius ha desaparecido.

– Lo sé. Esa es la razón por la que llamo. Sé dónde se encuentra y debe actuar deprisa.

3

Construcciones Darius estaba en problemas. Cuando arrestaron a Darius, la compañía estaba al borde de lanzar dos proyectos lucrativos. Ambos trabajos estaban ahora en manos de otras compañías de construcción, y no aparecerían nuevos, entanto Darius estuviera bajo fianza. Darius había contado con los ingresos que generarían aquellos dos proyectos, a fin de ayudar a salvar los problemas financieros de la empresa. Sin el nuevo ingreso, la quiebra económica era una de las posibilidades.

Darius pasó el día encerrado con su contador, su abogado y los vicepresidentes trabajando en un plan para salvar la compañía, pero tenía problemas en concentrarse en los asuntos que se trataban. Necesitaba a Betsy Tannenbaum y ella lo había dejado. Al principio, había deseado que ella lo representara ya que una abogada feminista le proporcionaría un estímulo o atractivo ante un jurado. Luego, Betsy ganó la fianza y lo convenció de que tenía habilidad como para salvarlo. La reunión que habían tenido hacía poco aumentó aquel respeto. Tannenbaum era dura. La mayoría de las mujeres se habrían atemorizado de enfrentarse con él a solas. Habrían requerido de la protección de un hombre. Darius creía que Betsy jamás se quebraría ante la presión de un juicio y sabía que lucharía hasta el final por un cliente en quien ella creyera.

Cuando la reunión terminó a las seis de la tarde, Darius se dirigió a su casa. Pulsó el código de alarma para abrir el portón. Darius echó una mirada por el espejo retrovisor. Vio el brillo de focos cuando el automóvil pasó por la entrada, luego dobló el camino y perdió el ángulo de visión.

Darius entró en la casa por el garaje y desactivó la alarma. La casa estaba fría y en silencio. Cuando Lisa vivía con él, siempre había un ruido subterráneo en el fondo. Darius estaba aprendiendo a vivir sin el murmullo de la cocina, el murmullo del televisor y los sonidos que Lisa hacía al ir de habitación en habitación.

La sala de estar se vio estéril cuando encendió la luz. Darius se quitó el saco y la corbata, luego se sirvió un whisky. Se preguntó si había una forma de hablar con Betsy para que esta regresara. El enfado que ella tenía era evidente, pero ese sentimiento se podía aplacar. Era el miedo lo que alejaba a Betsy. No la podía culpar por pensar que él era un monstruo después de lo que se había enterado por Colby. Normalmente, el miedo de una mujer excitaba a Darius, pero el miedo de Betsy la alejaba de él y no podía pensar en una forma de solucionarlo. Darius tomó la corbata y el saco y se dirigió escaleras arriba, a su dormitorio. Encendió la luz y colocó el vaso sobre el tocador. Cuando se volvió hacia el guardarropas, un destello de color llenó sus ojos. Había una rosa negra sobre su almohada. Debajo de la rosa, una hoja de papel de carta. Darius miró la nota. Su estómago se retorció. Giró sobre sus talones hacia la entrada, pero no había nadie allí. Trató de escuchar el más mínimo de los ruidos, pero sólo oyó los sonidos normales de la casa.

Darius guardaba un revólver en el tocador. Lo sacó de allí. Su corazón latía desenfrenado. ¿Cómo pudo alguien entrar en la casa sin hacer activar la alarma? Sólo él y Lisa conocían el código de la alarma… Darius se quedó paralizado. Su mente hizo un salto lógico y se dirigió hacia el sótano, encendiendo las luces de la casa, a medida que avanzaba.

Se detuvo en la parte superior de las escaleras del sótano, sabiendo lo que vería cuando encendiera la luz. Oyó la primera sirena cuando estaba a mitad de camino. Pensó en regresar, pero debía saber. Un patrullero de la policía clavó los frenos ante la casa cuando Darius llegó al pie de las escaleras. Bajó el revólver, ya que no deseaba correr el riesgo de que lo balearan. Además, no lo necesitaría. No había nadie en la casa con él. Lo supo cuando vio la forma en que había sido dispuesto el cuerpo.

