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– Le pedí si le permitiría a Kathy llamarme por teléfono. Me dijo que no, pues temía que yo pudiera rastrear las llamadas. Debe tener teléfono -dijo Bctsy.

– Bien. Así se piensa. Servicios, un teléfono, servicio de recolección. Y es una mujer sola. Tengo contactos con la General Electric de Portland y la compañía de teléfono puede verificar si una tal Nora Sloane o Samantha Reardon comenzó con el servicio de teléfono o de luz, alrededor de la fecha en que Reardon vino a Portland. Tengo una amiguita en la división de automotores que puede ver los nombres y averiguar si ella puede obtener la dirección de la solicitud de licencia de conducir.

"'Llamaré a la encargada de Reardon en Hunter's Point y trataré de tener la fecha exacta en que ella siguió a Oberhurst y la fecha en que regresó a Portland. Luego verificaré los listados de alquiler de casas rurales con sótano, para la primera vez que ella vino a Portland. Veré cuántas fueron alquiladas por una mujer sola…”

– ¿Por qué no comprada? Sería más seguro. Ella no tendría que preocuparse por el dueño que viene a la casa para cobrar el alquiler o verificar el estado de conservación de la casa.

– Sí. Ella lo pensaría. Pero tuve la impresión de que no poseía mucho dinero. En Hunter's Point estaba alquilando y tenía un trabajo de bajo sueldo. Supongo que alquila. Haré una verificación cruzada de los datos que obtenga, de los servicios y de los alquileres.

– ¿Cuánto tiempo llevará esto?

La mirada de excitación que había en el rostro de Steward se desvaneció.

– Ese es el problema de usarme a mí en lugar de la policía, Betsy. Nos llevará un tiempo. Podemos contratar gente que haga algo del trabajo, como verificar los avisos de alquiler de propiedades, luego yo puedo hacer el seguimiento, pero esto lleva tiempo y la podemos llegar a perder. Tal vez haya dicho que es casada y que su marido vendrá más adelante. Quizás haya encontrado una casa en la ciudad que se acomode a sus propósitos. Puede haber alquilado con un nombre y pedido los servicios con otro. Las identificaciones falsas son muy fáciles de conseguir.

"Aun si planifico esto correctamente, es un fin de semana. No sé cuántos de mis contactos puedo llegar a encontrar y cuándo ellos pueden entrar en las oficinas para hacer el trabajo”.

Betsy se mostró derrotada.

– No tenemos mucho tiempo. No sé cómo está cuidando ella a Kathy o lo que Reardon le hará, si decide que ya no me necesita.

– Tal vez deberías volver a considerarlo. La policía y el FBI pueden ser discretos.

– No -dijo Betsy enfática-. Ella me dijo que Kathy moriría si yo se los decía. Habría demasiada gente involucrada. No hay manera de que pueda tener la certezade que ella no se enteraría de las investigaciones. Además, con su modo retorcido, creo que yo le gusto a Reardon. En tanto y en cuanto ella no me vea como a una enemiga, siempre existirá la esperanza de que no lastime a Kathy.

El resto del día fue tan malo que Betsy no tenía idea de cómo podría pasar el segundo. Resultaba difícil creer que sólo habían pasado unas horas desde que Samantha Reardon la había visitado. Betsy paseó por la habitación de Kathy y se sentó en su cama. El mago de Oz estaba en el estante en que Betsy lo había dejado. Le quedaban cuatro capítulos más para leer. ¿Era posible que Kathy no llegara a enterarse jamás del regreso de Dorothy a su hogar? Betsy se acurrucó en la cama, con la mejilla apoyada sobre la almohada de Kathy y se abrazó a sí misma. Podía sentir el suave aroma de su hija, recordar la tersura de su piel. Kathy, que era tan preciada, tan buena, estaba ahora en un lugar tan distante como Oz, donde Betsy no podía protegerla.

La casa estaba helada. Betsy se había olvidado de encender la calefacción. Finalmente el frío la hizo sentir incómoda Se sentó. Se sintió vieja y desgastada, congelada hasta los huesos por el frío helado, como si ya no tuviera sangre en las venas, sintiéndose demasiado débil para soportar el horror que había invadido su vida.

