PRESUNTOS REYES DE LA DROGA, ANTE
EL GRAN JURADO
L.A. Herald-Express, 23/3/58:
POLÉMICA DECISIÓN DEL GRAN JURADO:
LOS KAFESJIAN NO SERÁN PROCESADOS
EL FISCAL DE DISTRITO EN FUNCIONES ADMITE
IRREGULARIDADES EN LOS TESTIMONIOS
DE NARCÓTICOS
L.A. Examiner, 26/12/58:
GALLAUDET SIGUE DESAPARECIDO; CONTINÚA
LA BÚSQUEDA
L.A. Mirror, 27/12/58:
ALCALDE POULSON: «LAS ACUSACIONES
DE HUSH-HUSH, RIDÍCULAS»
L.A. Mirror, 28/12/58:
SE DA POR CONCLUIDA LA INVESTIGACIÓN FEDERAL
SOBRE EL CRIMEN ORGANIZADO
L.A. Herald-Express, 3/1/59:
CONCEDIDA UNA PENSIÓN ESPECIAL A POLICÍA
MAESTRO DE CEREMONIAS
La escena era triste, conmovedora; la antítesis de los recientes titulares policiales: «Agentes de Narcóticos procesados por cohecho.» La escena era la de un policía de Los Angeles malherido, luchando por la vida en una cama de hospital.
Dudley L. Smith, capitán del LAPD. Nacido en Dublín, criado en Los Ángeles, coordinador de agentes encubiertos del Servicio Exterior durante la Segunda Guerra Mundial. Cincuenta y tres años de edad, treinta como policía. Esposa y cinco hijas. Numerosas citaciones al valor, maestro de ceremonias del LAPD, capellán laico. Dudley L. Smith, apuñalado en un altercado con un ladrón hace cinco semanas, se debate hoy por conservar la vida.
Hasta el momento, está ganando la batalla: ha perdido un ojo, está paralizado, ha sufrido lesiones cerebrales y, probablemente, no volverá a caminar. Cuando está lúcido, entretiene a las enfermeras con su acento irlandés y esas bromas de que se dedicará a los anuncios como el hombre del parche en el ojo que anuncia las camisas Hathaway. Pero la mayor parte del tiempo carece de esa lucidez, lo cual resulta penoso.
El LAPD no facilitará más detalles del suceso en el que resultó herido Dudley Smith, pues sus compañeros saben que éste preferiría ahorrar a la familia del ladrón -muerto en el enfrentamiento- la ignominia del conocimiento público de su nombre. Se trata de un asunto lamentable, como lo es el hecho de que Dudley Smith requerirá cuidados sanitarios intensivos el resto de su vida.
Su pensión como policía y sus ahorros no alcanzarían a cubrir el coste y Smith es demasiado orgulloso como para aceptar contribuciones caritativas de miembros del cuerpo. Se trata de un policía legendario, muy apreciado, que ha dado muerte a ocho hombres en el cumplimiento del deber. Conocedor de todo esto, el jefe de Detectives del LAPD, Edmund Exley, solicitó al Consejo Municipal de Los Angeles que ejerciera una prerrogativa apenas utilizada y le concediera una pensión especial, una cantidad que cubriera indefinidamente los costes de su estancia en un centro sanitario equipado con todo lo necesario.
El Consejo Municipal votó y concedió la pensión a Dudley Smith por unanimidad. El jefe Exley declaró a los reporteros: «Es importante que el capitán Smith permanezca bajo control y reciba los cuidados que merece. Se recuperará y podrá vivir el resto de sus días libre de los agotadores problemas del trabajo policial.»
Dudley Smith, héroe. Que esos días sean muchos y pacíficos.
V CANCIÓN DE CUNA
55
Envoltorios de comida para llevar, periódicos apilados: un mes encerrado en un escondrijo de Pete.
