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En algún nivel sabía que Jeremy tenía razón. Pero no me tranquilizaba Seguía pensando, ¿ Y si se equivoca? ¿Y si algo salió mal y Clay ni siquiera llegó a Nueva York? ¿Y si se despertó y lucharon y estaba tirado en un basurero en alguna parte? ¿Y si Daniel no pudiera resistir la oportunidad de destruir a su enemigo de toda la vida mientras lo tenía drogado e impotente? Y aunque Daniel lograra controlarse, ¿qué pasaba con Le Blanc? Ya había demostrado que no le importaba lo que pensara Daniel. Si Clay provocaba a Le Blanc, éste lo mataría. Aunque Clay no le hiciera nada a Le Blanc, podía matarlo porque si. Mientras me pasaban tantas posibilidades por la cabeza, cedieron mis piernas doloridas y me derrumbé sobre el suelo, todavía aferrada a los barrotes.

– No me alertaste -dije-.

Jeremy se agacho y puso una mano sobre la mía.

– ¿De qué no te alerté, corazón? -preguntó suavemente-.

– No lo pensé. Tendría que haberlo sabido.

– ¿Saber qué?

– Que él también estaba en peligro. Él me cuidaba. Pero yo no lo cuidé.

Agaché la cabeza, la apoyé en las rodillas y sentí las lágrimas que se formaban en mis ojos.

Jeremy me dejó en la jaula toda la noche. Por más que yo quisiera pensarlo contrario, sabía que él no estaba siendo insensible. Una vez que yo había empezado a llorar, era posible pensar que ya renunciaba a la pelea y aceptaría la voluntad de Jeremy. Alguien que no me conociera podría en eso. Pero Jeremy sí me conocía. Incluso cuando estaba llorando en el suelo, no me dejó salir y ni siquiera entró a la jaula. Me acarició, pasando los brazos entre los barrotes, y me alcanzó pañuelos de Papel, pero no abrió la puerta. Cuando terminé de llorar y me limpié las lágrimas, estallé nuevamente. Rompí la cama, lo único que podía romper dentro de la celda. Pateé el inodoro, pero lo único que se rompió fueron un par de dedos míos. Tiré la cena al suelo y lo lamenté en cuanto el aroma de la carne me hizo gruñir el estómago. Maldije a Jeremy con todas mis fuerzas. No lo lamenté, aunque supiera que no estaba siendo justa. Y cuando se acabó, tendría que haberme sentido mejor, ¿verdad? No fue así. Me sentí estúpida. Sentí que había tenido un ataque de histeria y había quedado como una idiota. Tenía que controlarme. No le hacía ningún bien a Clay con mis escenas.

Por supuesto que por más que estuviera lista para salir de la jaula, eso no significaba que Jeremy me iba a dejar salir. Me dejó allí toda la mañana, acercándose cada tanto para asegurarse de que no había retomado mi imitación de El exorcista. Cuando volvió con mi almuerzo, trajo un sobre tamaño carta color manila. Antes de darme la fuente de comida, me pasó el sobre.

Dentro había una foto instantánea de Clay. Estaba sentado en el suelo, con las rodillas dobladas y los brazos detrás. Ambas manos y pies estaban fuera del cuadro, pero a juzgar por su posición, tendrían que estar atadas. Sus ojos estaban medio cerrados y tan nublados por las drogas que se veían grises y no azules. Aunque no se veían barras, sabía que estaba en una jaula. Ningún licántropo tendría cautivo a Clay sin asegurarse de que no pudiera Cambiar y escapar. Solo podrían tenerlo seguro con drogas, ataduras y/o una jaula. Daniel utilizaría las tres cosas. Ya había luchado con Clay y no iba a correr el riesgo de tener que enfrentarlo otra vez.

Volví a mirar la foto. Tenía moretones en los brazos y el torso desnudo, un corte grande que le partía en dos la mejilla izquierda, tenía los labios hinchados y partidos y un ojo en compota. Pese a eso, miraba a la cámara o a la persona que tomaba la foto, con una mirada aburrida y de enojo, como un supermodelo al que le han tomado una foto demás ese día. Mostrarse desafiante los hubiese provocado. Clay sabía que no debía hacerlo.

Metí la mano dentro del sobre y estaba vacío. Miré a Jeremy por primera vez desde que me encerró en la jaula lo miré realmente. Tenía ojeras y el pelo le caía sobre la frente, como si no hubiera dormido ni se hubiera bañado en varios días. Tenía arrugas en torno a los ojos y la boca. Casi parecía de su edad.

– ¿Dónde está la carta? -pregunté, con más suavidad de lo que quería-. Sé que Daniel debo de haber mandado una carta. ¿Puedo verla?

