Podía alegar pruebas:
Mi espada japonesa y cinco de los grandes sobre un estante.
Mi tarifa por trabajo, conocimiento común de gente del ramo.
Mi espada, conocimiento común también: maté un montón de japos con ella y gané la Cruz de la Marina.
Podía alegar una cadena:
Yo conocía a Junior/Junior conocía a Johnny/Yo incordiaba a los Kafesjian/Junior incordiaba a los Kafesjian/ Johnny también los incordiaba directa o indirectamente; lo de directa o indirectamente, debido a ese loco homosexual de Junior Stemmons/Johnny me llamó para dar explicaciones o para convencerme de algo igual que yo estoy explicándome ahora/los Kafesjian me hicieron matarle: y me convirtieron en estrella del celuloide.
Hora de películas caseras.
Hora de montaje: ¿quién hizo el trabajo?
Dave Klein, dejado con vida: asesino de cine. El tiempo pasaba, dos posibilidades:
Coacción directa: Desiste de lo del mirón.
Montajes LAPD/federales: innumerables ángulos.
Podía alegar teorías:
Supongamos que la llamada de Johnny fue auténtica.
Supongamos que él mantuvo la cita en secreto.
Yo lo comenté con Bob Gallaudet; también con Chick Vecchio, indirectamente.
Chick conocía mi tarifa.
Chick conocía la espada.
Chick conocía a LOS TIPOS, o a gente que sí los conocía.
Chick sabía que Junior estaba incordiando a los Kafesjian.
Chick da el soplo a LOS TIPOS.
99 por 100 seguro: fui coaccionado a matar a Johnny Duhamel.
1 por 100 dudoso: yo, un asesino.
Mi último alegato:
No me gusta.
Ducha y afeitado. Demacrado, con nuevas canas: cuarenta y dos años y en pleno declive. Escozor de quemaduras al contacto con la toalla: el hielo seco me coaccionó a hacerlo. La espada, los cinco billetes: táctica del miedo.
Invertir el dinero.
Llamé a Hughes Aviación. La voz de Pete:
– Bondurant, ¿diga?
– Pete, soy Dave Klein.
Él, sobresaltado:
– Tú nunca me llamas aquí. Algún trabajo, ¿verdad?
– Cinco de los grandes.
– ¿A repartir?
– No, tu parte.
– Entonces, no se trata de un asunto policial, como la última vez.
– No; se trata de «convencer» a un tipo duro.
– Para eso, te bastas tú solo.
– El tipo es Chick Vecchio, y estoy al corriente del plan de extorsiones que estás elaborando con él y su hermano. Quiero sacar algún provecho del asunto.
– Y no piensas decirme cómo te has enterado, ¿verdad?
– Verdad.
– Y si digo que no, te encargarás de frustrarnos los planes, ¿verdad?
– Verdad.
– Y has llegado a la conclusión de que Chick quizá no se avenga a razones si te presentas tú solo, pero que a los dos juntos nos hará caso, ¿verdad?
– Verdad.
Chasquidos de nudillos al otro lado de la línea; Pete, reflexionando sobre la propuesta.
– Sube a siete y responde a algunas preguntas.
– Siete.
Pop, pop. Más chasquidos. Desagradables.
– ¿Y bien, qué tienes contra Chick?
– Me ha puesto en el punto de mira de los Kafesjian.
– Entonces, cárgatelo. Es más tu estilo.
– Necesito sacarle información.
– Chick es un tipo duro.
– Siete. Sí o no.
La línea telefónica, llena de estática. Pop, pop, manos de asesino.
– Sí, con una condición, porque siempre he pensado que Chick era, en el fondo, un seboso ravioli de mierda, y porque Mickey cambió de idea y les dijo a él y a Touch que se olvidaran del tema del chantaje sexual. Creo que Mickey siempre se ha portado bien conmigo, así que le estoy haciendo un favor que ya me devolverá si alguna vez se olvida de esa mierda de ser un magnate del cine y empieza a comportarse de nuevo como un hombre blanco. Bien, ¿qué táctica quieres emplear?
