– ¿Me vas a decir quién es el padre?
Briony suspiró.
– Jebediah me matará -incluso mientras lo decía sabía que su hermano mayor estaba cerca, captó su olor y levantó la vista.
Holgazaneaba en la entrada, los fuertes brazos doblados a través de su pecho.
Se encogió ligeramente.
– Más probablemente tiraré al tipo al suelo. ¿Quién?
– Jack Norton -incluso decir su nombre todavía dolía.
Inclinó la cabeza, esperando la tormenta de fuego estallar a su alrededor.
Hubo un silencio asombroso. Jebediah parecía como si alguien le hubiese golpeado.
– ¿Te tocó? ¿Ese hijo de puta puso sus manos sobre ti? ¿Después de arriesgar nuestras vidas por él?
– Jebediah -advirtió Tyrel-. Ha sido un día largo. Ha pasado suficiente.
– ¿Jack Norton? -repitió Jebediah, obviamente aturdido. Se hundió en otra silla y puso la cabeza entre las manos-. Briony, no tienes ni idea de lo que has hecho.
– Estoy embarazada, Jebediah -dijo Briony, permitiendo que la desesperación se arrastrara en su voz-. No soy una adolescente. Crecí hace mucho tiempo, y estar embarazada no es el fin del mundo. Si no me quieres alrededor, sólo dímelo.
La cabeza de Jebediah se alzó, mostrando sorpresa en su cara.
– No estoy enfadado de que tengas un bebé. Sorprendido tal vez. Traumatizado de que mi hermana pequeña tenga sexo realmente, pero sobrinas o sobrinos están bien para mi. Pero Jack Norton… -se cortó bruscamente.
Briony suspiró.
– ¿Es realmente importante quién es el padre, Jeb? Nunca va a estar en la foto. Está en los Estados Unidos, muy lejos, y nosotros estamos en Italia. ¿Qué importa eso?
– Ah, dulce -le aseguró Jebediah-, esto importa. Jack Norton siempre importa. Es totalmente imprevisible y vive por un conjunto de reglas completamente diferente que el resto de nosotros. ¿Recuerdas cuándo lo vi primero en tu cuarto y te gritaba por salir a la selva sola?
– Desde luego.
– ¿Recuerdas la amenaza que hizo?
– Dijo que iba a arrancarte el corazón si seguías hablándome así -dijo Briony.
– Así es. No era una amenaza, Bri. Jack lo habría hecho -se inclinó hacia atrás-. Soy serio, dulce, Bri. Jack Norton es un asesino directo. Tiene un código y todo eso, pero cuando la presión empuja, Jack sería el único que quedaría en pie. Hay algo diferente acerca de él.
El dolor retorció su corazón.
– Es como yo.
– No es nada como tú -se opuso Jebediah-. ¿De dónde has sacado una idea como esa?
– Pensé que te gustaba.
– No te gusta Jack Norton. Lo respetas. Podrías temerle, pero no te gusta. Jack es alguien que querrías de tu lado en un apuro, pero nunca lo invitarías a casa a cenar.
– Es extraño, Jeb, porque por primera vez en mi vida estaba a gusto. No había dolor cuando estaba con él, ni un simple dolor de cabeza. Me relajo, sonrío. Disfruto estando con Jack.
Jebediah intercambió una larga mirada con Tyrel. Su tono había temblado, alertando a ambos hermanos que estaba cerca de las lágrimas.
– Nunca he conocido a Jack por hablar demasiado y estoy seguro que nunca le he visto sonreír. Debes haber sacado lo mejor de él, Briony. ¿Te dijo que salvó mi vida una vez?
– ¿Lo hizo? -eso no tenía sentido por la manera en que Jebediah se sentía respecto a Jack, aún ahora, cuando ella más lo necesitaba, su hermano le había dado un regalo y estaba agradecida-. Nunca lo mencionaste, y él nunca lo hizo.
– Jack nunca diría una palabra. Controlábamos un rescate, yendo detrás de dos Rangers cogidos en territorio enemigo. Se suponía que los Rangers irían al punto de extracción pero terminaron en medio de un nido de avispas.
– ¿Dónde estabas tú? -preguntó Tyrel.
Jebediah le lanzó una mirada represiva.
