Выбрать главу

– Detective Kassel, ¿dónde trabaja usted?

– Soy detective del Departamento de Policía de Portland.

– ¿Arrestó ayer por la noche al acusado?

– Sí, señor.

– Dígale al juez cómo sucedió.

Kassel giró su asiento hacia el juez.

– El detective Rittner y yo recibimos una llamada por el radio de la policía. Basados en la comunicación, tomamos cartas en el asunto. La puerta de la casa del acusado estaba cerrada con llave. Nos identificamos como policías y le ordenarnos al acusado que abriera la puerta. Él obedeció. El detective Rittner y yo aseguramos al acusado y esperamos que llegaran los otros patrulleros, tal como se nos había ordenado hacer.

– ¿Llegaron pronto los otros oficiales?

Kassel asintió.

– Alrededor de quince minutos después de que nosotros llegáramos, usted y el detective Barrow llegaron, seguidos de varios más.

Betsy frunció el entrecejo. Verificó algo que había escrito durante el testimonio del juez Ryder. Luego tomó algunas notas.

– ¿Descubrió usted el cuerpo? -preguntó Page.

– No, señor. Las instrucciones indicaban permanecer con el acusado. Fueron otros los oficiales que descubrieron el cuerpo.

– ¿Le hizo conocer al acusado sus derechos?

– Sí, señor.

– ¿Hizo el señor algunas declaraciones?

– No otras que pedir llamar a su abogada.

– Su testigo, señora Tannenbaum.

Betsy se mostró insegura. Le pidió al juez un minuto y simuló buscar un informe de la policía, mientras ordenaba sus pensamientos.

– Detective Kassel -le preguntó Betsy con cautela-, ¿quién le dijo a usted que entrara en la propiedad de Darius y que arrestara al señor Darius?

– El detective Barrow.

– ¿Le dijo él por qué debía arrestarlo?

– Sí, señora. Me dijo que en un llamado se había dicho que el acusado había asesinado a su esposa y que el cuerpo estaba en el sótano.

– ¿Le dijo el detective Barrow de quién era el llamado?

– No lo pregunté.

– ¿Cómo estaba vestido el señor Darius cuando les abrió la puerta?

– Tenía una camisa blanca y pantalones.

– Señor Darius, por favor, póngase de pie.

Darius así!o hizo.

– ¿Son estos los pantalones?

El detective Kassel miró por un segundo a Darius.

– Sí. Esos son los pantalones que tenía cuando lo arresté.

– ¿Y es esta la camisa blanca?

– Sí.

– ¿Se encuentran en el mismo estado que cuando lo arrestó?

– Sí.

– ¿No hay manchas de sangre en la camisa?

Kassel hizo una pausa, luego contestó:

– No, señora.

– ¿Vio el cuerpo de Lisa Darius en algún momento?

– Sí.

– ¿Cuando todavía estaba en el sótano?

– Sí.

– ¿La señora Darius estaba destripada, no es verdad?

– Sí.

– Había sangre por todo el sótano, ¿no es así?

– Sí -contestó Kassel de mala gana.

– El portón de entrada de la propiedad de Darius estaba cerrado con llave. ¿Cómo entró?

– El detective Barrow tenía la combinación.

– ¿Cómo fue que usted llegó a la propiedad de Darius con tanta antelación al detective Barrow, al señor Page y a los otros oficiales? -preguntó Betsy con una sonrisa leve que disimulaba la tensión que sentía. Lo sabría si sus sospechas eran correctas después de unas pocas preguntas más.

– Estábamos estacionados en el exterior.

– ¿Fue por casualidad?

– No, señora. Teníamos al acusado bajo vigilancia.

– ¿Cuánto tiempo hacía que lo tenían bajo vigilancia?

– Lo estuvimos vigilando por un tiempo. Antes de su primer arresto.

– ¿Sólo usted y el detective Rittner?