– Dice que tienen a Clay, lo cual os obvio, y que no está bien, pero sí vivo, cosas obvias. Si miras la foto de su perfil izquierdo verás que hay alguien con un diario. Es el New York Times de hoy, presumiblemente para demostrar que las fotos fueron tomadas hoy

– ¿Qué quiere Daniel?

– Clay no está en peligro inmediato.

– ¿Vas a contestar directamente a alguna pregunta que te haga?

– Envié una nota. Exigí fotos diarias mientras negociamos.

Puse cara de enojo y fui hasta el otro lado de la celda, recordándome a mi misma que tenía que portarme bien. Si estallaba de nuevo, no iba a salir rápido de la jaula.

– Mira, sé que me descontrolé ayer -dije-. Pero ahora estoy bien. Quiero ayudar ¿Puedo salir?

– Come tu almuerzo. Volveré en un rato para ver si sigues con hambre.

Jeremy pasó la bandeja a través de la abertura cerca del piso y subió. Me mordí la lengua para no decir nada insultante de lo que pudiera arrepentirme… al menos hasta que ya no me pudo escuchar.

PLANES

Jeremy me dejó salir esa tarde. Antes de que llegáramos arriba le pregunté por sus planes. Me hizo esperar hasta después de la cena, probablemente para probar hasta donde resistía mi paciencia. Debo reconocer que para la hora de la cena ya estaba cerca de estallar; pero logré evitarlo. Mientras Antonio y Nick limpiaban los platos de la cena, Jeremy me llevó al estudio para hablar. La versión condensada al estilo de Selecciones del Reader´s Digest de nuestra conversación es que Jeremy me dijo que tenía un plan para liberar a Clay y yo no debía saber nada al respecto, ni se me permitiría ayudar a concretarlo. Como se pueden imaginar, lo acepté con gracia y una actitud comprensiva.

– ¡Es la idea más estúpida que oí jamás- gruñí por décima vez en una hora-. No me voy a quedar aquí sin hacer nada.

– ¿Prefieres quedarte en la jaula sin hacer nada?

– No me amenaces.

– Entonces no me amenaces tú a mí.

Hubo algo en la voz de Jeremy que me decidió a cenar la boca y a conformarme con caminar de un lado a otro.

– No lo puedo evitar -dije, manteniendo la voz baja y supuestamente calma-. Por favor, Jer, no me dejes afuera Quizá me culpes por lo que pasó en Toronto, pero no me castigues así.

– No hiciste nada malo en Ibronto. Si alguien tiene la culpa, soy yo. Pensé que Toronto era seguro. No me di cuenta hasta el martes por la mañana de que Daniel se había ido cuando ya estaba allí, No voy a decirte cómo pienso recuperar a Clay porque entonces querrás ayudar y, si no te dejo, lo harás de todos modos.

– Pero…

Se inclinó hacia delante.

– Te estoy siendo honesto Elena. Te digo más de lo que le diría a nadie. Todo se cae a pedazos. No estaba preparado para esto. He sido un buen Alfa todo este tiempo porque nunca fui puesto a prueva. No así. Empecé a moverme lentamente, tanteando, juntando información. Mataron a Peter y a Logan. Cambié de orientación y fui tras Jimmy Koenig. Casi te matan a ti. Los mandé a un lugar donde creí que estarían a salvo. Pasada menos de una semana los encontró Daniel. Ahora tiene a Clay

– Pero…

Jeremy me sonrió con una media sonrisa y me quitó el pelo que caía sobre mi cara

– Lo siento, corazón. De veras. Pero así tiene que ser.

Antes de que pudiera contestarle, se había ido.

Pese a las órdenes de Jeremy, yo no tenía intención de quedarme sentada sin hacer nada. Al fin de cuentas, él no me había prohibido nada en particular. Así que empecé a trazarme un plan.

Primer paso: conseguir un aliado. Eso era fácil. No había muchas opciones, pero aunque las hubiera, Nick habría sido la opción obvia. No sólo era el mejor amigo de Clay, sino que también lo habían dejado fuera del plan de rescate y estaba tan descontento como yo respecto de eso. Jeremy sostuvo que necesitaba que Nick no se metiera en el plan para que pudiera cuidarme a mí, pero incluso era lo suficientemente inteligente como para saber que Jeremy no le contaba nada por temor a que me lo contara. Lo persuadí de que sólo quería juntar más información para demostrarle a Jeremy que podíamos ayudar sin meternos en problemas. Y no es que fuera mentira. Pensaba pasarle a Jeremy cualquier información que descubriera. ¿Y si aún así se negaba a dejarme ayudarlo? No me preocupaba por eso. Siempre pedía renegociar mi arreglo con Nick más adelante.