Jack dejó caer los pies al suelo en completo silencio. Cogió sus vaqueros y una camisa, se los puso, y se ató una funda larga de cuero que contenía un cuchillo afilado como una cuchilla. Un Smith y Wesson en su mano, se acercó silenciosamente a la puerta. Bajó al hall infaliblemente en la oscuridad y se movió con cuidado a través de la puerta de la habitación de su hermano.
Tocó el hombro de su hermano ligeramente. Ken ya estaba despierto, metiéndose en los vaqueros, consciente de la necesidad de silencio. Usaron señales de manos, como hacían cuando eran niños, prefiriendo usar la telepatía cuando la distancia los separaba. Ken cogió su rifle, una mira de noche y una caja de balas.
Jack decidió salir por la puerta lateral, moviéndose en la noche silenciosamente, furtivamente. Le señaló a Ken un terreno alto y entonces caminó a través del patio, una sombra entre sombras, primero una roca, luego un árbol, una parte de la noche.
Una vez en la cobertura del bosque, Jack escogió su campo de batalla cuidadosamente, buena cobertura, buenas rutas de escape, un claro disparo para Ken. Jack susurró suavemente, llamando al intruso. Ken usaría la mira para tener el número exacto de intrusos.
– Jack -la voz era un suave siseo de sonido-. Es Jebediah, Jack -continuó la voz-. Jebediah Jenkins.
– Vamos dentro -dijo suavemente Jack a la noche, un desafió más que una bienvenida.
Cerró los ojos brevemente, reprimiendo el recuerdo de Briony, la suavidad de su piel y el éxtasis puro, un puerto y refugio de placer que lo llevó fuera de él y del infierno en el que vivía constantemente. Nunca iba a estar libre de ella.
No está solo, la voz de Ken llenó su mente.
Jack suspiró suavemente. Seguramente Jebediah no sería lo suficientemente tonto para venir detrás de él porque había averiguado que Jack durmió con Briony. La idea era demasiado infantil para ponerla en palabras, y no era el estilo de Jebediah.
Déjalos que vengan, Ken.
El viento cambió sólo un poco, lo suficiente para que captara su olor. La necesidad golpeó su cuerpo, las feromonas giraron fuera de control, envolviéndolo en su encanto femenino. Briony estaba con Jebediah, y su olor lo llamaba, embriagador e intoxicante, amenazando su fuerte control. Jack dejó salir su aliento lentamente. ¿Cómo podría dejarla una segunda vez? No era un hombre que viviera con reglas. Quería a Briony, y la tentación de tomarla, de guardarla, de atarla a él irrevocablemente era aplastante. No tenía duda de que podía hacerlo. La advirtió. ¿Por qué demonios no le había escuchado? ¿Y qué estaba mal con su hermano que Jebediah no la mantuvo a salvo, lejos de Jack, un continente lejos?
Jack esperó allí en la oscuridad, mirando el calor de sus cuerpos antes de que atravesasen el follaje para aproximarse a él. Tenía que ver a Jebediah, pero no podía apartar los ojos de Briony. Estate con él, Ken. Tengo a la chica.
Era todo lo que recordaba y más. Había llenado sus noches y días con el recuerdo del tacto de su piel, su cuerpo alrededor de él, la ferocidad, la necesidad primitiva de poseerla. Totalmente, la emoción cruda surgió y fluyó por sus venas hasta su sangre latiendo con calor. Sobre todo, recordaba la forma en que le miraba, como un hombre, de modo que él pudiera ver en sus ojos, el hombre que él debería haber sido, si la hubiera encontrado años antes. Le parecía la mujer más bella del mundo, y aquí estaba él, en las montañas donde nadie sería capaz de alejarla de él.
