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Betsy paseó su mirada de Barrow a Saunders. Saunders no la miraba a los ojos.

– ¿Les ha sucedido algo a Rick y a Kathy?

– Señora Tannenbaum, esto no es fácil para mí. En especial desde que la conozco. La puerta del apartamento de su esposo estaba abierta. Un vecino lo encontró.

– ¿Encontró a Rick? ¿De qué me está hablando?

Barrow miró con cuidado a Betsy.

– ¿Desea algo de coñac u otra cosa fuerte? Si no está bien.

– Oh, Dios -dijo Betsy, dejando caer su cabeza entre las manos, para que su rostro quedara cubierto.

– El vecino ya identificó al señor Tannenbaum, de modo que usted no debe hacerlo.

– ¿Cómo lo…?

– Fue asesinado. Necesitamos que nos acompañe al apartamento. Hay algunas preguntas que sólo usted puede contestar. No debe preocuparse, ya sacamos de allí el cuerpo.

Betsy de pronto se estremeció.

– ¿Dónde está Kathy?

– No lo sabemos, señora Tannenbaum. Esa es la razón por la que necesitamos que nos acompañe.

La mayoría de los técnicos se habían ido cuando Betsy llegó al apartamento de Rick. Había dos oficiales que estaban fumando en el pasillo. Betsy oyó que se reían cuando se abrieron las puertas del ascensor. Se mostraron mal cuando la vieron bajar. Uno de ellos tenía su cigarrillo al costado del cuerpo como si tratara de esconder una evidencia.

La puerta del departamento de Rick se abría a un pasillo angosto. A final del mismo, se abría una amplia sala con ventanas altas. Las luces del pasillo estaban encendidas. Betsy vio la sangre inmediatamente. Se había secado en una gran mancha de color marrón. Rick había muerto allí. Rápidamente levantó la vista y siguió a Barrow cuando él sorteaba el lugar.

– Aquí adentro -le dijo él, haciéndole un gesto hacia la habitación de huéspedes. Betsy entró en la habitación. Vio la mochila de colegio de Kathy. Los vaqueros sucios y una camisa verde a rayas, de mangas largas que estaba tirada en un rincón, sobre el suelo. Cuando se dirigía hacia allí, Betsy se preguntó si podría simular llorar cuando fuera el momento. No debía preocuparse.

– Son de Kathy -pudo decir-. Estaba tan orgullosa, porque había preparado ella sola sus cosas.

Se produjo un tumulto en la puerta del frente. Alan Page entró en el apartamento y fue directo hacia Betsy.

– Acabo de enterarme. ¿Está usted bien?

Betsy asintió. Ya no había nada de la seguridad que Page había mostrado en la Corte. Betsy parecía que se partiría en mil pedazos en cualquier momento. Él la tomó de las manos y le dio un suave apretón.

– Encontraremos a su hija. Estoy poniendo todo lo que tengo en esto. Llamaré al FBI. Descubriremos quién la tiene.

– Gracias, Alan -contestó triste Betsy.

– ¿Has terminado ya, Ross?

Barrow asintió.

Page condujo a Betsy fuera de la habitación, hasta una pequeña sala. Hizo que se sentara y se sentó ante ella.

– ¿Puedo hacer algo por usted, Betsy?

Page estaba preocupado por la palidez de Betsy. Ella respiró profundamente y cerró los ojos. Estaba acostumbrada a pensar en Alan Page como en un adversario de piedra. El interés y la preocupación de Page la desarmaron.

– Lo siento -dijo Betsy-. Es que parece que no puedo concentrarme.

– No se disculpe. Usted no es de hierro. ¿Desea descansar? Podemos hablar de esto más tarde.

– No. Adelante.

– Muy bien. ¿Alguien se comunicó con usted por Kathy?

Betsy negó con la cabeza. Page se veía preocupado. No tenía sentido. Rick Tannenbaum había sido asesinado probablemente el día anterior. Si la persona que se llevó a Kathy estuviera buscando un rescate, ya se habría comunicado con Betsy.

– Esto no fue un robo, Betsy. La billetera de Rick estaba llena de dinero. Tenía un reloj de valor. ¿Puede pensar en alguien que deseara lastimar a Rick?

Betsy negó con la cabeza. Era difícil mentirle a Alan, pero debía hacerlo.

