»"Brita se volvía más rara y taciturna cada día y yo no podía dejar de preguntarme qué le pasaba. Pensé que añoraba a los suyos, siempre se había sentido muy unida a su casa y sus padres. 'Ya se le pasará', pensaba yo, 'cuando se acostumbre. Con el tiempo acabará gustándole vivir en Ingmarsgården'. Me armé de paciencia un tiempo; pero un día le pregunté a madre que por qué Brita estaba tan pálida y tenía tanta rabia en los ojos. Madre dijo que era porque estaba esperando un hijo y que volvería a ser la de antes en cuanto lo hubiese tenido. En mi fuero interno yo me figuraba que lo que rumiaba Brita era que yo hubiese aplazado la boda; pero tenía miedo de preguntárselo. Ya sabe, padre, que usted siempre decía que el año que yo me casara habría de ser el año en que se pintara de rojo la casa. Y esa pintura yo no podía pagarla. 'Todo se arreglará el año que viene', pensaba yo."»
El que iba labrando movía los labios. Estaba tan sumido en sus propios pensamientos que hasta le parecía ver el rostro de su padre ante sus ojos. «No hay más remedio que exponérselo todo muy francamente a padre -pensó-, para que pueda aconsejarme bien.
»"Así pasó todo el invierno, y a menudo pensé que si Brita no dejaba de sentirse tan desgraciada mejor sería renunciar a ella y mandarla de nuevo con los suyos a Bergskog; pero también para eso era demasiado tarde. Hasta que llegó el mes de mayo y una noche nos dimos cuenta de que se había escabullido de la casa. Estuvimos toda la noche buscándola y a la mañana siguiente una de las criadas la encontró."
»Aquí me cuesta decir algo más así que me callo y entonces padre me pregunta: "¡Por Dios, no me dirás que estaba muerta!" "No, ella no", respondo, y Padre oye cómo me tiembla la voz. "¿Y la criatura, había nacido?", pregunta padre. "Sí", digo, "pero ella la había estrangulado. La tenía muerta a su lado". "Eso es que no estaba del todo cuerda desde el principio." "Ya lo creo que estaba cuerda," replico. "Lo hizo para vengarse de mí, porque yo la tomé por la fuerza. Aun así, me dijo que no lo habría hecho si yo me hubiese casado con ella; pero como no lo hice pensó que si yo no quería tener un hijo con honra tampoco lo tendría sin honra." Padre, desolado, se queda sin habla. "¿Te hubiera hecho ilusión ese hijo, Ingmar hijo?", me pregunta por fin. "Sí", le contesto. "Lástima que te tocara en suerte una mala mujer."
»"Estará en la cárcel, supongo", dice padre. "Sí, la condenaron a tres años." "¿Y por eso nadie quiere darte a su hija?" "Sí, pero yo tampoco he pedido la mano de nadie." "¿Y es por esto que no tienes ninguna autoridad en la parroquia?" "Opinan que Brita no se merecía una suerte así. Dicen que si yo hubiese sido un hombre juicioso como usted habría hablado con ella y habría comprendido qué le amargaba la existencia." "Tan sencillo no es; para un varón no es sencillo entender a una mala mujer."
»"No, padre", digo, "Brita no era mala sino orgullosa". "Viene a ser lo mismo", contesta padre.
«Cuando me doy cuenta de que padre intenta ponerse de mi parte, digo: "Muchos piensan que yo podría habérmelas apañado para que lo único que se supiese es que la criatura nació muerta." "¿Y por qué no habría ella de pagar su crimen?", protesta él. "En la época de usted, según dicen, usted se habría encargado de que la criada que la encontró callara la boca y así no se habría sabido nada." "¿Y entonces tú te habrías casado con ella?" "No, entonces yo no habría tenido por qué casarme con ella. Al cabo de un par de semanas la habría mandado a casa de sus padres y habría anulado el compromiso, ya que la disgustaba tanto vivir aquí." "Es posible que estén en lo cierto; pero no pueden pedir que tú, que eres joven, tengas el tino de un viejo."