Su pelo era corto y grueso, platino y trigo, fresco e invitante, de forma que anhelaba enterrar la cara en las suaves hebras. Sus ojos eran tan grandes y tan hermosos como recordaba, tan oscuros que eran casi negros. Cuando ella y su hermano se acercaron, se estiró hacia Jebediah, tomando su mano, como si estuviera asustada. Jack pudo ver la tensión alrededor de su boca, las sombras en sus ojos. Mientras se acercaba, captó la pequeña diferencia en su olor. Incluso más femenino, como si hubiesen ocurrido cambios químicos en su cuerpo desde la última vez que la vio. Recordaba su propio olor mezclado con el de ella, poderoso y atractivo. La cruda sexualidad de su unión, la lujuria y una emoción aplastante se mezclaron hasta que ambos estuvieron tan envueltos el uno en el otro que estaban encerrados en otro mundo.
Maldición. La quería con cada célula de su cuerpo. Cada parte de su cerebro. Siguió andando por el bosque pareciendo demasiado joven. Demasiado inocente. Demasiado suave y dulce para un hombre como él. Era el epítome de cada cosa que él no era, que nunca sería. Casa. Familia. Niños. Era buena y él había perdido eso hacía mucho tiempo. Todo lo que había dejado era su honor, y si no hubiera llegado a su maldita montaña, no le privaría de eso. Ella lucharía contra su naturaleza posesiva y finalmente él rompería su espíritu. En ese momento, mientras se acercaba, verdaderamente odiaba al monstruo en que se había convertido.
– ¿Qué demonios quieres? -escupió, permaneciendo en las sombras, sabiendo que Jebediah no podría localizarlo. Estaba menos seguro de Briony. Sabía que estaba tan realzada como él.
Jebediah y Briony intercambiaron una mirada. Jack pudo oler su miedo. Se filtró por sus poros e impregnó el aire a su alrededor. La tensión creció con fuerza. Jebediah caminó protectoramente delante de Briony y esto enojó como el infierno a Jack. Quería su miedo, pero al mismo tiempo, si alguien tenía que protegerla, debía haber sido él. Le pertenecía.
– Si vienes a retarme a un duelo porque follé con tú hermana, Jebediah, eres malditamente más estúpido de lo que te di el crédito de ser -las palabras salieron antes de que pudiera detenerlas.
La rabia, usualmente escondida profundamente, salieron con Briony estando en tan cercana proximidad, su ansia le estaba conduciendo como un estúpido. Odiaba estar allí viendo a Jebediah poner sus manos sobre ella. Para un hombre con una necesidad de fuerte control, era peligrosa, rompiendo cada escudo protector de Jack. Tenía que ahuyentarla. Incluso mientras el pensamiento vino, su corazón se hundió. Era muy tarde para él, para ella.
Una cólera feroz nubló su cara, y ella saltó la distancia hasta él, su mano moviéndose tan deprisa que realmente fue un borrón. La bofetada fue fuerte, reverberando a través de la noche clara. El miedo lo galvanizó en una acción inmediata.
– ¡Abajo, Jeb, mantente abajo! -gritó la orden mientras tiraba su cuerpo duro contra Briony, tirándola de espaldas al suelo, cubriendo su forma más pequeña con la suya más grande. ¡Retírate! ¡Retírate!
La bala se clavó en el árbol derecho donde la cabeza de Briony había estado, astillando la madera y enviando corteza que llovió sobre ellos. Jack mantuvo a Briony inmovilizada, sosteniéndola bajo su cuerpo. Sabía que podía sentir la erección despiadada presionando muy fuerte contra su estómago, y esto le dio suma satisfacción por ver el borde del miedo mezclado con su furia. Sus dedos se clavaron en sus hombros y le dio una sacudida pequeña.
– Maldita sea tu estupidez. ¿Crees que no habría alguien en las sombras con una mira sobre ti? Podrías haber muerto.
Su cuerpo cubrió el suyo. Imprimiéndose en el de ella. Deseándola. El susto de casi perderla mandó un temblor profundo a través de su cuerpo, sacudiéndolo. Nunca se había sacudido, sólo su cercanía le tenía desequilibrado. Maldita sea, Ken, no le dispares de nuevo. Te mataré yo mismo.
La risa divertida de su hermano resonó en su cabeza. Era un disparo de advertencia.
Mi culo que eso era un disparo de advertencia.
– Quítate de encima -los ojos de Briony, tan negros por la ira, casi echaban chispas-. Olvidaba que eres un completo bastardo. Quítate ya -había una amenaza evidente en su tono.