– Oh, no. Había tres equipos. Nos turnábamos. Uno no puede hacer eso las veinticuatro horas.

– Por supuesto que no. ¿Cuándo comenzó su turno el día en que arrestaron a Darius?

– Alrededor de las tres de la tarde.

– ¿Dónde comenzó?

– Afuera de su oficina.

– ¿Supongo que ustedes tomaron el turno después de otro equipo de vigilancia?

– Correcto. Los detectives Padovici y Kristol.

– ¿Cuándo habían comenzado ellos?

– Alrededor de las cinco de la mañana.

– ¿En qué lugar comenzaron?

– En la casa del acusado.

– ¿Por qué el otro equipo comenzó tan temprano?

– El acusado se levanta alrededor de las cinco treinta y abandona su casa a las seis y treinta. Al llegar allí a las cinco, lo mantenemos cubierto cuando abandona su casa.

– Es lo que Kristol y Padovici hicieron.

– Sí.

– ¿Supongo que siguieron al señor Darius a su trabajo?

– Eso es lo que dijeron.

– ¿Algo fuera de lo común sucedió ese día, según los detectives?

– No. Él se dirigió directo al trabajo. Creo que ni siquiera abandonó su oficina. El detective Padovici dijo que le pareció como que había enviado a alguien a buscar unos emparedados para la hora de la comida. Alrededor de las seis un grupo de individuos con traje se retiraron. Creo que estaban manteniendo una reunión.

– Cuando el señor Darius se retiró, ¿lo siguieron a su casa?

– Correcto.

– ¿Alguna vez se les perdió de vista?

– No, señora.

– ¿Cuánto tiempo después de que el señor Darius llegara a su casa recibieron ustedes las instrucciones del detective Barrow, para que entraran en la propiedad y lo arrestaran?

– No mucho tiempo.

– Dígame lo que crea que más se aproxima.

– Ah, alrededor de quince o veinte minutos.

Betsy hizo una pausa. Se sentía descompuesta de hacer la siguiente serie de preguntas, pero su sentido del deber y la posibilidad de que las respuestas pudieran probar que su cliente era inocente, le hicieron sobreponerse a la repulsión que le provocaba la idea de que Martin Darius quedara en libertad.

– ¿Vio alguna vez ese día a Lisa Darius?

– No, señora.

– ¿Qué hay de Padovici y Kristol?¿Les dijeron ellos que vieron al señor Darius con su esposa?

Kassel frunció el entrecejo, como si de pronto se diera cuenta del propósito de las preguntas de Betsy. Ella miró hacia la izquierda y vio a Alan Page en una animada conversación con Randy Highsmith.

– No puedo recordarlo -le contestó con duda.

– ¿Supongo que usted escribía en el registro de vigilancia cualquier hecho que le pareciera fuera de lo común?

– Sí.

– ¿Y los otros miembros del equipo también escribían el registro?

– Sí.

– ¿Dónde están los registros?

– El detective Barrow los tiene.

Betsy se puso de pie.

– Su Señoría, quisiera que se mostraran los registros y que los detectives Kristol y Padovici comparecieran para ser interrogados. El juez Ryder testificó que vio por ultima vez a su hija a las siete y treinta de la mañana. El detective Kassel dice que Padovici y Krislol informaron que el señor Darius abandonó su propiedad a las seis y treinta y que se dirigió directamente al trabajo. Si ninguno de los equipos vio al señor Darius con su esposa durante el día, ¿cuándo la mató? Nosotros podemos hacer comparecer a las personas que estuvieron con el señor Darius ayer. Ellos dirán que él estuvo en su oficina desde las siete de la mañana hasta poco más de las seis.

El juez Norwood se mostró preocupado. Alan Page se puso de pie de un salto.

– Esto es una tontería, señor juez. La vigilancia era sobre Darius y no sobre su esposa. El cuerpo estaba en el sótano. El señor Darius tenía el cuerpo.