Quiso agarrarla y correr, llevarla a algún lugar donde pudiera protegerla y mantenerla a salvo del constante bombardeo de emociones de cada día. Si permanecía por más rato, iba a subir por la cuerda y empujarla fuera de allí justo delante de todos los soldados sin importarle los rebeldes que estaban dispersos en la audiencia.
Briony completó un giro completo y sintió la satisfacción golpearla mientras Jebediah cogía sus muñecas y la mandaba volando hacia atrás hacia Tyrel. El alambre alto estaba bajo sus pies, corrió a través, contando los compases de la música para hacer su entrada. Mientras hacia eso, vio a Jack escabullirse. Inmediatamente el dolor inundó su cuerpo, con tanta fuerza, tan rápido que casi falló cuando salto a través del anillo de fuego. La alarma de Jebediah por su ritmo perdido se sintió como un golpe a su cerebro.
Respiró y forzó a su cuerpo bajo control por el resto del espectáculo. Jebediah esperó hasta que estuvieron a solas en el camerino de maquillaje, silenciosamente le dio un paño para limpiar la sangre de su nariz y su boca.
– Casi fallaste, Briony. No hay una red de seguridad.
Ruben, Tyrel y Seth se callaron, sus risas se desvanecieron mientras se daban la vuelta. Su preocupación solo aumentó el dolor que la atravesaba como una apuñalada.
– Lo sé. Era peor esta vez. No volverá a suceder. Estaré preparada.
Jabediah frunció el ceño cuando la vio limpiarse la sangre.
– Duerme esta noche. Esta casi terminado, un par de días más.
Jebediah despidió a sus hermanos y esperó hasta que cerraron la puerta.
– Dale esto a Jack. Fui capaz de darle un mensaje a su hermano en el hospital y Ken arreglara el transporte. Hay un barco que le estará esperando en la costa. Un helicóptero lo extraerá -le deslizo un teléfono por satélite en la mano-. No debería dejar el cuarto hasta que sea necesario. Vamos a actuar como hacemos siempre cada noche y pasar por los bares. Quédate en tu habitación con la puerta cerrada, y lo digo en serio esta vez, Bri. Esto es peligroso. Si alguien traicionase a Jack y lo entregara a los rebeldes, podría interceptar lo que estamos haciendo y estaríamos en serios problemas.
– Me quedaré allí, Jeb.
Prometió Briony. Se marchaba. Sabía que tenía que irse y al menos tendría cuidado médico, pero el pensamiento de estar separada de él era abrumador. Se giró lejos de su hermano, cubriendo su cara de nuevo con el paño así no podría ver su expresión.
Jebediah caminó con ella en silencio hacia el hotel y la dejo cuando subió las escaleras hacia el vestíbulo.
– Solo soy yo -dijo antes de usar su llave.
Jack cruzó el cuarto y la empujó en sus brazos, sujetándola cerca, casi aplastándola con su fuerza.
– Me asustaste como el demonio, Briony.
Rodeó con sus brazos su cuello, cuidadosamente tratando de mantener su peso fuera de su pecho, aunque la estuviera empujando fuertemente contra él.
– Eso es gracioso viniendo de un hombre que corre solo alrededor de la selva con un ejército enloquecido tras él -besó su labio inferior, provocándolo en la esquina de la boca-. Jeb manda un teléfono por satélite. No tengo ni idea de donde lo consiguió, pero debes llamar a Ken. Vendrán por ti esta noche. Iré a tomar una ducha mientras llamás.
Briony empujó el teléfono en sus manos y se alejó, queriendo que no viera o sintiera cuanto la iba a herir cuando se marchase. Su relación había florecido tan intensa como rápida, por primera vez en su vida sentía como si perteneciese. Dejó que el agua caliente fluyera por su cara, lavando las lágrimas. Por supuesto tenía que irse. No tenía otra opción, era demasiado peligroso que se quedase. Se tomó su tiempo lavándose el pelo, necesitaba los minutos extras para componerse.
Jack estaba ya en la cama cuando Briony salió del baño envuelta en una toalla. Sostenía una esquina de la sábana y acariciaba el colchón de manera incitante.