Lisa Darius estaba tendida de espaldas, en el centro del sótano. Estaba desnuda. El estómago había sido seccionado y sus entrañas salían por aquel agujero abierto y empapado de sangre. El cuerpo de Patricia Cross había sido dejado en el sótano de la casa de Henry Waters, exactamente de la misma manera.

4

Tan pronto como Rick y Kathy se alejaron, Betsy regresó a la cocina y se preparó algo para comer. Había fantaseado con la idea de salir a cenar o llamar a alguna amiga, Pero el proyecto de pasar una noche tranquila a solas la sedujo. Cuando terminó con la cena, Betsy entró en la sala y echó una ojeada al programa de televisión. Nada parecía interesante, de modo que se sentó en un cómodo sillón y tomó una novela de Updike. Estaba por comenzar a leer cuando sonó el teléfono, Betsy suspiró y corrió hasta la cocina para contestar.

– ¿Señora Tannenbaum?

– Sí.

– Habla Alan Page. -Se lo oía enfadado-. Estoy en la propiedad de Martin Darius. Acabamos de arrestarlo.

– ¿Con qué cargos?

– Acaba de asesinar a su esposa.

– ¡Dios mío! ¿Qué sucedió?

– Su cliente destripó a Lisa Darius en el sótano de su casa.

– Oh, no.

– Usted le hizo a ella un verdadero favor cuando convenció a Norwood de que liberara a Darius bajo fianza -dijo Page con amargura-. Su cliente desea hablarle.

– ¿Me cree ahora, Tannenbaum? -le preguntó Darius-. ¿Puede ver lo que está sucediendo?

– No diga una palabra. La policía está escuchando, Martin. Lo veré en la mañana.

– Entonces, ¿sigue usted conmigo?

– No dije eso.

– Debe hacerlo. Pregúntese cómo la policía averiguó lo de Lisa y sabrá que soy inocente.

¿Era Darius inocente? No tenía sentido que asesinara a su esposa y dejar que su cuerpo se descompusiera en el sótano. Betsy pensó en lo que ella conocía del caso de Hunter's Point. Imaginó a Waters contestando el llamado a su puerta, Nancy Gordon bajando los escalones del sótano de Waters, la mirada impresionada en el rostro de Waters cuando vio a Patricia Cross tendida en un charco de su propia sangre, destripada. Era Patricia Cross otra vez. Darius le había preguntado cómo averiguó la policía que Lisa Darius estaba en aquel sótano. Trató de recordar cómo la policía había averiguado el paradero de Patricia Cross.

– Déme con Page -le dijo a Darius.

– No quiero que nadie hable con Darius -le dijo al fiscal de distrito.

– No pensaba hacerlo -le respondió Page con rudeza.

– Está malgastando su furia conmigo. Alan. Yo conocía a Lisa Darius mejor que usted. Esto duele, créame.

Page se quedó en silencio por un momento. Habló con tono deprimido cuando lo hizo.

– Tiene razón. No es de mi incumbencia cortarle a usted la cabeza. Yo estoy furioso conmigo mismo por haber hecho aquel desastre en la audiencia, de la misma manera en que lo estoy con usted por haber hecho un excelente trabajo. Pero esta vez él se queda. Norwood no cometerá otro error.

– Alan, ¿cómo se enteró de que encontraría el cuerpo de Lisa en el sótano?

Betsy contuvo la respiración mientras Page decidía si contestaría aquella pregunta.

– Ah, de todos modos, usted lo sabrá. Fue una ayuda.

– ¿Quién se lo dijo?

– No se lo puedo decir ahora.

Una ayuda, la misma ayuda anónima que condujo a la policía de Hunter's Point al sótano de Waters. Betsy cortó la comunicación. Las dudas que tenía respecto de la culpabilidad de Darius comenzaron a crecer. Martin Darius había asesinado a las mujeres de Hunter's Point, pero ¿era inocente de los asesinatos de Portland?