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Una visita de Ed Exley.

– Creo que me ha robado el dinero. Colabore con Noonan y dejaré que se lo quede. Va a necesitar dinero… y yo no lo voy a echar en falta.

»Sin su testimonio, no podremos tocar a Dudley.

»Si este acuerdo con los federales fracasa, el departamento ofrecerá una imagen vergonzosa de ineficacia.

Mi táctica: mutismo absoluto.

Una visita de Pete B. Cuchicheos:

– Glenda tiene el dinero y me ha pagado lo que me correspondía. Corren rumores de que eres un soplón de los federales y Sam Giancana acaba de anunciar un contrato.

Una visita de dos sabuesos del sheriff:

– Queremos a Glenda Bledsoe por el asunto de Miciak.

Mi táctica: confesión. Le maté yo solo. Dejé caer detalles de las heridas; los tipos de la policía local tragaron. Dijeron que me acusarían de asesinato en primer grado.

Noonan, presente, se plantó: «Utilizaré todo el poder del Gobierno Federal para mantener a este hombre bajo mi única custodia. »

Una llamada. Jack Woods, para confirmar:

– Meg está bien. Sam G. ha hecho correr la voz. Date por muerto.

Noticia vieja.

Días largos, jugando a cartas con Will Shipstad para matar el rato. Intuición: el agente odia el trabajo de federal y odia a Noonan. Le insinué un trato: borrar la cinta de Glenda por treinta de los grandes.

Accedió.

Noonan lo confirmó al día siguiente: «¡Esos técnicos incompetentes!» Una pataleta fenomenal.

Noches largas; malos sueños: muertes, palizas, sobornos, extorsiones, mentiras.

Malos sueños, insomnio.

Miedo a quedarme dormido por las persistentes pesadillas: Johnny, suplicando; Dudley, tuerto.

Glenda, una imagen difícil de evocar, una voz fácil de oír:

«Tú quieres confesar.»

Dos noches, seis cuadernos de notas completos. Dave Klein, el Contundente, confiesa…

Muertes, palizas, sobornos, extorsiones, comisiones: toda mi carrera en la policía hasta Wylie Bullock. Mentiras, coacciones, promesas incumplidas, juramentos rotos. Exley y Smith, mis cómplices. Que se entere el mundo.

Noventa y cuatro páginas; Shipstad filtró la confesión a Pete B.

Por medio de Pete, copias a Hush-Hush, Los Angeles Times, y la Fiscalía General del Estado.

El tiempo apremiaba y Noonan se volvía loco: quedaba pendiente la conferencia de prensa y me necesitaba en ella.

Amenazas, ofertas, más amenazas…

Mi única palabra: «Deme dos días de libertad bajo vigilancia federal. Cuando vuelva a custodia, prepararemos mi declaración.»

Noonan, a regañadientes, medio fuera de sí: «Está bien.»

L.A. Herald-Express, 6/12/58:

CONFERENCIA DE PRENSA LAPDFEDERALES,

SUSPENDIDA

El anuncio de la semana pasada sorprendió a todo el mundo: el departamento de Policía de Los Angeles y la Fiscalía Federal del distrito de Southern California celebrarían una conferencia de prensa conjunta. Adversarios durante la investigación sobre el crimen organizado en el Southside que aún tiene en marcha el fiscal Welles Noonan, los dos organismos han mantenido durante los últimos tiempos un trato cualquier cosa menos amistoso. Funcionarios federales acusaron al LAPD de permitir el aumento desorbitado de la delincuencia en el sur y en el centro de la ciudad, mientras que el jefe de Detectives del LAPD, Edmund Exley, acusó al señor Noonan de organizar una campaña de desprestigio contra su departamento por motivos políticos. Estas disensiones finalizaron la semana pasada, cuando los dos hombres ofrecieron a los periodistas declaraciones idénticas. Ahora, la conferencia de prensa de mañana ha sido suspendida precipitadamente, lo cual ha dejado desconcertados a muchos miembros de la comunidad de servidores de la ley y el orden.

La nota de prensa de la semana pasada está redactada con sumo cuidado y sólo insinuaba que se había establecido un esfuerzo conjunto entre el LAPD y los agentes federales, dirigido tal vez a conseguir actas de acusación contra miembros de la sección de Narcóticos del departamento de Policía. Mañana debían hacerse públicos muchos más datos, y una fuente anónima de la Fiscalía Federal ha declarado que, en su opinión, este esfuerzo conjunto se ha visto frustrado debido al incumplimiento de unas promesas oficiales. Preguntado sobre a qué «promesas» se refería, esta fuente concretó: «Un oficial de la Policía de Los Ángeles ha escapado a la custodia federal. Este oficial tenía que haber testificado contra miembros de la brigada de Narcóticos del LAPD y contra una familia de delincuentes con la que dicha brigada ha mantenido una larga relación, y también tenía que haber presentado a declarar a un total de cuatro testigos potenciales más. Estos testigos no han sido aportados y, cuando se permitió al oficial abandonar la custodia durante cuarenta y ocho horas para resolver unos asuntos personales, atacó a su agente de vigilancia y huyó. Para ser sinceros, sin ese hombre, la Fiscalía sólo puede presentar como testigo a Mickey Cohen, un antiguo gángster.»

Especulaciones sobre la ola de crímenes

Esta situación se produce en mitad de una oleada de crímenes estadísticamente sobrecogedora, concentrada en gran parte en el Southside. El índice de homicidios en la ciudad aumentó el mes pasado en un 1600% y, aunque no han querido confirmarlo ni el LAPD ni la Fiscalía, ciertas especulaciones relacionan las muertes en ajustes de cuentas de la última semana en Watts con el tiroteo del mercado de Hollywood Ranch, que también dejó un saldo de cuatro muertos. Añadan a eso la misteriosa desaparición del fiscal del Distrito, Robert Gallaudet, y los homicidios -aún por resolver- de la familia Herrick, el 19 de noviembre pasado, y tendrán lo que el gobernador, Goodwin J. Knight, ha llamado «una situación explosiva. Tengo completa confianza en la capacidad del jefe Parker y del jefe ayudante Exley para mantener el orden, pero uno aún se pregunta qué puede haber causado un aumento tan drástico en la criminalidad».