– ¿No tenía enemigos? -le preguntó Page-. ¿Personales, negocios, alguien en su compañía, alguien que él hubiera hecho condenar en la Corte?

– No puedo pensar en nadie. Rick no iba a la Corte. Hacía contratos, fusiones de empresas. Jamás oí que dijera que tenía problemas con alguien en la empresa.

– No deseo herirla-dijo Page-, pero Ross me dijo que usted y Rick estaban separados. ¿Qué sucedió? ¿Bebía, se drogaba, había otra mujer?

– No fue nada de eso, Alan. Fue… El… él deseaba con desesperación ser socio de Donovan, Chastain y Mills y parecía que eso cada vez estaba más lejos. Y., y él tenía muchos celos de mi éxito. -Los ojos se le llenaron de lágrimas-. Ser socio significaba mucho para él. No pudo darse cuenta de que a mí no me importaba. Que yo lo amaba.

Betsy no pudo seguir. Sus hombros se sacudían con cada ataque de llanto. Todo se oía tan estúpido. Romper un matrimonio por algo así. Dejar a la mujer y a la hija por un nombre en una chapa.

– La haré acompañar a su casa por un oficial -dijo Page tranquilo-. Deseo colocar una vigilancia en su casa. Hasta que sepamos otra cosa, trataremos la desaparición de Kathy como secuestro. Quiero su permiso para intervenir su teléfono y los de la oficina, en caso de que la persona que tiene a Kathy la llame. Cortaremos cualquier llamada de clientes, tan pronto sepamos que no es el secuestrador. Haré que el oficial borre las cintas.

– Muy bien.

– Aún no hemos dado a conocer la identidad de Rick y no dejaremos que los radios de prensa se enteren de la desaparición de Kathy pero probablemente deberemos dar a conocer el nombre de Rick mañana. Será asediada por la prensa.

– Comprendo.

– ¿Desea que llame a alguien para que se quede con usted?

No había otra razón para evitar que Rita conociera la desaparición de Kathy. Betsy la necesitaba más que nunca.

– Quisiera que mi madre se quedara conmigo.

– Por supuesto. Puedo hacer que un oficial la vaya a buscar.

– Eso no será necesario. ¿Puedo usar el teléfono?

Page asintió.

– Otra cosa. Le explicaré lo que sucedió al juez Norwood. Él pospondrá la audiencia de Darius.

El corazón de Betsy tuvo un sobresalto. Se había olvidado de la audiencia. ¿Cómo reaccionaria Reardon, si esta no se hacía? Reardon tenía a Kathy por la audiencia. Cuanto más se pospusiera mayor seria el daño que Reardon le podría causar a Kathy.

– Iré a trabajar, Alan. Enloqueceré si me quedo en casa.

Page la miró con expresión extraña.

– Ahora no deseará tener que enfrentar un caso tan complejo como el de Darius. Estará demasiado distraída para hacer un trabajo competente. Deseo a Darius más de lo que jamás haya deseado otro caso, pero jamás tomaré ventaja de una situación como esta. Créame, Betsy. Hablaremos de este caso después del funeral.

El funeral. Betsy no había pensado en el funeral. Su hermano se había encargado del funeral de su padre. ¿Qué se hacía? ¿Con quién había que comunicarse?

Page vio lo confundida que se mostraba Betsy y la tomó de la mano. Ella jamás se había dado cuenta de sus ojos. Todos los demás detalles del fiscal de distrito, desde su esbelta figura hasta los ángulos que hacían a su rostro que eran tan duros, sin embargo, los ojos eran de un azul suave.

– Me parece que usted está a punto de desmayarse -le dijo Page-. La enviaré a su casa. Trate de dormir, aunque deba tomar alguna pildora. Necesitará de todas sus fuerzas. Y no pierda las esperanzas. Tiene mi palabra. Haré todo lo que tenga en mi poder para recuperar a la niña

Capítulo 27

1

– Tannenbaum fue asesinado el viernes por la noche -dijo Barrow, destapando el vaso de café. Randy Highsmifh tomó un pastel con mermelada de la bolsa que Barrow había colocado sobre el escritorio de Page. Todavía estaba oscuro. A través de la ventana que estaba detrás de Page, un río de focos cruzaba los puentes sobre el río Willamette, cuando la gente de los lunes llegaba al centro de Portland.