Un solo sonido escapó de su garganta. Él la dominó, sus manos en sus muñecas como grilletes, sujetándola en el lugar mientras empezaba un ritmo pulsante. Contente. Contente. Contente. El cántico era un estribillo desesperado en su cabeza. Era tan apretada que era casi doloroso, y su olor era maduro, llamando al macho en él, tronando en su cabeza y corazón, martillando en su ingle hasta que apenas podía pensar con el deseo de sepultarse más y más profundo, más y más duro.
Respiró profundamente para mantener el control, cuando se sentía como un hombre que anhelaba hacia mucho a esta mujer, su cuerpo era perfecto, encajaban perfectamente. El sabor de ella, el tacto de ella, era casi más de lo que podría soportar. En sus fantasías eróticas más salvajes, nunca había tenido una compañera que desease de la manera en que deseaba a Briony, y tenía que ser una virgen.
No había una pulgada cuadrada de su piel que no estuviera cortada en trozos; no podía sujetarla contra él, no podía hacer contacto de la forma que quería. Necesitaba sujetarla más cerca, aplastar su cuerpo bajo el suyo, entonces respiró. Contente. Contente. Contente. No iba a asustarla exigiendo demasiado, por tomar demasiado. También, había algo profundo, primitivo y satisfactorio en saber que era el único hombre que alguna vez la había tocado de esta forma. Era un egoísta bastardo, un gruñido escapó, su mente se nubló. No podía pensar en nada más, el placer borró cada pensamiento coherente.
Un placer penetrante inundaba a Briony, precipitándose a través de su cuerpo con bastante más fuerza de la que había imaginado. Cada golpe enviaba rayos de relámpagos corriendo por su piel, chisporroteando a través de su piel, y contrayendo su útero. Sus músculos se apretaron y se apretaron, una presión implacable que continuó construyéndose superando cualquier expectativa que hubiera tenido nunca. Era atemorizante dejarse llevar, alzar la vista a su cara, ver las salvajes líneas talladas profundamente, la intensidad en sus turbulentos ojos, pero al mismo tiempo aumentando su placer sexual, más allá de cualquier límite que ella podría haber tenido.
Entró en ella una y otra vez, estirándola extremadamente, llenándola tanto que quería gritar por el placer, incluso era casi demasiado. Su olor la estaba volviendo loca, un infierno creado que no podía parar. Necesitaba coger aire, hacer una pausa, solo por un segundo. Sus músculos estremecidos, la sujetaron hacia abajo cuando penetró profundamente dentro de ella, empujando una y otra vez como un hombre poseído.
Había placer y dolor, miedo y alegría. El miedo estalló sobre su cuerpo, varios de los puntos a través de sus nalgas y caderas reventaron mientras entraba más profundo y duro, la fricción de su apretada vaina aterciopelada casi lo llevó en una espiral fuera de control. Ella empezó a luchar contra la liberación en el momento que se dio cuenta que varios cortes estaban abiertos en su cuerpo, pero él no podía parar. No, cariño, no lo hagas. No luches conmigo. Estamos allí. Necesito esto. Tú necesitas esto. Déjate ir. Ven conmigo.
Las palabras rozaron íntimamente contra su mente. Quizás si hubiese hablado en voz alta ella hubiera encontrado la fuerza para pararle por su propio bien, pero su súplica era demasiado acariciante, demasiado necesitada. Levantó las caderas para encontrar su invasión, alzándose con cada golpe, apretando sus músculos alrededor de él para aumentar su placer, sintiéndolo estrellarse contra ella, a través de ella, creciendo con tal intensidad que apenas podía evitar gritar. Sus músculos internos se convulsionaron y el cuerpo de Jack se sacudió mientras se colapsaba. Su voz, un susurro ronco, sonaba sexy, incluso erótica, mientras se vaciaba profundamente dentro de ella. Sintió el espeso chorro caliente llenándola, mezclándose con su propia crema, su olor a almizcle combinado provocó otro espasmo salvaje.
