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– Permanece boca abajo. Estás muy alto, no serán capaces de detectarte -siseó Briony. Eludió su mano extendida mientras cogía la cuerda más firmemente y se deslizó medio camino hacia suelo. Estaba todavía colgando a unos buenos 15 pies del suelo en el aire cuando empezó a efectuar una serie de movimientos lentos, cambiando las posiciones con una precisión fluida, cada movimiento requería una tremenda fuerza y habilidad.

¿Que demonios piensas que estas haciendo? Estas volviéndome loco, mujer.

No queremos que registren el lugar, y mis hermanos y yo venimos a practicar todo el tiempo. Solo estate quieto. Si te encuentran, me mataran a mí y a mis hermanos. Cortó repentinamente, rezando para que no se volviese loco con ella.

Jack se tragó cualquier réplica. No había ninguna utilidad en discutir con ella, ya estaba al descubierto. Podría matar a los rebeldes, estaba totalmente listo, pero traería un infierno sobre ellos. Maldita sea. No tenía ningún derecho de poner en riesgo su vida, no para protegerle a él o a sus hermanos.

Tres hombres entraron en el edificio. Sus movimientos eran furtivos, como si tuvieran miedo de ser vistos. No vestían uniformes, pero se comportaban como los soldados que había visto en cada esquina de la calle. Miraron hacia arriba por un largo momento, y algo en la forma en que la miraron la hizo temblar. Se paró en medio de una voltereta y se sentó, envolviendo su pie en la cuerda para mirar hacia ellos.

Rebeldes, advirtió.

¿Tú crees? Su boca estaba seca, su corazón palpitaba.

– Lo siento, se supone que no deben estar aquí mientras practicamos.

– Baja ahora -la llamó uno y señaló el suelo. Dejó ver el arma dentro de su chaqueta.

Briony dejó que el miedo se mostrase en su cara. No era muy difícil, estaba asustada.

– Se lo estoy diciendo, seguridad estará aquí en cualquier momento, será mejor que se marchen.

Sacó el arma y la apuntó.

– Baja aquí.

Incluso con el fuerte acento, Briony le entendió. Lentamente bajo por la cuerda.

– Estoy con el circo que actúa en el festival. Mis hermanos estarán aquí en cualquier momento. No tengo dinero…

El corazón de Jack palpitó con miedo por ella. Deslizo el arma fuera de la mochila y la puso sobre la plataforma, su dedo en el gatillo. El sudor goteó por su frente. Los rebeldes habían hecho un arte de la violación de mujeres tan brutal como fuese posible. Cuando los matase, atraería no solo a los rebeldes debajo de él, sino también a los soldados.

– Cierra la boca -dijo bruscamente el soldado, caminando hacia Briony. Deliberadamente amenazante para intimidarla.

Están acostumbrados a que todos le tengan miedo.

Briony tragó con fuerza, parando de asentir en reconocimiento de esa información cuando vio que el más bajo de los tres cerraba la puerta.

– Estamos buscando un prisionero huido.

Briony puso la mano sobre la cadera.

– No sois soldados o de seguridad, echad un vistazo alrededor, ¿parece que paso el tiempo con prisioneros?

El líder la golpeó duramente, sacudiéndola hacia atrás. Briony se tambaleó, pero se mantuvo sobre los pies. Por un momento sus oídos zumbaron, y entonces sintió la ráfaga de rabia, tan profunda, tan intensa que rompió su concentración. No te atrevas a volverte loco y dispararle. Respiró profundamente para tratar de calmar a Jack, sabiendo que estaba a segundos de matar al hombre.

Briony puso la mano en su cara escocida. El hombre grande avanzó hacia ella, deliberadamente agresivo, empujando el arma a uno de sus compañeros. Dijo algo en su lenguaje que no debería haber entendido, pero estaba todo muy claro. Pensaba que necesitaba un hombre le enseñara quien estaba al mando. Saber que Jack estaba cerca, era de alguna extraña forma consolador.

El hombre cogió la parte delantera de la camisa de Briony y ella cogió su muñeca, fijándola, ejerciendo presión, mirándolo directamente a los ojos. Al mismo tiempo empujo fuerte en su cerebro, forzando su mente en la de él. Si me tocas, morirás. Márchate ahora. Toma a estos hombres y vete antes de que sea muy tarde.

