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– Me asusta más que se pueda enamorar de ti, Briony. Se apoderaría de cada aspecto de tu vida -dio un vistazo, uno diminuto-. No es un hombre fácil. Tiene demonios en su pasado, y no van a desaparecer mágicamente. Odio decirte este tipo de cosas, pero Jack es diferente. Cuando estábamos ahí fuera con armas en el territorio enemigo, rezábamos para no acercarnos a nadie, y si lo hacíamos, que no nos localizaran, porque no queríamos apretar el gatillo, pero Jack… -Jebediah sacudió la cabeza-, pase lo que pase, no le importa nada.

– Créeme, respeto tu opinión, Jeb. Si dices que es peligroso, no soy estúpida, te creo. Pero también veo cuanto le respetas y sus habilidades -su cuerpo se sacudió con un repentino chorro de adrenalina-. Nadie va a llevarse a mi bebé. Puedo ser absolutamente despiadada si tengo que serlo. Y Jack Norton me subestimará, igual que todos. Tendré ventaja.

Jebediah golpeó la parte trasera de la cabeza contra el asiento varias veces con frustración y golpeó sus manos contra el volante.

– Esto apesta. Seré capaz de ayudarte por mí mismo. ¿Cómo pudo pasar algo como esto, y por qué demonios papá y mamá no sospecharan que algo estaba mal cuando Whitney exigió todo ese entrenamiento especial para un niño? Nadie hace estar a un niño bajo el agua por largos periodos de tiempo y hacer toda la mierda que tuviste que hacer.

– Me divertía -le señaló Briony-. Si no me hubiera divertido, probablemente se hubieran opuesto, tal y como hicieron cuando Whitney exigió que fuese a un campo de entrenamiento en Colombia -le dirigió una pálida sonrisa-. Al menos estoy equipada para manejar lo que me lancen.

Miró por la ventana de nuevo, al entorno salvaje. Amaba el aire libre. Adoraba la noche. Pero, Briony suspiró. Justo ahora, la oscuridad la hacía sentirse vulnerable en vez de envolverla con la seguridad como normalmente hacía. Los árboles y los arbustos tomaron una cualidad siniestra, creciendo altos y oscuros, como si lo que estuviera al acecho entre las sombras fueran monstruos listos para saltar y devorarla.

– He pasado mi vida entera sintiéndome una cobarde, siempre asustada, pero esta situación es realmente terrorífica -se tragó las lágrimas repentinas que quemaban en sus ojos-. No he estado nunca sin vosotros y el circo. Sé que es diferente, mamá solía decirme que me escondía todo el tiempo, y tal vez ese fuera el atractivo de Jack Norton. Finalmente encontré a alguien como yo. En el momento en que posé mis ojos en él, supe que era como yo. Quise pertenecer. Sólo por una vez.

– Maldita sea Briony, siempre perteneciste a nosotros. Siempre. Quisimos tener una hermana tanto como papá y mamá quisieron tener una hija.

– Lo sé. No tiene nada que ver con la adopción. Eres mi familia y siempre lo serás -no se sentía no amada, sólo diferente-. Lucho por hacérselos entender. No tuve que esconder quien era realmente con Jack. Me vio y lo vi. No tuve que esconder el hecho de que soy más fuerte y más rápida y puedo ver a la gente de formas que otros no pueden. Más que eso, no me dolió -cerró los ojos-. ¿Puedes imaginar lo que fue para mí? Por primera vez pude estar alrededor de alguien y no saber que estaba pensando o sintiendo. Las emociones no me hundían o me hacían sentir enferma. Era un alivio.

– Desearía como el demonio poder darte esto, Bri -dijo.

– Lo sé, Jeb. Y sé que todos me queréis.

– El mismo atractivo estará allí cuando lo veas de nuevo -le advirtió.

Giró la cabeza para mirarlo.