– Donde se suponía que estaríamos y nunca admitiríamos estar, entonces era imperativo salir de allí sin que nadie fuese cogido. Entramos por el lado norte, esperando ser capaces de cubrirlos. Jack estaba tumbado en algún árbol esperando y yo me moví a una posición en el suelo. Sólo necesitábamos darles suficiente tiempo para entrar en el barranco, donde los miembros del equipo habían establecido una emboscada. Los rangers entrarían, arrastrando al enemigo tras de si, y el cañón iba a volar por los aires. Eso nos daría tiempo para volver a nuestro vehículo.
– ¿Algo fue mal? -pinchó Tyrel cuando Jebediah se quedó en silencio.
Jebediah sonrió, pero la diversión ni siquiera alcanzó sus ojos.
– Puedes decirlo así. Un tipo salió del suelo, prácticamente en mi cara. Juro que su cuchillo era del tamaño de Texas. No escuché el disparo, mi corazón latía tan alto, pero vi el agujero exactamente en medio de su frente. Jack acabó con él antes de que pudiera terminar su primera cuchillada. Más tarde, le agradecí por salvar mi culo y sólo se encogió de hombros. Nunca dijo una palabra a nadie acerca de ello. Probablemente salvó a muchos de nosotros ese día.
– Dijo que era una responsabilidad.
La cabeza de Tyrel se movió bruscamente.
– No te merece, Briony.
– Todavía duele.
– Por supuesto que lo hace, dulce -dijo Jebediah-. Pero es lo mejor, La vida con Jack sería muy difícil. No es fácil estar alrededor del hombre. No sé por qué fue tan bueno contigo, pero no es la norma. Tiene días en los que no dice ni una sola palabra. Su hermano, Ken, bromea con todos, pero no Jack. No parece dormir. Algunos de los tipos les gustaba gastar bromas, pero el más inteligente sabía que meterse en el área de Jack no era prudente. Más de uno se encontró en el suelo con un cuchillo en su garganta, y no era suave con eso. Incluso puedes mirar a sus ojos y ver la muerte allí -Jebediah extendió las manos-. No querrías criar a tu hijo con él, dulce. Quieres un lugar donde haya risa y diversión. Te ayudaremos. Sabes que te queremos y te queremos con nosotros.
– Soy muy afortunada por teneros a todos. Gracias, Jeb. Es muy dulce que me cuentes sobre Jack. Es algo para el bebé, sabes. No sé mucho sobre él.
– Conozco un poco -admitió Jebediah-. Le contaré al bebé historias de Jack.
– La lluvia es tan ruidosa -se quejó Tyrel. Se frotó la cabeza, sus vendajes muy blancos en el cuarto débilmente alumbrado-. Estoy muy cansado esta noche.
La lluvia era muy, muy alta. Una pequeña campana de alarma saltó en la cabeza de Briony. En algún lugar, la ventana o la puerta estaban abiertas, permitiendo que la fuerza de la tormenta penetrase en la casa. Su mirada saltó a sus dos hermanos. Ambos estaban muy quietos, la conciencia golpeándolos al mismo tiempo.
¡Despertad! ¡Seth! ¡Ruben! ¡Peligro! Mandó la advertencia con un empuje tan fuerte como fue posible, esperando que penetrase su sueño.
Jebediah tocó a Tyrel, gesticulando hacia la parte trasera de la villa, donde Seth y Ruben estaban durmiendo en los cuartos de huéspedes. Señaló a Briony, y se levantó en silencio siguiéndolo hasta el pasillo. Mientras pasaba por la pequeña habitación donde se suponía que dormiría, cogió su mochila y se la colgó, estremeciéndose cuando la correa rozó sus vendas.
Jebediah la puso frente a él, señalando con tres dedos hacia el pasillo izquierdo que conducía al patio. Briony se acercó sigilosamente hasta las amplias puertas cubiertas con encaje y deseó que no crujiesen mientras las empujaba para abrirlas. Inmediatamente la lluvia entró, conducida por el viento feroz. A un toque en el hombro y se dio la vuelta para mirar a su hermano.
Jebediah se inclinó cerca, poniendo su boca en su oído.
– Coge el coche.
Sabía que iba a volver por sus hermanos. Tyrel estaba despertándolos, pero debían haber estado justo detrás de ellos. Tyrel los tendría en movimiento inmediatamente, aún no había signos de ninguno de ellos. Vaciló, pero Jebediah la empujó hacia la noche, las sombras. En su impulso, Briony resbaló en el patio entre los arbustos crecidos y los árboles inclinados por el viento.