– Me parece que desde que puedo recordar, siempre ha habido un infierno en el Congo -dijo Nicolas-. Ekabela ha hecho mucho daño en esta región, destrozando pueblos enteros y ciudades, cometiendo genocidio, pero es tan elusivo como el infierno y bien financiado.
– Controla el tráfico de marihuana y tiene un importante patrocinio de alguien aquí en los Estados Unidos. Ninguno de sus prisioneros ha durado más de un par de días. Es particularmente despiadado cuando se trata de torturar. Ken Norton estaba en baja forma y solo lo tuvieron cerca de 10 horas. Ken todavía esta en el hospital -señaló Ryland-. Casi lo despellejan vivo, por no mencionar que cortaron su cuerpo en pedazos diminutos. Si Ekabela tiene a Jack, tiene solo unas horas para escapar antes de que le hagan lo peor.
Kadan golpeó con un dedo el mapa.
– Ekabela está en movimiento. No va a arriesgarse con Jack. ¿En que demonios estaba pensando el senador, volando al Congo por una zona restringida? ¿Y que estaba haciendo un científico de los peces gordos militares en una región tan caliente como el Congo?
– Eso es justo el asunto -dijo la doctora Lily Whitney-Millar. Salió de la esquina donde había estado observando al equipo de Caminantes Fantasma mientras se encontraban juntos para la reunión informativa-. El pequeño jet que fue derribado en el Congo era el mismo avión que estaba en el aeropuerto fuera de Nueva Orleáns cuando la casa de Dalia fue atacada.
– Lo que es aún más interesante -dijo Ryland-, es que Ekabela no mató al piloto o el equipo científico. Y cuando la escuadrilla del Ken Norton entró en el Congo para rescatar al senador, Ekabela los estaba esperando.
Kadan levanto la mano.
– ¿Piensas que Ekabela estaba avisado que el equipo de Caminantes Fantasmas conduciría el rescate? ¿Cómo sería posible?
Rylan asintió.
– Estoy seguro. Ken fue capaz de sacar al senador, al equipo de investigación y al piloto. ¿Por qué mantendría Ekabela al piloto vivo? No tenía valor después de todo.
– Más importante aun -añadió Lily-. El avión bajó con un supuesto problema en el motor, todavía nadie estaba herido, y Ekabela no había torturado ni matado al piloto y al equipo de investigación como normalmente hace con alguien que no tiene un uso monetario o político. Los rebeldes estaban esperando para emboscar al equipo de rescate. Incluso con eso, los Caminantes Fantasmas fueron capaces de sacar al senador, y a los demás, aunque en el proceso, Ken Norton fue capturado. Ekabela no malgastó el tiempo torturando a Ken.
– Incluso de más importancia es el hecho de que los rebeldes fueron a por Ken, lo escogieron. Eso es por como fue aislado -añadió Logan Maxwell. Era el único miembro de la escuadra de los SEAL de los Caminantes Fantasma. Ken y Jack Norton eran ambos miembros de su equipo-. Estaban esperándolo. Estaba allí. Podrían haber luchado para mantener a sus prisioneros, pero estaban más interesados en coger a Ken.
– ¿Especialmente a Ken? ¿No solo algún Caminantes Fantasma? -pregunto Lily.
– Especialmente a Ken -reiteró Logan. Hubo un repentino silencio en la habitación de reunión. Los miembros del equipo de los Caminantes Fantasmas se hundieron en las sillas alrededor de la mesa-. ¿Quién podría haber avisado a Ekabela?
– No sé cuanto sabes acerca del experimento original del doctor Whitney, cuando primero empezó a usar sujetos humanos para el realce físico y psíquico -le dijo Lily a Logan.
– Jesse nos informó, ma'am -admitió Logan Maxwell-Sabemos que tomo huérfanas del otro lado del mar, todas chicas, y las realzó primero a ellas. Después perfeccionó su técnica y realzó al primer equipo -gesticuló alrededor para abarcar a los hombres y mujeres-. Y entonces a nosotros.