– Violencia directa, con información confidencial sobre el propio Chick por si se le ocurre acudir a Sam Giancana. Es el patrón de Chick y al patrón no le gusta esta clase de extorsión.
– De modo que quieres pillarle por sorpresa. Traeré la cámara y empezaremos desde ahí.
– Bien. Si no tengo que esperar demasiado.
Chasquidos de nudillos…
– Vamos, Pete…
– Necesito dos días.
– Mierda.
– Nada de mierda. Chick se propone llevarse a la cama a la jodida Joan Crawford. Por una cosa así, merece la pena esperar.
Estrellas de cine/tiempo de cine: Johnny, suplicando.
– Está bien. Dos días.
– Y una condición más, Klein.
– ¿Cuál?
– Si sospechamos que Chick piensa vengarse, le liquidamos.
– De acuerdo.
Caminando por el aire. Visión de túnel. Hierba periférica.
Puertas laterales.
Paredes con espejos.
Paredes con motivos en punta de espina, grises. ¿Un abrigo?
Me dirigí a Lynwood rozando el límite de velocidad.
Primero, Aviation e Hibiscus. La cabina telefónica. Una moneda, marcar:
El policía Bell me informó de que las llamadas efectuadas desde un teléfono público no se anotaban.
Sid Riegle: sus pesquisas sobre suicidios, sin resultados.
Spindrift, 4980. Todavía abandonada. El apartamento de la planta baja, izquierda, abierto.
Cuatro habitaciones vacías. Como si Johnny no hubiese aparecido nunca por allí.
Esa noche, llovía; esta vez, el día era soleado. Di una vuelta por las calles; nada que recordase. Patios de apartamentos vacíos; bloques enteros.
Esa noche, flotando al andar, como si me transportaran en volandas. Hierba, puertas laterales, un giro a la derecha.
Quizás una habitación a la derecha del patio. Hora de pasar la película.
Esa noche, lluvia; ahora, día soleado. Posible: huellas secas de pisadas en la hierba.
ADELANTE.
Seis bloques, treinta y tantos patios. Epidemia de malas hierbas: tierra seca llena de arbustos, sin huellas. Puertas del lado derecho cerradas con tablas, con clavos, con cerrojos; cubiertas de polvo, sin señales de uso reciente.
Risas de Johnny: «¿Por qué Lynwood, Dave?»
Más vueltas por la calle: infinitos patios vacíos.
Visita al Registro General de la Central. El archivo de casos de robo con escalo: fichas de delitos desde el año 50.
Agente Milner: «Hemos oído que Tommy andaba buscando a un tipo llamado Richie. No sabemos el apellido, pero hemos oído que Tommy y él solían tocar jazz y robar pisos juntos.»
La ficha de Tommy, destruida sin duda. La de Richie Nosecuántos, tal vez no.
ADELANTE.
Varones adultos: cuatro archivos completos, ningún «Richard» caucasiano. Juveniles: siete Richard -cinco negros y dos blancos-, cebones de más de 110 kilos.
«Sin resolver», adultos/juveniles: documentación desordenada. Año 50 y posteriores, difíciles de leer. Los ojos, cansados. Enfoco: 6/11/51: Tienda «Murray's Musical», N. Weyburn 983, Westwood Village. Trompetas robadas y recuperadas: rastreadas hasta unos delincuentes juveniles anónimos. Sin detenciones, dos chicos sospechosos: «Tommy» y «Richie», sin apellidos. Detective encargado del caso, sargento M.D. Breuning, brigada de L.Á. Oeste.
Tres archivos más: ningún Tommy/Richie localizable.
Fácil de interpretar:
Breuning, el matón, investiga un 459 chapucero. Echa a perder el trabajito y recibe un toque de atención: Tommy es el hijo de J.C. Kafesjian.
Adelante. A tragar quina.
Primero llamé a Robos: «Breuning ha salido.» Lo mismo en la calle Setenta y siete. Pruebo en el motel Victory.
– Sección Antibandas, Carlisle.
– ¿Sargento?, soy David Klein.
Respiración acelerada:
– ¿Sí, qué quiere?
– Escuche, lamento ese lío con Lester Lake.