Una casa de campo en las afueras de San Diego. Un refugio seguro: su ex esposa estaba en Europa, en un viaje turístico de seis semanas. El alquiler pirata a Pete: dos de los grandes a la semana.
Periódicos. La historia, dispersa:
Mi confesión, censurada por mandamiento judicial.
Dudley, medio muerto.
La investigación federal, por tierra.
Narcóticos, destruida; Exley, triunfante.
Tiempo para pensar.
Llamadas telefónicas; Pete, informando desde el mundo exterior:
Ordenes de detención contra mí -estatal y federal-, nueve acusaciones en total. «Te buscan por lo de Miciak, por fraude fiscal y por conspiración para delinquir (dos acusaciones del fiscal del Estado y tres de los federales). Se ha facilitado tu descripción a nivel nacional y aparece en todos los boletines de los federales. Puedes quedarte en la casa hasta el 27 de enero, pero eso es todo.»
Pete, el 13 de enero:
«Glenda aún está en Fresno. Los federales la tienen bajo vigilancia, pero creo que podré traerla a escondidas para una visita antes de que te marches.»
14 de enero:
«He llamado a Jack Woods. Me ha dicho que Meg está bien y lo he comprobado con un tipo de los federales que conozco. También me ha dicho que Noonan no va a presentar cargos contra ella por fraude a Hacienda; Jack está demasiado ocupado en la preparación de alguna nueva investigación como para que la chica le importe una mierda.»
15 de enero.
16 de enero.
17 de enero.
Cansado, harto: cinco semanas seguidas a régimen de comida china para llevar.
18 de enero:
«Dave, no puedo conseguirte un pasaporte. No tengo ningún contacto de confianza y he oído que los proveedores de los gángsters se niegan a venderlos porque imaginan que tú eres el comprador.»
19 de enero. Fiebre de huida a ciegas. Pesadillas. TODO dando vueltas.
20 de enero:
«Glenda cree que han levantado la vigilancia sobre ella. Dice que va a traerte el dinero dentro de un par de días.»
21 de enero; Pete, acojonado:
«El señor Hughes ha descubierto que te estoy escondiendo. Está furioso porque Glenda ha salido bien librada de lo de Miciak y por lo de…, mierda, ya sabes: tú y ella. El señor Hughes quiere una compensación personal y ha dicho que no te entregará si colaboras. Dave, intentaré no pasarme.»
56
De rodillas, aturdido. Ondas de choque subiendo por el espinazo. Un golpe más.
El patio de atrás; Howard Hughes, observando.
Me incorporé, atontado: dientes flojos, labios partidos. Izquierda-derecha/izquierda-derecha/izquierda-derecha; mi nariz, incrustada en la garganta. Sostenido en pie; la piel de las cejas desgarrada, cayéndome sobre los ojos.
Howard Hughes, de traje formal y con sombrero.
De bruces al suelo, patadas…
– No. Use los puños.
Incorporado a tirones: gancho de izquierda/gancho de izquierda; escupiendo encías, sin nariz, respirando con dificultad. Gancho de izquierda/gancho de izquierda: crujido de huesos.
Sin piernas, sin cara; el anillo de sello machaca desde la mandíbula hasta las entradas del cabello.
– Un poco más.
– No aguantará.
– No me contradigas.
Sin piernas, sin cara. Ojos al sol. Rojo abrasador: por favor, no me dejes ciego. Izquierda-derecha/izquierda-derecha:
– Déjelo para el doctor.
Desvaneciéndose en alguna parte. No me arranques los ojos.
Girando, cayendo. Música.
Oscuridad/luz/dolor; punzadas en el brazo, absurda satisfacción: Luz = visión. ¡No me arranques los ojos!
Girando, cayendo; TODO a ritmo de bop. Riffs de Champ Dineen; Lucille y Richie, arrojados del paraíso.
Sudor. Bofetadas frías en el rostro. Una cara: un viejo.
Aguijonazos que devoran el dolor.
Pinchazos en el brazo = felicidad absuuurda.