»"Todo el pueblo opina que me he portado mal con Brita." "Pero ella se ha portado peor haciendo caer en desgracia a gente honrada." "Sí, pero fui yo quien la tomó por la fuerza." "De eso tendría que alegrarse y nada más", replica él.
»"Así pues, ¿no piensa usted que sea culpa mía que ella esté en la cárcel, padre?" "Mi opinión es que en la cárcel está por culpa suya." Entonces yo me levanto y digo despacio: "Entonces ¿usted opina que no debo hacer nada por Brita cuando salga en otoño?" "¿Qué podrías hacer? ¿Casarte con ella?" "Sí, supongo que es lo que debería hacer." Padre me mira un rato y luego pregunta: "¿La quieres?" "No; mató todo el amor que yo sentía." Entonces padre deja caer los párpados y se pone a cavilar en silencio.
»"Mire, padre, no puedo quitarme de la cabeza que he causado una desgracia", digo. El anciano permanece inmóvil sin responder. "La última vez que la vi fue en el juzgado. Se la veía muy dócil y lloró mucho por haber perdido al niño. No dijo nada malo contra mí, toda la culpa la asumió ella sola. Fueron muchos los que lloraron, padre, y hasta al juez casi se le escapaban las lágrimas. Por eso sólo la condenó a tres años."
»No obstante, padre sigue sin decir nada.
»"En otoño, cuando la suelten, lo pasará muy mal si tiene que volver a su casa", añado. "En Bergskog no se alegrarán de su presencia que digamos. Según ellos, ella les ha deshonrado, y quién sabe si no se lo echarán en cara abiertamente. Su destino será estar metida en casa para siempre, no podrá ni arriesgarse a ir a misa. Será muy duro en todos los sentidos."
»Padre no responde.
»"Para mí no sería fácil casarme con ella", digo. "A quién que sea dueño de una finca importante puede agradarle tener una esposa a quien gañanes y criadas mirarían por encima del hombro. A madre tampoco le gustaría. Además, no creo que pudiéramos seguir invitando a propietarios y gente de categoría ni a bodas ni a funerales."
»Padre sigue callando.
»"Verá usted, en el juzgado intenté ayudarla lo mejor que pude.
Le dije al juez que la culpa era toda mía por haberla forzado. También afirmé que para mí era tal su inocencia, que en el mismo momento en que ella mudase sus sentimientos hacia mí, yo me casaría con ella. Dije eso para que le cayera una pena más leve. Pero aunque me ha escrito dos cartas, no hay nada que indique que su talante haya cambiado. Así pues, comprenderá usted, padre, que ese discurso no me obliga al matrimonio."
»Padre permanece sentado, cavilando en silencio.
»"Ya sé que esto es interpretar los hechos según el criterio de los hombres y que nosotros los Ingmarsson siempre hemos intentado congraciarnos con nuestro Señor. Pero a veces pienso que quizá nuestro Señor no estaría de acuerdo en que una asesina se viera tan favorecida."
»Y padre que no deja de callar.
»"Padre, no olvide lo difícil que resulta ver cómo alguien sufre un tormento y no procurar ayudarle. Es posible que toda la parroquia piense que obro mal; pero estos años me han sido demasiado amargos para que no intente hacer algo cuando la pongan en libertad."
»Y padre inmutable, sin pestañear siquiera.
»Entonces, casi con lágrimas en los ojos, digo: "Vea usted, soy un hombre joven y es mucho lo que pierdo si me quedo con ella. Ya antes les parecía que obré mal, ¿qué no van a decir después de esto?"
»Aun así no consigo que padre diga algo.
»"Por otra parte, he pensado que resulta curioso que nuestra familia haya podido conservar la finca durante decenas de generaciones mientras todas las otras fincas han ido cambiando de dueño. Y entonces me digo que eso tiene que deberse a que los Ingmarsson siempre hemos buscado comprender la Providencia divina. Nosotros los Ingmarsson no debemos temer el juicio de los hombres, sólo basta con seguir los caminos de Dios."