– Hace frío, Briony, entra a la casa.
Ella presionó dos dedos justo encima de sus ojos, sintiendo la humillación de no poder controlar sus propias necesidades físicas. Tenía que alejarse de ella, tenía que dejar de tocar su cuerpo.
– Vete al diablo. Tengo todo el derecho de estar aquí fuera si lo prefiero.
Él inclinó su cabeza a un lado para estudiar su expresión furiosa.
– ¿Por qué tratas de iniciar una pelea conmigo?
– No me gusta que me digan que hacer -porque él era todo en lo que podía pensar, y le había dejado claro que no la deseaba. Porque él había dicho… follé a tu hermana. Ella no debería querer a un hombre que había sido programado para dormir con ella. Era completamente humillante. Un hombre que solamente necesitaba algo fácil, una simple follada.
– Que todo se vaya al diablo. No es verdad. Nunca fue verdad -Jack se acercó, y Briony retrocedió ante él, levantando una mano para rechazarlo.
– ¡Basta! -lo dijo bruscamente, aterrorizada se echó a llorar. Sus ojos le quemaban y sintió un nudo elevándose por la garganta-. Sólo no digas nada más sobre esto.
Jack la alcanzó de todos modos, sin darle espacio, pero tocando su cuerpo para que el calor de su piel se filtrara en la helada piel de ella.
– Tiemblas como una hoja -recorriéndola con las manos de arriba hacia abajo de sus brazos en un esfuerzo de calentarla. Forzó la suavidad en su voz. ¿Por qué diablos había dicho alguna vez él una cosa tan estúpida a su hermano?-. Tu cuerpo está congelado y no te has dado cuenta de ello. ¿Qué ibas a hacer? ¿Subir a la azotea?
– De hecho, sí.
– ¿Y se te ocurrió que podrías resbalar y caer haciendo daño al bebé?
– Soy acróbata, hago eso para vivir. Creo que puedo subir a una azotea.
– Bien, no lo hagas, pensé que estabas cansada -Jack quiso consolarla, pero estaba demasiado lejos emocionalmente, tratando de alejarse, y él no era bueno en esa clase de cosas.
Ella alcanzó el lóbulo de su oreja, necesitando el consuelo de tocar el pendiente de su madre, encontrado la piel desnuda dejó caer su mano.
– Lo estoy, solamente necesito espacio. No puedo hacer esto.
– Sí, tú puedes.
– Bien, tal vez no quiero hacer esto -retrocedió hasta estar contra el pasamano. No podía tocarla otra vez. Cada toque de sus dedos traía la conciencia aguda de su cuerpo y las necesidades desesperadas del propio. Había salido para evitarlo, aún allí parecía no haber escape.
– Deberías haberlo pensado antes de venir a mí.
Briony apretó sus puños.
– En ese momento, sentí que no tenía otra opción -alzó la barbilla-. Mira. Obviamente esto no va a funcionar. Puedo marcharme. Hay otros modos de desaparecer, y siempre está Kadan Montague. Él me ofreció su protección.
La mandíbula de Jack se tensó, sus ojos grises de repente cambiaron a un gélido y espantoso color plata.
– Kadan Montague no va a proteger a mi niño o su madre. Este es mi trabajo, no el suyo. No trates de traer a otro hombre a este lío, Briony. Tenemos bastante de que preocuparnos sin esto.
– ¿Oh, realmente? -furiosa, sin saber el porqué, se dio vuelta y en un solo movimiento saltó sobre el pasamano hacia abajo-. ¿Este lío? ¿Qué esté embarazada es un lío, verdad? No necesito tu ayuda y, francamente, no la quiero.
Jack soltó un juramento y saltó detrás de ella. Al demonio con el tacto, no lo tendría nunca. Le agarró de una muñeca como grillete, ella se giró, lanzándole un golpe a la cara. Él agarró el puño en el aire.
– Levántame la mano otra vez y voy a ponerte sobre mis rodillas. ¿Qué demonios esta mal contigo? Deberías saber que si luchas conmigo no puedes ganar -se veía salvaje, enojada, y avergonzada. Vulnerable, joven, y demasiado frágil.
Se sintió sola y asustada. El miedo moviéndose en su mente -no de él, de la situación-. De él cruelmente diciendo que la había follado. De esperar un bebé y no tener a nadie a quien recurrir. Estaba aterrorizada, Whitney la encontraría y se lo arrebataría. Jack vislumbró la montaña rusa de emociones mezcladas en su mente.