La dejó ir como si le hubiera quemado, murmurando la palabra local de bruja. Cogió su arma de su compañero y giró lejos de ella, apresurándose fuera, lanzando una orden a los otros. Le siguieron fuera, cerrando la puerta con fuerza.

Briony flaqueo con alivio, cubriéndose la cara con sus manos temblorosas. Jack se deslizó hacia abajo por la cuerda y caminó hacia ella, sus rasgos duros y marcados, los ojos brillando peligrosamente.

Capítulo 5

Jack trabó el cerrojo de la puerta con un ruido sordo resonante y siguió acercándose, caminando derecho hacia ella, sus manos agarraron sus brazos fuertemente. Le dio una pequeña sacudida.

– ¿Qué demonios estabas tratando de hacer? Iba a violarte. Si yo lo sentí, tenías que haberte inundando con sus intenciones. ¿Qué esta mal contigo?

– Todo el mundo me infravalora porque soy pequeña. Sé que soy más fuerte que él. No le habría dejado tocarme.

– Te tocó. El jodido puñetero te golpeó, mientras me escondía como un perro sobre aquella plataforma. Quería hacerte daño. Apestaba a ello. Tenías que haberlo olido. Estaba excitado con la idea de herir a una mujer como tu.

Su palma cubrió su enrojecida mejilla.

– Y lo maneje -dijo bruscamente Briony, su propio temperamento empezó a alzarse y mezclarse con el cercano miedo que paralizaba su mente. Sacudió la cabeza lejos de él porque su toque la afectaba demasiado-. Lo manejé. Soy capaz de cuidar de mi misma. No dejaría que un hombre me violara.

– De ahí la palabra violación -sus ojos se estrecharon-. No estabas a salvo, Briony. Ni entonces ni lo estas ahora tampoco. Deberías estar suplicando por marcharte.

– No traeré aquí a los soldados. Son de gatillo fácil. Y no tengo miedo de ti. Quieres que lo tenga, pero no te temo.

– Deberías temerme ¿Tienes idea de lo que quiero hacer justo ahora?

Su mano se deslizó de vuelta a su cara, ahuecando su mejilla y presionando su palma contra su mejilla ardiente como si pudiera llevarse el escozor.

– Si. Estas tratando de no dejarme entrar.

La intensidad de sus emociones lo inundó y le robó la cólera y el miedo. Necesitaba tocarla, sentirla cerca de él. No podía pensar con el deseo que sentía por ella. Briony nunca había tenido a nadie que la mirase de la manera en que él lo hacía ni que fuera tan feroz protegiéndola.

– Quiero que me veas por lo que soy, Briony. Soy duro y puedo ser cruel y no tengo todos esos sentimientos agradables que mereces de un hombre.

Mientras hablaba, sus manos desdijeron lo que decía, los pulgares barrieron con caricias calmantes sobre su mejilla hinchada.

– No puedo tocarte. Tienes demasiados cortes, Jack. Posiblemente no podemos…

Se calló cuando él cogió sus manos, los dedos entrelazados con los suyos, empujándola contra la pared y fijando sus manos allí mientras se inclinaba para seguir besándola. Caliente, necesitando sus besos. Urgente y hambriento. Cada beso se hizo más profundo, más áspero, volviéndose más exigente que el último.

En algún nivel supo que era demasiado experimentado y duro para una inocente, pero no podía parar. Cada pizca de disciplina y control pareció marcharse, fuera de su alcance, no importaba cuan duramente tratara de encontrarlo. El gruñido en su cabeza ahogó todo sentido del honor y se convirtió en un deseo que palpitaba tan intenso que no podía pensar más que en enterrar su cuerpo en el de ella.

Este era su olor, la piel suave, el calor de su boca, y su sabor. Se ofreció a él y no era lo suficientemente fuerte para resistirse. La oferta había estado allí, en el chocolate oscuro de sus ojos. Tal vez tímido, incluso vacilante, pero reconoció el hambre creciendo en ella. En el momento en que deslizo las manos bajo su camisa y absorbió el tacto de satén y seda, supo que el aliciente de su olor estaba en cada pulgada cuadrada de su cuerpo, tenía que tener más.