– Ve ahora -lo animó temerosa de que el soldado pudiese volver.
Jack saltó, agarrándose al alféizar e impulsándose dentro del cuarto. Briony soltó el aliento que había estado conteniendo y le siguió, deslizándose por la ventana y agachándose en el suelo, queriendo gritar de alivio. Ahora que tenía al hombre en su habitación, no estaba segura lo que iba a hacer con él, pero con calma cerró la ventana y se apresuró para conseguir una botella de agua fría antes de encender la luz.
– Bebe. Estás deshidratado y ardiendo por la fiebre. Voy a limpiar tus heridas y darte una inyección de antibióticos. Llevamos medicamentos con nosotros y no soy mala con la sutura cuando tengo que hacerlo.
– Dame las provisiones y podré manejarlo -le aseguró, sentándose en el borde de la cama. La habitación era pequeña y la cama parecía tentadora-. Nunca nada sabe tan bien como el agua -el líquido goteó por su garganta, resistiéndose al impulso de tragarlo-. Gracias.
– De nada -Briony mojó un paño en agua fresca y se lo sostuvo en la nuca-. Tienes una infección realmente mala, Jack. Sé que podrías coser las heridas tú mismo, pero por qué no descansas y solamente me dejas cuidarte por ahora.
Jack tomó otro, más largo, su sediento cuerpo ávido por el líquido fresco. Cogió el paño fresco y mojó su cara mientras la observaba mezclar una solución en un tazón.
– Consígueme pinzas.
– ¿Qué? -parecía asustada.
– ¡Voy a tener que atender tu cara y tu brazo!. Conseguirás una infección si lo dejamos. No estaré en condiciones de hacerlo después, tan solo consígueme las pinzas ahora.
– ¡Tienes que estar bromeando!
– Yo no bromeo -su voz era severa y se tambaleó, alcanzando la pared para estabilizarse-. Lo pienso de verdad. No vas a tocarme hasta que lo arregle. Y si me desmayo y alguien viene, conseguirás un infierno aquí. Atraviesa la ventana, hasta los tejados, no al callejón, te atraparán en el callejón. Usa los tejados mientras puedas y dirígete de nuevo al bosque. Puedes ocultarte ahí.
– ¿Ordenas a todos a tu alrededor? -sacó las pinzas de su botiquín médico y se las dio-. Me siento como una idiota teniéndote quitándome las astillas mientras tú estás cortado a pedazos.
La cogió por la barbilla y comenzó a quitar las astillas más grandes de su piel.
– Salvaste mi vida. Gracias. No debo eso a muchas personas, pero hubiera muerto si no fuera por ti -limpió la barbilla con el antiséptico y tendió la mano para el ungüento del antibiótico.
– No quiero hablar de eso -su estómago se sacudió incómodamente. Cerró los ojos contra los recuerdos del hombre yaciendo muerto en el bosque.
– Me habría matado.
– Lo sé. ¿Has terminado?
– No me gusta el estado de tu brazo. Es bastante profundo. Sigue poniendo la crema sobre él -le dio las pinzas-. Sí, ordeno a todo el mundo. Funciona mejor para mí de este modo.
– Ya veo. ¿Y todos hacen lo que dices?
– Los listos -no podía evitar mirar su cuerpo devastado, cortado en pedazos. Su musculatura en el vientre, el pecho marcado y amplios hombros y brazos habían recibido los golpes de la tortura. Tenía dos extraños tatuajes. Comprendió que no los veía con la visión normal, sino más bien con la visión mejorada, como viéndolos bajo una luz ultravioleta. Tocó uno-. Estos no son normales. La tinta es diferente.
– No pueden verlos otras personas que no sean uno de los nuestros -quiso saber más, pero en vez de preguntarlo, se arrodilló en el suelo delante de él. La limpieza de sus heridas era imprescindible si quería sobrevivir.
– Esto va a doler.
– Solo hazlo.