El termostato estaba en el pasillo. Betsy lo ajustó y oyó cuando el calefactor se encendió y comenzó a funcionar. Pasó sin motivo de una habitación a otra. El silencio la sobrecogió. Era raro para ella estar completamente sola. Desde que Kathy nació, siempre había estado rodeada de sonidos. Ahora podía oír caer cada gota de lluvia, el crujido de las maderas, el agua que goteaba en la pileta de la cocina, el viento. Demasiado silencio, demasiadas señales de soledad.

Betsy vio el armario de los licores, pero rechazó la idea de adormecerse con el alcohol. Debía pensar, aun cuando cada pensamiento resultara doloroso. El alcohol era una trampa. Habría mucho dolor en su futuro y ella debía acostumbrarse.

Se preparó una taza de té y encendió el televisor para tener alguna compañía. No tenía idea del programa que estaba mirando, pero el sonido de la risa y los aplausos la hizo sentir menos sola. ¿Cómo pasaría la noche, si el pasar el día había sido tan insoportable?

Pensó en llamar a su madre, pero rechazó la idea. Pronto seria descubierto el cuerpo de Rick y Rita se enteraría que Kathy no estaba. Decidió ahorrarle a su madre el sufrimiento por tanto tiempo como fuera posible.

Steward llamó a las cuatro para ver cómo estaba Betsy. Había hablado con sus contactos en las compañías de servicio y de teléfono, además de contratar a varios investigadores en los que confiaba para que buscaran entre los anuncios de inmobiliarias, durante el período que era relevante para el caso. Insistió en visitarla con una comida china. Betsy sabía que lo haría de modo que no estaría sola. Estaba demasiado fatigada como para decirle que no viniera y ella apreció su compañía cuando llegó a su casa.

Steward se fue a las seis treinta. Una hora más tarde, Betsy oyó que un automóvil se estacionaba en su entrada. Se apresuró hasta la puerta, con la esperanza irracional de que fuera Samantha Reardon que traía a Kathy. El coche estacionado era un patrullero. Un oficial con uniforme lo conducía. Ross Barrow se bajó del asiento del acompañante. Se lo veía preocupado. El corazón de Betsy comenzó a latir sin control, segura de que él estaba allí para anunciarle el asesinato de Rick.

– Hola, detective -le dijo, tratando de hablar con desinterés.

– ¿Podemos pasar, señora Tannenbaum? -preguntó Barrow.

– ¿Es esto por el caso de Martin?

Barrow suspiró. Había estado dando noticias a parientes de víctimas por muerte violenta con más asiduidad de lo que él podía recordar. No era una tarea fácil de hacer.

– ¿Por qué no entramos?

Betsy condujo a Barrow al interior de la casa. El otro oficial los siguió.

– Este es Greg Saunders -dijo Barrow. Saunders asintió.

– ¿Desean café?

– No ahora, gracias. ¿Podemos sentarnos?

Betsy fue con ellos hasta la sala. Cuando estuvieron sentados, Barrow preguntó:

– ¿Dónde estuvo usted ayer por la noche y hoy?

– ¿Por qué desea saberlo?

– Tengo una razón importante para preguntarle.

– Estuve en casa.

– ¿No salió? ¿No la visitó nadie?

– No -contestó Betsy, temerosa de mencionarle a Reggie Steward.

– Usted está casada, ¿no es así?

Betsy miró a Barrow por un momento, luego bajó la vista.

– Mi marido y yo estamos separados. Kathy, nuestra hija, se quedó con él durante unos días. Yo aproveché la calma y el silencio para dormir hasta tarde, ponerme al día con alguna lectura. ¿De qué se trata todo esto?

– ¿Dónde se encuentran el señor Tannenbaum y su hija? -preguntó Barrow ignorando la pregunta.

– Rick acaba de alquilar un nuevo apartamento. Tengo escrita la dirección en algún lugar. ¿Pero por qué me lo pregunta?