Suavizó su voz a pesar de la exasperación.
– No dije que el lío fuera que estés embarazada. Deja de poner palabras en mi boca. Y, nena, sabes condenadamente bien que no te follé. No así. No como lo hice sonar frente a tu hermano.
Ella sacudió su cabeza.
– No puedo respirar aquí. No puedo. Sólo voy a salir.
La expresión de Jack se endureció. Su mandíbula tensa y los ojos grises brillaron a plata.
– Te vas a calmar, entrar en la casa y dormir un poco -hizo otro esfuerzo por suavizar su voz-. Has estado bajo una tremenda tensión. Una vez que consigas una buena noche de descanso, verás las cosas diferentes.
– Deja de hablarme en ese tono de superioridad. ¿Piensas que fue fácil venir aquí y pedirte ayuda después de las cosas que me dijiste? -lo golpeó en el pecho, apenas moviéndolo aún cuando puso toda su fuerza en ello-. Abandone a todos mis seres queridos. Mi niño está en peligro. Estoy enferma. No tengo ropa o dinero, y estoy a merced de un hombre que no me quiere cerca -empujó otra vez-. Aléjate de mí. Iba a sentarme en la azotea, no a vagar alrededor como una idiota cuando tienes la propiedad llena de trampas.
– ¿Qué piensas hacer ahora? Es medianoche, y sabes que tengo trampas.
– Tengo muy buen sentido del olfato. Puedo rastrear mi camino de regreso del mismo modo que entré.
Probablemente también podría, pero lo volvía loco, y su calma iba a desintegrarse muy pronto.
– Deja de llorar. Quiero decir, Briony, tienes que detenerte.
– ¿O qué? -estaba enfadada por llorar. Una vez que había comenzado, parecía que no podía parar. Tal vez estaba histérica, pero si quería sentarse en medio de la noche y llorar a lágrima viva, era su asunto-. ¿Vas a golpearme? Alguien más ya lo hizo. No me intimidas.
Jack la acercó, sosteniéndola fuertemente contra su cuerpo a pesar de la lucha, ahuecó con una mano su nuca para presionar su cara contra su pecho. Dobló la cabeza para encontrar su magullada mejilla, esparciendo besos sobre el lado hinchado de su cara.
– Shh -dijo para calmarla, cerrando sus ojos contra el dolor en su mente. Ella irradiaba pena y él no pudo aguantarlo-. No soy el enemigo.
– Lo sé, lo sé, lo siento -pero no podía detenerse. Su mundo se había ido y sus hormonas corrían salvajes y no había donde ir para evitarlo.
– Todo estará bien. Todos estaremos bien. Estás demasiado cansada y tienes que dormir -sus dedos comenzaron un lento masaje en su cuello, arrastrándose lentamente hasta su cabello para masajear su cuero cabelludo, construyendo un profundo túnel, con seguros movimientos circulares.
– No quiero entrar en la casa, Jack. No puedo entrar en aquel cuarto -¿Cómo podría hacerlo entender? Al menos afuera, el viento y el bosque ayudaban a disipar su olor, dando un respiro a su necesidad.
Jack nunca antes había tenido a una mujer llorando en sus brazos. Estuvo de pie silenciosamente, sólo sosteniéndola mientras su cuerpo temblaba por la fuerza de los sollozos. Acariciando con la barbilla la parte alta de su cabeza. Suaves hebras de su cabello atrapados en la incipiente barba a lo largo de su barbilla. No trató de detener la inundación de lágrimas -tenía bastantes motivos para llorar-simplemente se agachó, colocando el brazo bajo sus rodillas, levantándola, acunándola cerca de él.
– Bien. Nos quedaremos aquí fuera. Shh, Briony. Vas a enfermarte -era liviana, bastante fácil de levantar, y Jack simplemente saltó con ella, aterrizando atrás en el pórtico, Briony acunada en sus brazos. Se decidió por la mecedora del porche delantero que había construido con sus propias manos. Cupieron cómodamente, él se meció suavemente, frotando su pelo con la barbilla, masajeando su cuello suavemente.
Debería haberse sentido como un maldito tonto, pero no lo hizo. Se sentía bien en sus brazos. Se sentó en la noche, meciéndose en la terraza, mirando el balanceo de los árboles y escuchando los sonidos del bosque en la noche. Ella lloró silenciosamente, sus lágrimas empapaban su camisa cuando despacio luchó por recobrar el control.