– ¿Quieres dejar el rifle? -Jack parpadeó al mirarla, sorprendido de tener aun el rifle alrededor del cuello. Lo colocó al lado de su mano sobre el colchón y añadió la pistola y dos cuchillos al lado antes de tomar otro trago. Se inclinó hacia atrás hasta que su cabeza descansó contra la pared.
– Continua.
Briony se afianzó. No le gustaba hacer daño a nadie, y lavar las heridas con el antiséptico iba a torturar a Jack una vez más, pero no podía ayudarle.
– Podría llamar a uno de mis hermanos si así estas más cómodo.
– Briony -pronunció su nombre con una leve nota de exasperación.
Ella solo oyó el cansancio. Sus ojos estaban vidriosos por la fiebre y necesitaba acostarse desesperadamente. Apretando los labios, comenzó la ardua tarea de limpiarle. Las heridas de cuchillo en su pecho eran horribles, ennegrecidas e incrustadas con bichos e infectadas. Su cuerpo se estremeció y estalló en sudor, mientras lavaba y aplicaba antibióticos, pero él estoicamente lo soportó, bebiendo de vez en cuando de la botella de agua.
– Ken. Mi hermano.
Asustada, alzó la vista. El cuerpo de él temblaba continuamente, pero su expresión no cambió, no importa cuantas veces tuvo que lavar varios cortes.
– ¿Qué pasa con tu hermano? -alguien había frotado una mezcla de sal, hojas, y una pasta en las heridas abiertas, y extraerlo no era fácil.
– Le mando, pero no siempre me escucha.
Le dirigió una sonrisa contenida.
– Bien por él.
Tragó varias veces cuando restregó los cortes más profundos, estos tan infectados que no estaba segura incluso de que los potentes antibióticos que tenía sirviesen.
– Jack -Briony le cogió la botella vacía de agua y con cuidado le apretó en el hombro-. Acuéstate un rato. Estás a salvo por el momento. Duérmete si puedes mientras hago esto. Va a llevar algún tiempo.
A pesar de su deseo de permanecer despierto, Jack descubrió a su cuerpo tendiéndose de costado sin su permiso.
– Solo voy a descansar un minuto.
Briony notó que las yemas de los dedos de él tocaron la pistola, como si necesitara el consuelo de que estaba allí, pero con los ojos cerrados, no parecía más dulce o infantil descansando. Todavía parecía tan duro y peligroso como cuando la miraba con su mirada fija agitada. Continuó lavando su pecho, tomándose su tiempo, queriendo hacer un trabajo cuidadoso la primera vez. Las heridas eran profundas y feas, un nombre tallado en el pecho. Había quemaduras y tajos diminutos como si alguien hubiese cogido una hoja afilada de navaja de afeitar y hubiese hecho cortes cada pulgada en una simetría perfecta arriba y abajo de su cuerpo, en largas filas de feas heridas.
No tenía ni idea de que estaba llorando cuando comenzó el trabajo de coser para suturar las heridas. Sobre algunas podía usar tiritas de aproximación, pero la mayoría eran lo bastante profundas para requerir la sutura. Le puso una inyección de antibióticos antes de persuadirlo para darle la vuelta. La espalda estaba terrible, con largas tiras de carne desaparecidas. No era nada asombroso que el hombre estuviera rabiando de fiebre. Los insectos habían pululado en el festín. El sudor goteaba por su cuerpo y continuó agitándose, pero nunca pronunció un sólo sonido.
Se tomó su tiempo durante la noche para limpiarlo, finalmente logrando poder ayudarle a quitarse las botas y los asquerosos pantalones que llevaba. Había más signos de tortura, cortes diminutos en líneas en sus piernas y nalgas, incluso alrededor de la ingle, como si le hubieran tomado el pelo con la idea de lo que vendría más tarde. En otras circunstancias, podría haber sido demasiado tímida para limpiar a un hombre en tales sitios íntimos, pero el daño era tan severo y, aunque de vez en cuando supiera que estaba consciente, él no abrió los ojos. Briony trató de ser impersonal, pero se sintió enferma con la idea de que un humano pudiera hacer tales cosas a otro. Cuando terminó, se sintió protectora y tal vez un poco posesiva sobre él.