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– Puedo dispararte en la pierna -advirtió Luther-y después de aquel truco en el que me tiraste la jeringuilla, me divertiré. Trae tu culo aquí ahora mismo.

Briony sacudió la cabeza.

– No lo creo. Ven y cógeme.

– Nadie quiere herirte -dijo Ron-, sólo terminar con esto. Métete en el coche y lo resolveremos.

Luther empuñó el arma y apuntó más allá de Briony.

– Tu hermano esta viniendo por ese camino, y seguro como el demonio que no me importa dispararle. Métete en el coche ahora.

Briony giró la cabeza para ver a Tyrel apresurándose a través del aguacero hacia ella. No había tiempo para nada excepto la acción, y lo asumió, haciendo una pirueta a través del suelo, se agachó para barrer las piernas de Ron de debajo de él. Mientras caía, volvió a levantarse y le pisó con fuerza la muñeca, invirtiéndose para patear su rodilla, esperando incapacitarlo.

El arma salió volando y saltó para usar un segundo salto mortal. Fue capaz de sacarla y continuar hacia adelante hacia su hermano.

– ¡Cógela! -tiró el arma. Con los tremendos reflejos con que estaban dotados los Cinco Voladores, Tyrel cogió el arma en el aire, empujando a su hermana tras él mientras retrocedían hacia su propio trailer.

– No podemos quedarnos atrapados, Tyrel -le advirtió.

Luther arrastró a Ron a la cubierta de los arbustos y envió un tiro de advertencia que roció hojas sobre ellos.

– Sólo entrégala y nadie resultará herido -dijo.

– ¿Realmente mataron a Tony? -los temblores sacudieron el cuerpo de Briony por la violencia que se precipitaba en los espacios a su alrededor. Las emociones obstruyeron su respiración y palpitaron en su cabeza. Se inclinó y vomitó, incapaz de detener los calambres de su estómago.

Tyrel siguió empujándola detrás de él con un brazo mientras se retiraban.

– Alguien le golpeó la cabeza y lo lanzó a uno de los tigres -contestó sombrío su hermano.

– Malditos. Les dije que Tony era el padre de mi bebé. No debería haber hecho eso, Tyrel. No debería haber dicho nada -profundamente en el interior se estaba desmoronando, haciéndose pedazos, incluso gritando. Era directamente responsable de la muerte de Tony, y una gran parte de ella estaba segura de que estaba conectada con la muerte de sus padres-. Tal vez debería irme con ellos. Si me quedo contigo, trataran de matarte, a Seth, a Ruben y a Jebediah.

– Cálmate -dijo bruscamente Tyrel-. ¿Crees por un minuto que les dejaremos alejarte de nosotros? Mantente tan lejos de esto como puedas. Estás realmente enferma. En otro minuto vas a caerte, Bri, y no puedo cuidarte y mantenerlos alejados.

Briony retrocedió hasta que alcanzó el borde del trailer. No permitiría que su incapacidad comprometiese la seguridad de Tyrel. Respiró profundamente, lo dejó salir e ignoró los fragmentos de cristal perforando su cráneo. Quería a Tyler, y Luther se iría al infierno si contaba con que se derrumbase bajo presión. Miró hacia el techo mientras Tyrel intercambiaba otro disparo con Luther. Alguien oiría los disparos y vendría corriendo justo en medio de una zona de guerra.

– Voy a subir al techo, Tyrel, y me pondré detrás de él.

Él la miró, su expresión furiosa, protectora. Podía ver el sudor en su cuerpo, el costo que la violencia se estaba cobrando en ella. El dolor atravesó a Briony, pero al mismo tiempo se sentía humillada por pensar que a pesar de sus dones especiales y sus capacidades, sus hermanos tenían que protegerla porque era incapaz de usar su rapidez o su agilidad o su puntería.

– No, no lo harás. Esta gente va en serio. Seth, Ruben y Jebediah estarán aquí en cualquier momento y te sacaremos de aquí. Sólo quédate aquí.

Luther se estaba moviendo, tratando de encontrar un mejor ángulo sobre Tyrel. Briony no podía pararse a pensarlo, las emociones de todos los hombres la estaban hundiendo. Rabia. Determinación. Luther tenía ansia por destruir, por matar. Estaba realmente enfadado con ella, no por lo de la jeringuilla, sino porque el pensamiento de que Tony fuese el padre del bebé era de algún modo un golpe para su ego. No tenía sentido para ella, pero lo difundía alto y claro.

