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Pete, royendo el hueso de una costilla de cerdo.

Fred, con un combinado en la mano.

Chick, contusiones y morados, la mitad del cuero cabelludo chamuscado.

Fred se sirvió otro trago.

– Tú y los Kafesjian… No logro encajarlo.

– Es una larga historia.

– Claro, y no me importaría oír algo distinto de esas malditas llamadas de radio.

– No le digas nada, o terminará en el Hush-Hush -intervino Pete.

– He estado pensando que una docena de coches de vigilancia y Ed Exley atendiendo personalmente las llamadas significa que se trata de algún asunto grande, sobre el cual Dave debería ser más explícito. Por ejemplo, ¿a quién andan buscando esos imbéciles, Tommy y Lucille?

Un destello:

Richie Herrick, «el Mirón»: recluso en Chino/formación en electrónica. Fred Turentine, conductor ebrio: programa de enseñanza en Chino.

– Freddy, ¿cuándo diste esas clases de electrónica en Chino?

– Desde principios del 57 hasta que me aburrí y eché a rodar esa libertad condicional, hace seis meses, quizá. ¿Por qué? ¿Qué tiene que ver eso con…?

– ¿Asistió a tu curso un chico llamado Richie Herrick?

Una lucecita en la cabeza, mortecina: Freddy, exprimidor.

– ¡Sííí! Richie Herrick: se fugó de Chino y un psicópata ha despedazado a su familia hace poco.

– Entonces, ¿acudía a tus clases?

– Desde luego que sí. Le recuerdo porque era un chico tímido y porque ponía discos de jazz mientras el resto de la clase trabajaba en sus proyectos.

– ¿Y?

– Y nada más. Bueno, también estaba ese otro chico blanco que era su colega, y que también se apuntó a la clase con Herrick. El tipo no se separaba de él, pero no creo que hubiera nada de mariconeo entre ellos.

– ¿Recuerdas cómo se llamaba?

– No. No consigo ubicarlo.

– ¿Descripción?

– Mierda, no lo sé. Era sólo un interno, la habitual basura blanca con un tupé muy cuidado. Ni siquiera recuerdo por qué le habían encerrado.

¿Algo?/¿Nada? Difícil de saber. Los historiales de Chino, desaparecidos…

– Dave, ¿de qué va todo es…?

– Deja en paz a Klein. A ti te pagan por esto -Pete.

Banda 7:

Tommy, en su coche por Chinatown.

Lucille, en su coche por Chinatown, cerca de Chavez Ravine.

Bajé el volumen y cogí una silla. Chick echó la suya hacia atrás.

Mirándole de frente:

– DUDLEY SMITH.

– Dave, por favor… -Voz áspera, seca.

– Él está detrás de todo el alboroto del barrio negro y acaba de mandar a la muerte a Mike Breuning. Cuéntame lo que sabes de él y te soltaré y te daré dinero.

– Supongamos que no quiero.

– Entonces, te mataré.

– Dave…

Pete me hizo un gesto: dale whisky.

– Dave… Dave… por favor.

Le ofrecí el vaso de Freddy.

– Vosotros no conocéis a Dudley. No sabéis lo que me haría.

Licor añejo y seco, tres dedos.

– Bebe, te sentirás mejor.

– Dave…

– Bebe.

Chick apuró el vaso. Volví a llenarlo y le observé mientras tragaba. De inmediato, le entró la euforia del alcohoclass="underline"

– ¿Qué coño me hablas de dinero? Tengo gustos caros, ¿sabes?

– Veinte de los grandes -Pura mentira.

– Eso es muy poco para mí.

– Díselo, jodido, o seré yo quien acabe contigo.

– Está bien, está bien, está bien.

Señaló el vaso. Lo volví a llenar.

– Canta, Chick.

– Está bien, está bien, está bien -Dando lentos sorbos.

Acerqué la grabadora a su silla y pulsé la tecla de grabar.

– Dudley, Chick. Las pieles, Duhamel, los Kafesjian, toda la historia de la conspiración.

– Supongo que sé la mayor parte. Supongo que a Dudley le gusta hablar porque cree que todo el mundo le tiene demasiado miedo como para irse de la lengua.

