Выбрать главу

Reardon tomó la hipodérmica.

– Una vez que te encuentres inconsciente, te operaré. Trabajaré sobre tu espina dorsal, los tendones y ligamentos que te permiten mover brazos y piernas. Cuando te despiertes, estarás totalmente paralizado. Pero eso no será todo, Martin. Esa no será la peor parte.

Un brillo iluminó los rasgos de Reardon. Ella se veía embargada de emoción.

– También te sacaré los ojos, para que no puedas ver. Te cortaré la lengua, para que no puedas hablar. Te dejaré sordo. Lo único que dejaré intacto será tu mente. Piensa en tu futuro, Martin. Eres relativamente joven. Estás en buen estado. Un espécimen sano. Con qué mantenerte en la vida, vivirás treinta o cuarenta años, atrapado en la perpetua oscuridad de tu mente. ¿Sabes por qué se llama penitenciarías a las prisiones?

Darius no respondió. Reardon hizo una mueca.

– No te engaño, ¿no, Martin? Es un lugar para la penitencia. Un lugar para aquellos que le han hecho mal a otros, a fin de que puedan pensar en sus pecados. Tu mente se transformará en tu penitenciaría y estarás encerrado en ella, incapaz de escapar, por el resto de tu vida.

Reardon se colocó en posición, delante de Darius, y apuntó a su rodilla derecha.

– Usted, allí adentro. Soy William Tobias, jefe de policía. Me gustaría hablarle.

Reardon volvió la cabeza, y Darius se movió con una velocidad inusitada. Pateó con el pie izquierdo alcanzando la muñeca de Reardon. El revólver voló por la mesa. Betsy observó cómo se deslizaba hacia ella, mientras Reardon trastabillaba hacia atrás.

La mano de Betsy se cerró sobre el arma cuando Darius tomó la muñeca de Reardon para que soltara la hipodérmica. Reardon pateó con el pie y alcanzó a Darius en la canilla. Con los dedos de su mano libre, lo alcanzó en los ojos. Darius movió la cabeza y un golpe cayó en la mejilla. Reardon saltó hacia adelante y hundió los dientes en la garganta de Darius. Este gritó. Se golpearon contra la pared. Darius tenía muy fuerte la mano que sostenía la aguja. Tomó el cabello de Reardon con la mano que tenía libre y trató de separarla. Betsy vio que Darius empalidecía del dolor. Reardon luchaba por no soltar la hipodérmica. Darius soltó el cabello de la mujer y la golpeó con el puño varias veces en la cabeza. Luego Reardon aflojó su mano, y Darius se separó. La carne alrededor de la garganta estaba desgarrada y cubierta de sangre. Darius tomó a Reardon del cabello, mantuvo la cabeza alejada de él y golpeó su frente contra la nariz de la mujer, desmayándola. Las piernas de esta cedieron. Luego Martin le tomó la muñeca y la jeringa cayó al suelo. Se movió detrás de ella y colocó un brazo alrededor del cuello.

– ¡No! -gritó Betsy-. No la mate. Ella es la única que sabe dónde está Kathy.

Darius se detuvo. Reardon estaba inconsciente. Él la sostenía colgando, de modo que sólo los dedos de sus pies tocaban el suelo. Esto hizo que ella boqueara por aire.

– Por favor, Martin -rogó Betsy.

– ¿Por qué debería ayudarla? -gritó Darius-. Usted me tendió una emboscada.

– Debía hacerlo. Ella habría matado a Kathy.

– Entonces la muerte de Kathy será un buen castigo.

– Por favor, Martin -rogó Betsy-. Ella es mi hijita.

– Debería haber pensado en eso cuando decidió joderme -dijo Darius, apretando el cuello de Reardon.

Betsy levantó el revólver y apuntó a Darius.

– Martin, lo mataré si no la deja. Se lo juro. Dispararé hasta que no tenga más balas.

Darius miró por encima del hombro de Reardon. Los ojos de Betsy estaban clavados en él. Calculó las posibilidades; luego suavizó su mano y Reardon se desplomó en el suelo. Darius se separó de ella. Betsy manoteó algo detrás de ella.

– Abriré la puerta. No disparo. Todo está bien.

