– Jack.
Briony susurró su nombre, el miedo creciendo en la misma proporción que su necesidad por él. Nunca se había sentido tan nerviosa, tan desesperada por aliviarse. Quería sus manos sobre ella, quería su cuerpo en el suyo, pero sabía poco de lo que pasaba entre un hombre y una mujer. Era tan grande, tan fuerte y en su presente estado dudaba que pudiera controlar la situación. Quiso que la prisa se redujera, para darle tiempo a pensar.
Jack sintió el temor traspasar a Briony, inclinó su cara para forzarla a levantar la vista hacia él.
– Seré cuidadoso contigo, cariño. Confía en mí.
Esperaba que estuviese diciendo la verdad. Nunca había sentido un deseo tan aplastante de estar con una mujer. Todo el rato sus manos se movieron sobre su piel, trazando sus costillas, la pequeña y hundida cintura, deslizando las manos hacia arriba para ahuecar el suave peso de sus pechos, los pulgares volviendo a sus pezones duros picos directamente a través de su sujetador.
Un sonido suave escapó de su garganta, un suspiro, una súplica urgente que le llevó casi hasta la locura con su deseo de quitarle toda la ropa del cuerpo. No era suficiente tomarla así, rápido, duro y sin pensar. Lo sentía. Era inesperado e incluso inquietante, pero necesitaba saborear el tacto de su piel, el suave sonido de ella, el gemido suspirado, la oscura riqueza del deseo por él creciendo en sus ojos. Su cuerpo encajaba con el suyo, cada curva, el destello de sus caderas y la suave hinchazón de sus pechos.
Jack nunca había esperado desearla de la forma en que lo hacía, o sentirla dentro de la manera en que lo hizo, pero no iba a desaprovechar su oportunidad. Le importaba un comino que su cuerpo fuera un lío. Nunca había experimentado esa pertenencia. Ella le pertenecía, y él a ella. No lo miró de la forma que el resto del mundo lo hizo. No vio sus pecados. No sabía que su corazón estuvo muerto por mucho tiempo. Ella le miraba y veía a un hombre, no a un monstruo. Ni siquiera podía mirarse en un espejo y hacer eso, pero podía mirarse a través de sus ojos.
Se inclino a besarla otra vez, las manos profundamente enterradas en su sedoso y abundante cabello. Su boca abierta para él, respondiendo con caliente pasión. Se tomó su tiempo esta vez, negándose a ser duro, saboreando su sabor, la sensación de ella. Ralentizó sus manos que vagaban, demorándose en sus curvas y los valles suaves, haciendo un mapa de su cuerpo en su mente, almacenando las imágenes allí. Tendría que durarle toda una vida y no iba a apresurarlo.
Briony no podía creer lo dulce que era, lo tierno. Su mente era una neblina de necesidad, de hambre, el deseo tan intenso que apenas podía pensar o respirar, pero en vez de arrancarle la ropa del cuerpo, la desenvolvió como si no tuviera precio y fuera frágil, con un cuidado tierno que lindaba la reverencia. Su aliento se quedó atascado en la garganta cuando el se quitó la ropa, tirándolas descuidadamente, revelando los cortes terribles y las quemaduras en su cuerpo.
– Jack -susurro su nombre en una agonía de necesidad-. No podemos. Deberíamos esperar hasta que estés curado.
– No siento nada excepto a ti -contestó, sabiendo que era verdad.
La levantó para poner su trasero en el borde de la barra y se puso entre sus piernas para darse mejor acceso a su cuerpo sin hacerse más daño a si mismo. No podía permitirse a que los puntos se soltasen y arriesgarse a más infección, pero maldita fuese todo, no iba a perder esta oportunidad.
La beso de nuevo, besos largos, lentos y drogantes hasta que sus ojos estuvieron vidriosos y su cuerpo tembló bajo su toque. Arrastró besos hacia abajo por su cuello, sobre la curva de sus pechos hasta sus pezones. Se sintió devastado por su hambre por ella, su boca lamió un poco demasiado salvajemente, los dientes provocando, tirando y arrastrándola en juegos preliminares demasiado experimentados que sus inocentes ojos le dijeron que debería tener, pero no podría detenerse de tomar el regalo que ella le estaba dando.
– Nunca sentí nada como esto Briony.