– No te molestes con la ropa. Solo tendré que quitártela.
Briony rió.
– Suenas como un tipo duro.
Encendió una sola vela antes de apagar la luz y deslizarse en la cama a su lado.
– Soy un tipo duro. Eres la única que no lo nota.
Enmarcó su cara y se inclinó para besarla, besos largos y prolongados que ayudaron a calmar la palpitación de su corazón por ver su actuación bajo tal coacción.
Los labios de Briony eran suaves y le daban la bienvenida, su boca inocente y apasionada, caliente y picante, una mezcla intoxicante. Respiró profundamente, poniendo su frente contra la de ella. Deseaba besarla para siempre, sujetarla cerca. Guardarla. Pero era Frankenstein con más cortes que piel, no había sido capaz de tocarle, y quería sentir sus manos en su cuerpo. Necesitaba sentir sus manos sobre él. ¿Cómo iba alguna vez a dejarla?
Jack se apoyó sobre un codo, descansando sobre su lado, una de las pocas posiciones en las que podría estar sin sentirse extremadamente incomodo. Apartó los sedosos mechones de cabello de su cara, sus dedos persistentes contra su piel.
– Cuéntame sobre tu vida.
– ¿Mi vida? -alzó una ceja-. Mis padres eran gente maravillosa. Gente de circo. Amaban la vida. Por eso hicieron a mis hermanos. Mi madre nació en Italia y mi padre en Estados Unidos. Tengo cuatro hermanos y todos piensan que necesitan darme órdenes.
Sus manos se metieron en su pelo, frotando los mechones una y otra vez entre los dedos.
– Probablemente lo hacen.
Ella se rió.
– Debí haber sabido que te pondrías de su lado. Es algún tipo de vinculación masculina el que piensen que las mujeres no son capaces de controlar sus propias vidas.
Él hociqueó la parte superior de su cabeza con la barbilla.
– Es el ego y la pura desesperación. Tenemos que manteneros pensando que somos la especie superior.
– Noticias frescas, Jack, ninguna mujer sobre la faz de la tierra cree eso ya.
Arrastró besos hacia abajo por su mejilla.
– Pero los hombres no saben que las mujeres saben eso. Todavía vivimos en nuestro pequeño mundo de fantasía, por eso no lo estropees para nosotros.
– Trataré de ser buena sobre eso.
– Estabas contándome sobre tu vida.
Se encogió de hombros.
– Realmente no hay mucho que contar. Soy adoptada. Mi padre de nacimiento insistió en diseñar mi educación así como de ser responsable de cualquier problema médico, sobre todo, creo, porque soy diferente. Era consciente de mis diferencias y tenía un doctor especial volando siempre que tenía tan solo un dedo golpeado. También insistió en desarrollar mi entrenamiento psíquico. Correr, gimnasia, artes marciales, bajo el agua, ese tipo de cosas. Me gustaba la mayor parte del tiempo. Podía usar las habilidades para nuestros espectáculos, y se sentía bien usar la velocidad y la resistencia que en realidad tengo, en vez de ocultarlo todo el tiempo. Mamá no quería que nuestros amigos supieran que era diferente.
– ¿Por qué os quedasteis todos con el circo?
Hizo pequeño encogimiento.
– Aman la vida en el circo, la camaradería, los viajes, especialmente los viajes y, por supuesto, actuar enfrente de miles de personas. Creo que esto es una emoción tan grande como la actuación aérea real. Jeb lo amaba tanto que no permaneció en los SEALs y sabes que le gustaban. El dinero que Whitney dio a mis padres cuando me adoptaron y estuvieron de acuerdo con sus términos, les permitió comprar con todos sus compañeros el circo. La actuación y el circo están en su sangre. Nos han ofrecido mucho dinero por actuar en las Vegas, pero no es el estilo de vida que ellos quieren. El circo está en sus corazones.
– Pero no en el tuyo.
Briony se giro para mirar el techo, una pequeña sonrisa curvaba su boca.
– Ellos están en mi corazón, por supuesto actuaré con ellos. Somos una familia y esto es lo que queremos hacer.