– Al grano.

Con la bravuconería que da el alcohoclass="underline"

– Domenico Chick Vecchio sabe muy bien cuándo hablar y cuándo es mejor callar. Y digo que a la mierda todo el mundo menos seis, los precisos para portar el ataúd.

– ¿Quieres hacer el jodido favor de cantar de una vez? -Pete.

– Está bien, está bien. Empecemos por Dudley, que era el jefe de la sección de Robos. Exley tenía una especial fijación con él, porque había encargado a Dud un montón de trabajos a lo largo de los años.

– ¿Como el asunto de la Nite Owl?

– Sí, como lo de la cafetería. En cualquier caso, Dudley siempre se encargaba en persona de los robos más interesantes, simplemente porque ésa es su forma de ser. Así pues, Exley encargó el caso de Pieles Hurwitz a Robos, y Dud puso manos a la obra y consiguió ciertas pistas que más tarde descubrió que habían sido colocadas por Exley, y esas jodidas pistas le condujeron a su propio presunto protegido, Johnny Duhamel.

Freddy y Pete, royendo costillas de cerdo, extasiados.

– Continúa.

– Está bien. Resulta que Dudley había reclutado a Johnny «el Escolar» para la brigada Antibandas. Ya sabes que se le cae la baba por los tipos duros y Johnny, cuando estuvo en la Academia del LAPD, demostró cierta vileza muy del gusto de Dud. Así pues, Johnny estaba en Antibandas ejerciendo de tipo duro cuando Dudley descubrió que era uno de los jodidos ladrones. Y, en una reacción muy propia de Dud, el descubrimiento le llenó de satisfacción. Dud acusó a Johnny de participar en el golpe y Johnny lo admitió, pero se negó a soplar a sus cómplices, lo cual también impresionó a Dud. Así pues, Dudley decidió silenciar la participación de Johnny en el robo de las pieles y le confió algunos de sus propios golpes, lo cual significaba que, hasta aquel momento, la trampa de Exley estaba dando resultados.

Siseo de la cinta. Chick, cantando de plano ahora:

– Entonces, Dudley se incautó de las pieles de Johnny y las guardó en una consigna. Un par de piezas salieron a la circulación porque Dudley le dijo a Johnny que se relacionara con Lucille Kafesjian cuando Exley os asignó a ti y a ese chiflado de Stemmons el caso del robo.

– ¿Dudley le dijo a Johnny que intimara con Lucille?

– Sí, una especie de guardaespaldas por si empezabais a presionar demasiado a la familia.

– Y luego, ¿qué?

– Luego, ese condenado Stemmons se entrometió en el asunto. Había sido instructor de Johnny en la Academia y Johnny le tenía desde entonces por un marica de lavabos. Pues bien, resulta que Junior vio el striptease que hizo Lucille con el visón que Johnny le había regalado. Creo que Junior estaba en el Bido Lito's trabajando en el asunto del robo. Johnny también estaba allí y él y Junior hablaron, lo cual reavivó la jodida llama amorosa que Stemmons había alimentado tiempo atrás.

– Así pues, en un primer momento, Junior se acercó como colega.

– Exacto, y supongo que todo ese asunto de hacer de matón en la brigada Antibandas no era realmente el estilo de Johnny, sino sólo el papel que le hacía interpretar Exley. En cualquier caso, Johnny estaba muy harto y se sentía fatal con todo aquello, y le contó a Stemmons lo brutal que era el trabajo, y Junior empezó a sospechar que alguien manipulaba a Johnny en secreto. Johnny no llegó a delatar abiertamente a Dudley, pero le habló a Stemmons de las «audiciones» que estaba haciendo Dudley, sin citar nombres.

– ¿Qué «audiciones» son ésas?

– Dud hacía venir a esos tipos de fuera de la ciudad. Los necesitaba para encargarse de las máquinas tragaperras del Southside y quería que los federales los vieran. Dud comentó más tarde que Johnny comprendió que los tipos serían eliminados cuando Mickey hiciera pública su presentación como testigo federal.

El colector de Haverford Wash. Cuatro muertos.

– Pero Johnny no le comentó eso a Junior, ¿verdad?

– Verdad.