– Todos, incluso yo, creíamos que mi padre, el doctor Whitney, fue asesinado. Ya no estamos seguros de que esto sea verdad. Sospechamos que no sólo está vivo, sino que ha realzado su propio ejército personal y conduce experimentos con el permiso de alguien en los militares y alguien muy alto en el gobierno. Creemos que hay una conspiración para crear las armás humanas perfectas y esta conspiración implica a mi padre, quizás el senador que rescataron, y definitivamente a los miembros del ejército y/o otras agencias gubernamentales secretas.
Logan miró alrededor.
– Este lugar es un fuerte. ¿Cómo podría Whitney, o alguien más, enterarse de vuestros planes? O nuestros planes, en realidad. Era mi equipo quien primero preparó el plan de rescate del senador y, entonces otra vez, Ken Norton. Nos estaban esperando cuando entramos detrás de Ken. Jack proporcionó el fuego de protección, recibió un golpe y cayó. Nos señaló que saliéramos de allí, y francamente, si no lo hubiéramos hecho, todos estaríamos muertos. Ekabela no estaba jugando a juegos; nos quería muertos. Y querían a Jack. Tratamos dos veces de rescatarlo o recuperar su cuerpo, pero están moviendo los campamentos tan rápido que nuestra información está siempre horas retrasada. El General Ekabela definitivamente trató de matarnos, y tiene trampas en cada campamento que hemos golpeado. Por suerte hemos logrado evitarlos.
– Lo que refuerza la idea de que Ekabela debería haber matado a todos excepto al senador. ¿Entonces por qué no lo hizo? -preguntó Ryland.
– Sabíamos todo a través de todos los ordenadores que usamos aquí en la casa y en la Corporación Donovans que perteneció a mi padre. La mayor parte de los programás de software fueron escritos o modificados por él. Los datastores usan un patentado, un formato encriptado. No hay manera de acceder a los datos excepto usando el programa que escribió, aunque los datos crudos podrían ser transferidos manualmente desde sus programás a otro levantándolos por encima de la terminal y transcribiéndolos en otra terminal… pero no lo conseguiría independientemente de que las fórmulas de evaluación estuviera escrito en los códigos del software. Obviamente si estuviera vivo, y hubiera planeado desaparecer, pero quería ver que estábamos haciendo, habría dejado una puerta trasera para controlar los ordenadores. Hay 55 ordenadores aquí en la casa, contando el mío, algunos en el laboratorio y algunos en su oficina, así como el personal en su habitación. Hay alrededor de cien en la Corporación Donovans, donde ambos trabajan. Papá era el accionista mayoritario y ahora la Fundación Whitney lo es.
– Y necesitas esos datos por lo que no puedes borrarlo todo, ¿Verdad? -preguntó Logan.
– Exactamente -Lily dio un toque con el final de su lápiz sobre la mesa-. Si alguien pudiera acceder a nuestros ordenadores, conocerían cada movimiento que hacemos. Y podrían hacer conjeturas exactas basadas en los datos recogidos o cualquier movimiento que hacemos -miró a la mujer sentada silenciosamente en la parte de atrás de la habitación-. Flame llamó nuestra atención sobre ello y le debemos mucho. Hemos estado trabajando sobre la suposición natural que mi padre puso puertas traseras en los programás de software. Asumimos que usó la conexión principal de Internet.
Ian McGillicuddy, un alto irlandés, alzó su mano.
– No soy muy bueno con los ordenadores, Lily.
Le sonrió.
– En realidad, Ian, no te sientas solo. Los uso en una base diaria, y era Arly, nuestro experto en seguridad, y eventualmente Flame quienes detectaron esto. ¿Flame? ¿Quieres explicarle a todo el mundo lo que sigue? Eres la única que se imaginó esto después de todo.
Flame hizo una mueca y tocó la gorra en su cabeza para estar segura de que estaba en su lugar. Raoul Fontenot se inclinó para morder su oreja y susurró algo que la hizo sonrojarse. Le golpeo fuerte.
– Eres tan pervertido, Raoul.
– No me llames Raoul, señora Fontenot -le susurró demasiado alto-. Te lo dije, Gator. Tienen que llamarme Gator.
– No me llames señora Fontenot -siseó entre dientes, el color subiendo por su cuello.