Betsy abrió la puerta del tribunal. Darius se sentó a la mesa con las manos a la vista. Dos policías armados entraron primero. Ella le dio a uno el arma. El otro colocó las esposas a Reardon. Betsy se dejó caer en una silla. Varios policías entraron desde el pasillo. Pronto la sala del jurado se llenó de gente. Dos oficiales levantaron a Reardon del suelo y la sentaron en una silla, ante Betsy. Ella todavía luchaba por respirar. Alan Page se sentó junto a Betsy.

– ¿Está usted bien? -le preguntó.

Betsy asintió mecánicamente. Su atención estaba centrada en Reardon.

– Samantha, ¿dónde está Kathy?

Reardon levantó lentamente la cabeza.

– Kathy está muerta.

Betsy se puso pálida. Los labios le temblaron cuando trató de mantenerlos juntos. Reardon miró a Alan Page.

– A menos que haga exactamente lo que le digo.

– La escucho.

– Deseo lo que Peter Lake consiguió. Quiero el perdón por todo. El policía del pasillo, las mujeres, el secuestro. Deseo que el fiscal de los Estados Unidos garantice que no habrá condena federal. Quiero que el gobernador venga aquí personalmente. Filmaremos la firma del acuerdo. Me iré. Como lo hizo Lake. Libertad completa.

– Si obtiene su perdón, ¿nos dirá dónde tiene escondida a Kathy Tannenbaum?

Reardon asintió.

– Y a Nancy Gordon.

– ¿Está viva? -preguntó Page.

– Por supuesto. Nancy es la única que continuó buscando a Martin. Es la única que me creyó. No la mataría. Y hay algo más.

– La escucho.

– Puedo darle la prueba para condenar a Martin Darius de asesinato.

Darius estaba sentado rígido en el otro extremo de la mesa.

– ¿Qué prueba es esa? -preguntó Page.

Reardon se volvió hacia Darius. Sonrió.

– Crees que ganaste, Martin. Crees que nadie me creerá. Un jurado le creerá a una loca si esta tiene pruebas que den sustento a su testimonio. Si ella tiene las fotografías.

Darius se movió en su asiento.

– ¿Fotografías de qué? -preguntó Page.

Reardon le habló a Page, pero tenía la mirada fija en Darius.

– Él usaba una máscara. Una máscara de cuero. Hizo que nosotras también las usáramos. Las máscaras de cuero nos cubrían los ojos. Pero hubo un momento, un breve momento, en que yo vi su rostro. Sólo un instante, pero lo suficientemente largo.

"El verano pasado, un investigador privado llamado Samuel Oberhurst me mostró las fotografías de Martin. Tan pronto como las vi, supe que era él. Tenía barba, el cabello negro, era más viejo, pero lo sabía. Vine a Portland y comencé a seguir a Martin. Fui con él a todas partes y llevé un registro fotográfico de todo lo que vi”.

"La semana en que llegué, Martin dio una fiesta para celebrar la inauguración del centro comercial. Me mezclé con los invitados y seleccioné a varias mujeres, para usarlas como evidencias contra Martin. Una de esas mujeres era su amante, Victoria Miller. Le envié a Nancy Gordon una fotografía de Martin cuando dejaba la habitación del hotel Hacienda, para atraerla hacia Portland”.

"La noche después de que secuestré a Victoria, seguí a Martin. Él fue al campo, a la casa de Oberhurst. Observé durante horas cómo Martin torturaba a Oberhurst. Cuando llevó su cuerpo a la obra en construcción, yo estaba allí. Tomé las fotografías. La mayor parle de ellas no salieron, ya que era de noche y llovía mucho, pero hay una excelente cuando saca el cuerpo del baúl de su automóvil. La luz del baúl iluminó todo.

Page miró a Darius. Darius se encontró con los ojos de Page sin parpadear. Luego Page se volvió hacia Reardon.

– Obtendrá su perdón. Iremos a mi oficina. Nos llevará un tiempo arreglar todo. ¿Estarán bien Nancy Gordon y Kathy?

Sloane asintió. Luego le sonrió a Betsy.

– No tiene por qué preocuparse. Le mentí acerca de no darle de comer a Kathy. La alimenté antes de venir aquí; luego la dejé durmiendo. También le di su juguete de peluche y me aseguré de que estuviera bien caliente. Usted me gusta, Betsy. Sabe que no le haría daño, si no tuviera que hacerlo.