No podría esperar, no podría hacerle el amor como querría, y era frustrante. Necesitaba una cama y cerca de 24 horas, en vez de un cuarto de práctica donde alguien podría intentar entrar en cualquier momento.
Presionó un dedo contra su estrecho canal. Ella hizo un sonido suave de necesidad, su crema resbaladiza le hizo fácil estirarla con dos dedos. No podía esperar. Su olor lo estaba provocando, su cuerpo se hincho hasta proporciones dolorosas. Ella estaba caliente, mojada y tan tentadora, pareciendo en parte tentadoramente sexy y en parte inocente.
Cogió sus caderas y la sujeto contra él, presionándose en la entrada acogedora y resbaladiza. Estaba tan apretada, tan caliente, tan todo, el deseo tan intenso que su cuerpo se sacudió con la necesidad de entrar de golpe y enterrarse hasta la empuñadura. Sus ojos oscuros se agrandaron y ella sacudió la cabeza. Antes de que pudiera protestar, empujó más profundo.
– Relájate, déjame hacer el trabajo, cariño. Es molesto la primera vez, pero una vez que pasemos esto, lo haré bueno para ti.
Briony no podía tocarle. Necesitaba agarrarse a él, pero no había un lugar en su cuerpo sin cortes. La urgente necesidad de tenerlo dentro se escabullía, para ser remplazada por el miedo. Era demasiado grande. Era así de simple. Su cuerpo posiblemente no podría estar diseñado para un hombre de su tamaño. Briony se humedeció los labios y se alejó lejos del sentimiento estirado y ardiente.
Jack apretó su agarre.
– Tienes que relajarte, Briony. Estas tensándote sobre mí.
Se inclinó hacia delante, un poco frenético, incapaz de impedirse besarla, una y otra vez, consiguiendo su pasión, ahuecando uno de sus pechos y provocando su pezón hasta que la inundó con su necesidad y jadeó
Se deslizo más lejos, empujando a través de sus apretados pliegues hasta que sintió su resistencia.
– Mírame, cariño. Mírame solo a mí.
No era un hombre para estar con una virgen. Era áspero, dominante y no conocía la primera vez de las inocentes. Demonios, no podía recordar la época de su vida cuando había sido un inocente.
Jack busco profundamente para encontrar la suavidad, ser paciente. Quería que su primera vez fuese algo más que un hombre sudando y empujando, tomándola rápido y sin cuidado. Quería mantener su final y hacerla sentir la mujer bella y extraordinaria que era.
– Dime que es lo que quieres, Briony. Dime que me deseas.
Tenía que desearlo. No estaba seguro de que fuera lo suficientemente hombre para echarse atrás si estaba demasiado asustada, pero lo intentaría, por ella, lo intentaría. El sudor goteó por su frente. Su olor lo estaba volviendo loco. Su cuerpo, tan caliente y apretado, un puerto perfecto para él, probó los límites de su control.
– Hijo de puta, cariño. No voy a ser capaz de contenerme mucho más. Dímelo. Dímelo, así sé que no soy un bastardo completo y quieres esto también.
Sus dedos se deslizaron con cuidado sobre su cara.
– Te deseo más que cualquier cosa, Jack. Estoy absolutamente segura.
A pesar de que había miedo en sus ojos, y en su mente, él cogió sus manos, inclinando su espalda, mientras se inclinaba sobre ella, los dedos apretados alrededor de los de ella para darle un ancla, presionando sus muñecas en la madera al lado de su cabeza. Un fuerte empujón y paso la barrera, sepultando su carne dura como una roca profundamente en ella. Ella dio un grito estrangulado, y él hizo el esfuerzo supremo para dejar de moverse, para permitirle ajustarse a su tamaño. Era difícil cuando su cuerpo rabiaba fuera de control. Apretó los dientes, sintiendo su pulso latir y su pene sacudirse con el esfuerzo de esperar.
Briony cogió aliento. Todavía se sentía demasiado grande, estirándola hasta un punto ardiente, pero de alguna forma la sensación se desvaneció y la urgente necesidad de sentirle moviéndose profundamente en su interior ocupó el lugar. Cuidando su cuerpo herido, no podía participar más que levantando sus caderas para encontrar su empuje, pero quiso tocar su piel, tomarlo a través de sus poros, sujetarlo cerca de ella. Él empujó más profundo y un relámpago zigzagueo a través de su cuerpo, chisporroteando, crepitando y extendiendo el calor a cada célula.