Las manos de Jack lentamente se deslizaron fuera de sus muñecas, bajando por sus brazos para meterlas en su pelo. Él cerró los ojos, solo sintiéndola, saboreando su cuerpo caliente y apretado alrededor suyo, su piel increíblemente suave, su abundante y hermoso cabello a través de las yemas de los dedos. La volvió a besar, necesitando su sabor en la boca. El dolor empezó a arrastrarse por las sensibilizadas terminaciones nerviosas, pero lo mantuvo a raya solamente unos momentos más, dándole suficiente tiempo para arrastrar besos por su garganta hasta su pecho. Abrió los ojos y la miró estirada como en un sacrificio, un regalo.
– Eres la cosa más hermosa que he visto en mi vida.
Briony se alzó para tocar su cara, su toque tan tierno que casi fue su perdición. Salió de ella, sintiendo el calor de las lágrimas. Demonios. No había llorado desde que era pequeño. La mujer estaba matándolo.
– Tenemos que vestirnos -dijo bruscamente, buscando alrededor su ropa. Se vistió en silencio, una pequeña parte suya avergonzado por haber tomado lo que se le ofrecía, pero la mayor parte la quería una y otra vez.
– Jack, tengo que irme -dijo Briony-. No tenemos mucho tiempo. Si mis hermanos vienen y la puerta esta cerrada…
– Jebs sabe que estoy contigo; asumirá que estas tratando de protegerme -deseaba como el demonio no haber usado esa palabra en particular. Debería haber estado protegiéndola. La sujeto cerca, acariciando su pelo-. Debería haber esperado hasta que estuviéramos en tu habitación. Esta noche, después de que hagas tu cosa, te prometo que haré mejor el trabajo.
– Era mi primera vez, Jack. Para una primera vez, conmigo no sabiendo lo que hacía, los cohetes explotaron -levantó la cara así podría besarla-. Tengo que ir al camerino. Tendré a mis hermanos buscándome pronto si me esperan mucho más, y necesitas salir de la vista.
– Algunas veces fuera de la vista es a plena vista. Te estaré viendo esta noche.
Ella lo volvió a besar, de repente hambrienta por él.
– Mantente a salvo.
Se alejó rápidamente, girándose dos veces para decirle adiós, su sonrisa derritiendo los nudos apretados en su vientre.
Desde su posición en las sombras cerca de la entrada de los actores, Jack se encontró con el corazón en la garganta, viendo su cuerpo volando a través del aire, su traje de lentejuelas brillaba como una estrella que se apresura a través del cielo. Los trucos eran a un ritmo rápido y peligroso, una mezcla de fuego, cuerda, y la oscilación, con cada uno en constante movimiento. Jack miraba a Briony, notando apenas a sus hermanos. Sobre todo la sintió.
Los trucos requerían su completa atención y no había forma de esconder el dolor que sacudía su cuerpo. Él era un soldado entrenado, tenía una extensa experiencia de combate, y conocía la tortura en bases mucho más profundas de lo que le gustaría. Sabía como separar su cuerpo de su mente y bloquear el dolor. Ella no lo bloqueaba exactamente. Lo sentía, pero se negaba a reconocerlo. Lo soportaba.
Sintió cada martillazo como si alguien estuviera clavando una estaca afilada a través de su cráneo. Los golpes se sintieron con una fuerza rítmica mientras el nivel de ansiedad de la gente crecía con cara truco que se sucedía. Presionó una mano contra su estómago acalambrado. La bilis subió, pero luchó por bajarla. Quiso no tener una hemorragia nasal, sintió un hilo de sangre en la esquina de su boca, y estrechó los ojos cuando vio la mano de ella moverse con velocidad borrosa para limpiar su cara.
Detesto mirar la actuación, sus dedos se convirtieron en puños con el conocimiento certero de que estaba sufriendo, y lo hacía varias veces al día, casi cada día. Se giró lejos, jurando por lo bajo. ¿Por qué su familia permitía tal cosa? ¿Qué demonios estaba mal con ellos? ¿Y que estaba mal con ella que deliberadamente torturaba su cuerpo cada día?