– Lo sé. Pero no soy tan inexperta esta vez. Fue honesto conmigo, y tú y yo sabemos como de resistente soy. Le parezco frágil al mundo, pero tengo al bebé, a ti y a los chicos y no voy otra vez a subestimarlo. No voy a caer en la misma trampa dos veces -miró a su alrededor a los árboles que se balanceaban con el creciente viento-. Está muy oscuro, Jeb, y estoy determinada a pasar por esto, así que vamos hasta allí, averiguar de qué va, y terminemos con todo.

– ¿Se te ha ocurrido que podría decidir que quiere al bebé?

– Por supuesto he considerado eso. ¿Qué haría con un bebé? -giró la mirada hacia su hermano, y esta vez el fuego en sus ojos le hizo estremecerse-. Haré todo lo que tenga que hacer para proteger a mi niño, Jebediah. Ni Jack Norton ni ningún otro va a quitarme este bebé.

Jebediah juró por lo bajo mientras encendía el SUV.

– Sabía que eras obstinada, Bri, pero no tenía ni idea de que fueras imposible.

Briony descansó la cabeza contra el asiento y mantuvo los ojos en el escenario por el que pasaban. Rezó por estar haciendo lo correcto. Jack Norton la aterrorizaba a muchos niveles. Había esperado hasta después de tres tentativas de secuestro, tres, antes de tomar la decisión de contactar con él. Y no fue porque podría querer matarla o llevarse al bebé. Era porque Jack Norton era la única persona en el mundo que temía que podría absorberla. Era muy fuerte, dominante, definitivamente a años luz de ella sexualmente. Le había dicho en voz alta a su hermano las cosas hirientes que Jack le había dicho, para mantenerlos enfrente suyo así no podría engañarla otra vez. Era demasiado obvio que sería tragada por la personalidad dominante si no era cuidadosa.

No vengas cerca de mí de nuevo. Nunca, porque no seré capaz de dejarte dos veces. ¿Le había escuchado susurrar mientras se despertaba, o había sido la última esperanza de una chica inexperta? Tal vez había sido su propio sistema de alarma, gritando, chillando que se mantuviera alejada. El instinto de conservación que obedecía, aunque estaba metiendo la cabeza justo en la boca del león.

El Bosque Nacional de Lolo estaba por los cuatro lados, rodeando completamente la propiedad que trataban de encontrar. La montaña estaba exuberante de árboles, y a veces captaba vistazos de animales salvajes.

– Creo que es eso, Briony -dijo Jebediah, reduciendo la marcha del SUV y mirando fijamente el estrecho camino que conducía a su derecha-. Tienes que estar absolutamente segura de que esto es lo que quieres hacer. Creo que si seguimos este riachuelo por otras cuatro millas estaremos allí. Una vez que lleguemos, va a ser demasiado tarde para cambiar de idea.

Por un momento no pudo respirar. Levantó la mano y su hermano detuvo el vehículo. Briony saltó fuera y vomitó, una y otra vez, apoyándose contra la puerta, mientras su estómago protestaba por la necesidad de pedir ayuda a Norton. El orgullo sólo le dictaba que se alejase, pero tenía que pedirle protección, Briony sacudió la cabeza mientras tomaba el paño que Jebediah le tendía. La idea de abandonar la seguridad de su familia cuando los necesitaba más, para ir con un hombre que no la quería, la dejaba fría por dentro.

– ¿Estás bien? -Jebediah frotó su espalda con simpatía.

– No le digas lo del bebé. Vamos a contarle sobre Whitney. Podemos ver como reacciona.

– Si conseguimos llegar tan lejos -dijo Jebediah-. Ten cuidado, Briony. Podemos ser asesinados.

– Lo sé -asintió con la cabeza, su estómago se retorció de nuevo-. Lo siento, te estoy poniendo en peligro. Tal vez deberíamos caminar desde aquí.

– No es una opción. Si entras, yo lo hago también.

Un sonido lo despertó, algo fuera de tono con los familiares ruidos nocturnos. Jack permaneció un momento completamente alerta, los sentidos destellando, buscando el disturbio que rompía el ritmo de la noche. Raramente dormía por mucho tiempo, y siempre muy ligeramente. Un ulular como un búho, sin la resonancia correcta desde algún lugar cercano, no en el patio, más en el bosque justo antes de la casa.