Briony se agachó y saltó directamente al techo, agazapándose para permanecer fuera de la vista, corrió ligeramente y saltó a la siguiente azotea y luego a la siguiente. Desde su punto aventajado pudo ver a la multitud reunida alrededor de la jaula y Randall, el otro entrenador dentro. Jebediah permanecía fuera con un arma tranquilizante y el tigre tendido de lado pesadamente, la cabeza colgando por el disparo tranquilizante. Randall se inclinó para separar el cuerpo de Tony del enorme gato.

Debajo de ella y a su derecha estaba Luther. Estaba tumbado en el suelo, sujetaba el arma con ambas manos, los brazos extendidos, determinado a alinear un disparo sobre Tyrel.

Al su lado, Ron maldijo y gimió, sujetándose la rodilla.

– Creo que mi pierna esta rota. Me rompió la pierna, Luther.

– Idiota. ¿Por qué crees que la escogieron como la madre el niño? Te lo advertí, pero tuviste que enamorarte de sus grandes ojos negros -escupió Luther con desprecio-. Ve al coche y mantenlo encendido. Necesitaremos salir de aquí rápido. No podrá aguantar mucho más, y cuando le dispare a su hermano, va a caer duro. He estado estudiándola por algún tiempo.

¿Luther la había estado estudiando? ¿Pensó que conocía sus capacidades y sus debilidades? Briony se limpió una mancha de sangre de su boca con el dorso de la mano. No conocía la primera cosa sobre su determinación. El hombre no iba a matar a sus hermanos, y seguro que no conseguiría a su bebé. Estaba tumbada en el techo, anclándose mientras el viento y la lluvia la acuchillaban, volviendo el techo resbaladizo.

Briony se concentró en el arma en las manos de Luther. Ron empezó a volver poco a poco a través del arbusto, hacia el coche en marcha a unos pocos metros. Arrastraba su pierna, maldiciendo cada pocos pasos. Rechazó permitir que su mente vagara, manteniendo un sólo pensamiento, una acción, todo su ser concentrado en el objeto de metal que Luther agarraba tan fuertemente.

El metal parecía oscuro en la lluvia y las sombras, pero mientras continuó mirando, brilló levemente. Luther de repente juró y la lanzó a la hierba. El arma brilló con indicios de amarillo y naranja a través del gris de la lluvia. Luther miró alrededor, una pequeña sonrisa apareció de repente.

– Eres buena. Mejor de lo que pensé o esperé. Ven a casa donde perteneces.

La voz fue lanzada baja, y la vibración recorrió su cuerpo anudando su estómago. La alarma se extendió por ella. ¿Qué estaba haciendo? Era un ataque, pero no sobre ella, sobre el niño no nato.

– Páralo -sintiendo desesperación, Briony presionó una mano cubriendo al bebé y se agarró al techo con la otra para no deslizarse.

– El bebé debió de ser mío. Ven conmigo o no pararé y el niño inútil que llevas va a morir.

Briony no se molestó en discutir. Podía sentir la resolución de Luther. No pararía hasta que tuviera a Briony. Apartó su miedo por el bebé y por ella misma y se concentró de nuevo en el arma.

– Harías mejor en escucharme. Sé que puedes oírme. Estabas prometida a mí, quiero decir para mí. Entra en el coche o voy a matar a tu hermano. Sabes que puedo hacerlo también.

El arma empezó a moverse en la hierba, empezó a alzarse, y cayó a la tierra. Briony respiro profundamente y forzó la calma en su mente. No importaba lo que él estaba pensando, sintiendo o diciendo. Sólo el arma importaba. Era la única cosa en su mundo. Se alzó lentamente, se dio la vuelta hasta que el cañón estuvo apuntando directamente a Luther.

Lo más difícil era mantener el arma levitando mientras se concentraba en el gatillo. En realidad nunca había disparado de esta forma, pero todo era posible.

Luther giró la cabeza, su ojo captó el movimiento. Rodó fuera de la línea de fuego, su mano culebreo tan rápido que fue un borrón, golpeando el arma de vuelta al suelo.